Donald Trump quiere un muro a lo largo de la frontera norte de México. Las compañías de energía lo están perforando con gasoductos.
Están poniendo tubos de acero, algunos por debajo del lecho del Río Bravo, para exportar miles de millones de pies cúbicos de gas shale estadounidense más a los mercados de Nuevo León, Guanajuato y otros estados mexicanos.
Los envíos podrían destapar tranquilamente el sobresaturado mercado estadounidense, con volúmenes semejantes a los de las aclamadas nuevas exportaciones de gas natural licuado (GNL) de las costas.
Los productores de energía apenas pueden esperar por estas mayores ventas de gas a México. El invierno más cálido que se haya registrado dejó 2.5 billones de pies cúbicos de gas almacenados en EEUU, la mayor cantidad al final de una temporada invernal. La Administración de Información Energética de EEUU cree que los precios del gas tendrán un promedio de 2 dólares por millón de unidades térmicas británicas (BTU) este año, el precio más barato desde 1998.
"Para los productores estadounidenses es un enorme beneficio potencial económico poder transportar el gas al otro lado de la frontera con México", dijo David Porter, presidente de la Comisión de Ferrocarriles de Texas, un organismo estatal regulador de energía, en el Energy Infrastructure Forum del Financial Times en Houston la semana pasada.
En México, las importaciones de gas alimentarán las plantas de energía que están abandonando el petróleo como combustible de generación y responderán a una iniciativa del gobierno para reducir los costos de los productores de electricidad. El gas natural se utiliza para generar el 60 por ciento de la electricidad del país, según Goldman Sachs.
"Hay una gran cantidad de demanda latente", dice José Manuel Carrera, director de alianzas y nuevos negocios de Pemex, la compañía estatal de energía de México.
EU produjo una cifra récord de 74 mil millones de pies cúbicos por día de gas natural el año pasado, y exportó 2.9 mil millones de pies cúbicos por día a México.
Pemex dice que su producción doméstica de gas disminuyó en un 4.4 por ciento hasta los 5.5 mil millones de pies cúbicos por día en 2015.
IHS Energy estima que las exportaciones de gas de EU a México aumentarán a 4.4 mil millones de pies cúbicos por día en 2020, y algunos analistas y ejecutivos prevén cifras mayores. Las exportaciones estadounidenses de GNL — anunciadas como un salvavidas para los productores de shale — no superarán las ventas de gas a México hasta el año 2019, según IHS.
Nina Fahy de PIRA Energy, una consultoría, llama a las ventas agregadas a México, las exportaciones de GNL y la manufactura estadounidense que requiere gran cantidad de gas, las "tres grandes" nuevas fuentes de demanda de gas norteamericano hasta finales de la década.
Considerando un mercado en expansión, los inversionistas han invertido dinero en gasoductos hacia México, estimulados por las reformas que han dado fin a ochenta años de monopolio estatal sobre la energía.
El mes pasado Oneok Partners, un grupo estadounidense de gasoductos, y Fermaca, una compañía mexicana de infraestructura de gas, concluyeron la primera fase del gasoducto Roadrunner que une la cuenca del Pérmico del oeste de Texas a la frontera. Una segunda fase en construcción ampliará la capacidad de Roadrunner hasta los 570 millones de pies cúbicos por día.
Este verano el gasoducto Los Ramones II abrirá con 1.4 mil millones de pies cúbicos por día de capacidad, y transportará el gas shale del yacimiento Eagle Ford de Texas a las puertas de la Ciudad de México.
"Es una infraestructura crítica para México conforme cambia del combustible diésel al gas natural en última instancia" para generar más energía, dice Mark Florian, jefe del fondo de infraestructura de First Reserve, un inversionista en el gasoducto Los Ramones II.
Se planea que un tercer gran gasoducto, de 2.6 mil millones de pies cúbicos por día de capacidad, vaya bajo las aguas del Golfo de México desde Texas hasta la costa este de México en Veracruz.
El gas canalizado ha afectado las importaciones de GNL que se envían a las costas este y oeste de México, según Platts Analytics, lo cual pone de manifiesto cómo la producción de shale estadounidense está impactando todos los mercados mundiales de energía.
El flujo de gas hacia México está obligando a las compañías de energía a rediseñar la red de gasoductos de Texas, los mayores de los cuales fueron diseñados para transportar gas al norte en lugar de al sur de la frontera, dice Greg Hopper de Wood Mackenzie, una consultoría.
"Es probable que México se convierta en el mayor socio comercial de energía de Texas, mucho más grande que Louisiana o incluso California", dijo Hopper en el foro de Houston.
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