Si la mala gestión está contribuyendo al problema de productividad de Gran Bretaña —como Andy Haldane, el economista jefe del Banco de Inglaterra, ha sugerido— entonces los gerentes mal preparados deben tener parte de la culpa. Una posible solución: ofrecerles a los futuros directores ejecutivos la oportunidad de jugar a ser responsables en primer lugar.
La idea de los juegos de gestión evoca una imagen de adultos canalizando el ministro de asuntos exteriores que llevan dentro con unas pocas rondas de Risk; padres agobiados por las hipotecas imitando a magnates inmobiliarios sobre un tablero de Monopolio; y hombres de mediana edad ensayando potenciales escenarios militares con soldados de juguete en campos de batalla de papel maché.
Pero hubo una época en que jugar a la gestión estuvo de moda, y podría estarlo de nuevo. En enero de 1970, el Financial Times lanzó un "Juego de Gestión Nacional". Funcionó durante 15 años e involucró a cerca de 70,000 personas. A cada equipo se le daba un balance general de una compañía imaginaria y, a lo largo de sucesivas rondas, tenía que buscar la mejor manera de organizar, invertir y competir con los rivales, utilizando los datos generados por una computadora central de ICL. Una versión posterior funcionó a finales de los años ochenta y noventa, respaldada por el ICL y Cranfield School of Management.
El propio juego de gestión puede haber muerto en el Reino Unido, pero siguió vivo en otros países —la asociación de gestión de la India está a punto de lanzar su 26ª edición— y Cranfield lanzará un nuevo Reto Empresarial Ejecutivo internacional el próximo mes.
Una de las novedades del Juego de Gestión Nacional original fue que era precisamente eso: un juego. En ese momento, el FT era en gran medida un periódico de referencia sin sentido del humor para las empresas británicas. Nuestra cobertura atípicamente alegre sugiere que el campeonato se transformó en algo parecido a los juegos imperiales de Roma, una distracción bien recibida de los sombríos retos políticos y económicos del mundo real.
Desde que terminó el concurso original, parece que los gerentes se han vuelto menos serios y los jugadores se han vuelto más serios. El éxito de los juegos de computadora se ha filtrado a la gestión en la vida real, conforme las compañías han intentado "ludificar" sus discusiones sobre estrategia, sus sesiones de innovación y sus materiales de capacitación. Del mismo modo que los elementos de los costosos modelos de simuladores de vuelo anteriormente disponibles sólo para pilotos ahora están abiertos al público, ahora se utilizan ampliamente las simulaciones de negocios. El aumento de la potencia informática hace más fácil y más barato ejecutar simulaciones para los gerentes en todos los niveles y en las compañías de todos los tamaños.
De hecho, me parece que el mayor peligro en las simulaciones modernas de negocios es que son demasiado virtuales. Como resultado, los juegos en línea corren el grave riesgo de separar aún más a los jefes de la realidad de persona a persona del funcionamiento de un equipo.
Un aprendiz de piloto quien haya jugado solamente juegos de simulación no estaría autorizado a volar un avión solo, ya ni hablar de estar al mando de un avión de pasajeros.
Pero los jefes ejecutivos no probados, sentados frente a sus paneles de datos, puede destruir la compañía desde el primer día.
Permitirles a los gerentes una prueba exenta de riesgos de la gloria de una sala de juntas puede ser útil, por supuesto. Las simulaciones en línea pueden sustituir el trabajo esclavizante que a los pasantes de gestión se les solía someter, llevándolos a un nivel de conocimientos, si no de madurez, que sólo podían alcanzar previamente tras meses de engorroso papeleo.
Karen Valverde, quien está organizando el nuevo reto de Cranfield, dice que las simulaciones "condensan experiencias empresariales y pueden llenar algunos bloques de comprensión" más rápidamente que la lectura de un libro de gestión. Agrega que la investigación muestra que algunas lecciones se mantienen vivas durante más tiempo que las que se imparten en el aula.
En los juegos de gestión de 1970, la computadora era un accesorio para el ingenio de los concursantes, quienes trabajaban sin la ayuda de una red de correo electrónico siempre activa. Las primeras rondas del juego inaugural se jugaban por correo y el FT les prometió a los participantes un "suministro de sobres sellados con dirección" para participar en las primeras rondas.
No hay vuelta atrás. Buena parte de la gestión en el siglo XXI ocurre en línea, utilizando herramientas más potentes que las que pudo haber soñado cualquier director ejecutivo. Felizmente, las simulaciones modernas de negocios ponen mayor énfasis en las habilidades de la gente y a menudo son sólo un vehículo para fomentar la colaboración entre compañeros.
Pero en lugar de sólo usar la realidad virtual o los avatares de gerentes en 3D, los expertos en simulación de negocio deberían seguir el ejemplo análogo de la historia de los juegos de gestión. Hay que separar a los gerentes en ciernes de sus aparatos y dispositivos, darles un montón de sobres sellados con direcciones y mostrarles cómo reconocer las fortalezas y debilidades humanas que hoy a menudo están ocultas tras las pantallas.
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Financial Times