¿Cómo se puede controlar el periodismo que difunde "mensajes impropios e improductivos"? Donald Trump ha intentado usar insultos y hasta envió un vídeo en Twitter que lo mostraba golpeando a CNN. El gobierno de izquierda de El Salvador, que está batallando con la negativa opinión pública sobre su estrategia de "mano dura" para controlar la violencia, ha intentado otro enfoque: una exhortación a los medios para que ejerzan la autorregulación ética".
El gobierno de El Salvador, bajo el mando del presidente Sánchez Cerén, ha presentado un proyecto de ley al Congreso que dice que los medios "deberían contribuir a la prevención de la violencia y a la promoción de la tolerancia y de una cultura de paz… buscando la autorregulación ética de la información y del contenido no violento".
La Ley del Sistema Nacional de la Prevención de la Violencia fue inmediatamente criticada por los medios, que acusaron al gobierno de querer asumir mayor "control".
El gobierno ha estado implementando controvertidas medidas para controlar a las pandillas, que han provocado que el país más pequeño de Centroamérica tenga una de las tasas de homicidios más altas en el mundo y ha ocasionado una migración masiva hacia EU para escapar a la violencia.
Sin embargo, la administración ha afirmado que no está buscando la censura.
El proyecto de ley "no contiene sanciones en contra de los medios de comunicación sino simplemente habla de autorregulación", dijo el Ministerio de Justicia y Seguridad después de que el proyecto de ley fue presentado a la comisión de seguridad del Congreso.
El proyecto de ley afirmó que tal restricción es necesaria "para la salud mental de la población", pero que la libertad de expresión, de los medios de comunicación y de la información, no se verían comprometidos.
Según los medios locales, Mauricio Ramírez Landaverde, el ministro de seguridad, afirmó que el objetivo era que los medios no publicaran escenas explícitas de violencia y además "institucionalizar" las acciones actuales de los medios. Los directores de los medios serán llamados a presentarse ante la comisión para hablar del asunto.
La violencia de las pandillas es tan endémica en el país que la tasa actual de menos de 10 asesinatos diarios constituye una drástica reducción en comparación con la tasa del año pasado y ha sido aclamada por el gobierno como el resultado directo de su estrategia dura. Cerca de 16,000 se han muerto durante los tres años de la presidencia de Sánchez Cerén, según informes de los medios.
"El Salvador parece estar involucrado en una nueva guerra, veinticinco años después de firmar los Acuerdos de Paz que pusieron fin a una violenta guerra civil de 12 años que dejó al menos 75 mil muertos e innumerables más desaparecidos y desplazados", escribió Óscar Martínez, un respetado periodista salvadoreño y experto en violencia en un artículo el mes pasado.
"De hecho, El Salvador se ha convertido en un claro ejemplo de cómo el final de una guerra no significa necesariamente el inicio de la paz", escribió Martínez, quien agregó que la caída del número de muertos el año pasado fue sólo "porque 2015 fue aún peor".
Sin embargo, como está descubriendo Trump, los intentos oficiales de guiar la cobertura de los medios generalmente no funcionan. En México — bajo el mando de Enrique Peña Nieto, el presidente más impopular de la historia reciente, cuyo gobierno ha sido asediado por escándalos de violencia, corrupción y espionaje — se había lanzado una campaña gubernamental para recordarles a los medios que "las cosas buenas casi no se cuentan, pero cuentan mucho" pero ésta fue reemplazada rápidamente por una que simplemente dice "las cosas buenas cuentan mucho".
Financial Times