Durante la década hasta el año 2013, México logró generar un crecimiento promedio en la producción por trabajador de apenas el 0.7 por ciento.
En cambio, Malasia, un país con niveles casi idénticos de riqueza per cápita, registró un aumento de su producto interno bruto por persona empleada de 2.4 por ciento anualmente.
Todos los demás grandes países de ingresos medios, desde los de Europa Oriental hasta los de Asia, también superaron a México en este aspecto. Incluso Brasil, el de segundo peor rendimiento, logró un crecimiento del 1.2 por ciento al año en la producción por trabajador.
Sin duda habrá cierto número de factores que expliquen el flojo rendimiento de México, pero uno que sobresale es la manifiesta debilidad en muchas de las cuestiones sociales y estructurales.
Los macroeconomistas a veces pueden pasar por alto estos indicadores "suaves", sin embargo, juegan un papel muy importante. En su conjunto, representan una ponderación mayor que cualquier otro factor en los modelos utilizados por Fitch Ratings para determinar las calificaciones soberanas de los países, dice Tony Stringer, director gerente del equipo de calificaciones soberanas de Fitch.
Y el lugar que México ocupa en las clasificaciones globales no es impresionante en lo absoluto.
En el Reporte de Competitividad Global del Foro Económico Mundial 2014-2015, México se ubica en el lugar 140 de 144 países en cuanto al nocivo impacto del crimen organizado, 110 en cuanto a corrupción, 114 en cuanto a extensión de dominio del mercado por parte de compañías oligopolísticas, 123 en cuanto a calidad de su sistema educativo y 103 en cuanto a sus prácticas de contratos y despidos.
En cambio Malasia, con un PIB per cápita de 10,548 dólares en el año 2013, contra los 10,630 dólares de México, ocupa el lugar 51 en cuanto al crimen organizado, 26 en cuanto a corrupción, 11 en cuanto a dominio del mercado, 10 en cuanto a calidad de su sistema educativo y noveno en cuanto a sus prácticas de contratos y despidos.
Teniendo en cuenta la gama total de factores del Foro Económico Mundial, Malasia está clasificada como la veinteava economía más competitiva a nivel mundial, entre Luxemburgo y Austria, mientras que México ocupa el lugar 61, detrás de países como Omán y Kazajstán y un lugar por encima de Ruanda.
¿Por qué México es tan débil en tantas áreas? Viridiana Rios, miembro del Woodrow Wilson International Center for Scholars en Washington DC, y directora de México ¿cómo vamos?, un grupo de estudio, piensa que la culpa es principalmente de los arraigados monopolios en la política, el comercio y la educación.
El Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó México bajo una "democracia unipartidista" durante 71 años hasta finalmente perder las elecciones presidenciales en el año 2000. A pesar de este tropiezo, ahora está nuevamente en el poder.
Ríos dice que muchos de los problemas se remontan a la privatización de compañías estatales bajo el PRI.
"En la década de 1990 cuando México se liberalizó, lo hizo bajo un capitalismo amiguista. No era una verdadera democracia, era un régimen partidista, hegemónico y autoritario", dice.
"México liberalizó su economía en primer lugar y su sistema político después. Eso creó incentivos perversos. Benefició a aquellos que eran leales al gobierno". Esto creó cuasi monopolios en industrias como las telecomunicaciones y los medios. En cuanto a la baja calidad del sistema de educación pública, Ríos señala un monopolio controlado por el sindicato de maestros, el cual ha ejercido una influencia funesta.
"El principal problema de este país es el de los monopolios en todos los aspectos", dice.
Aparte de esto, Ríos dice que México ha sido arruinado en cierta medida por la geografía, puesto que su frontera de casi 3,150 kilómetros con EEUU, el mayor consumidor de drogas ilegales a nivel mundial, incentiva el crimen y la corrupción.
Stringer también tiene la opinión de que México, un competente productor de petróleo, ha sido víctima de la maldición de los productos básicos, por medio de la cual "cualquier país con altos niveles de recursos de productos básicos puede volverse exageradamente dependiente de ellos como fuente de ingresos y crecimiento, y quizás menos enfocado en mejorar otros aspectos del ámbito económico".
Según la opinión de Stringer, los indicadores como la calidad del capital humano, la facilidad para hacer negocios y la fortaleza de las instituciones son clave para el crecimiento económico, y proveen un enlace directo entre la pobre situación de México en estos campos y su débil crecimiento de la producción.
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