Aunque Donald Trump ya no está seguro de llegar a la Casa Blanca, puede consolarse con el mercado de divisas. Apostar por el peso mexicano podría beneficiar al magnate si pierde la contienda presidencial.
Cuando se escriban las historias sobre esta elección presidencial, el peso debiera recibir más que una pequeña mención. Debido a su oscilación imprevista durante los últimos tres meses y su bajo rendimiento frente a las divisas de otros mercados emergentes, el peso se ha convertido en un indicador de la opinión de los inversionistas con respecto a quién va a ganar el 8 de noviembre.
La promesa del candidato republicano de erigir barreras comerciales contra el vecino sureño de EU — una promesa intercalada con insultos en contra de los mexicanos — ha resultado en una premisa comercial muy sencilla: lo que es bueno para Trump es malo para el peso.
Dado el declive de Trump en las últimas semanas, no es de extrañar que el mercado de divisas está señalando que Clinton puede comenzar a planear su mudanza. Después de bajar a 20 pesos por dólar a finales de septiembre, la moneda mexicana ha tenido un repunte de más de 4 por ciento este mes, conforme los comentarios groseros del candidato acerca de las mujeres y sus pobres resultados en los debates han dañado su campaña para la presidencia.
"La mayoría de las personas han abandonado la idea de una victoria Trump", dice Dirk Willer, director de estrategia de divisas de mercados emergentes en Citigroup.
Willer piensa que, según los flujos de divisas extranjeras que ha visto el banco, los inversionistas a corto plazo como los fondos de cobertura ya no están apostando por un peso débil. De hecho uno de los mayores bancos ha concluido que la relación peso-dólar ya no indica la posibilidad de una presidencia Trump.
Aunque el candidato de 70 años de edad a menudo ha hablado sin pensar con respecto a su política en relación a México, sus comentarios ofensivos no son la causa de la perturbación del peso. Una lógica más coherente ha guiado a los especuladores de la moneda. México sería el gran perdedor si Trump llegara a asumir la presidencia con un gobierno basado en la retirada estadounidense de la globalización.
Los vínculos entre las economías vecinas se han profundizado a raíz de la creación de una zona de libre comercio desde México hasta Canadá en 1994. Cuando Bill Clinton firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TCLAN), las importaciones estadounidenses de México se incrementaron en un 600 por ciento y EU ahora es el destino de 80 por ciento de las exportaciones de su vecino.
Según Barclays, los sectores manufactureros de ambos países están tan entrelazados que el ensamblaje de automóviles en las fábricas estadounidenses en México depende de la transportación de partes automotrices a través de la frontera en promedio siete veces para cada vehículo producido.
El dilema del peso no sólo ha sido causado por los fuertes vínculos entre las dos economías. La moneda es más fácil de comercializar que las divisas de otros países que han sido el blanco de la retórica de Trump. El peso ocupa el segundo lugar en liquidez entre las divisas de los mercados emergentes, según una encuesta publicada en septiembre por el Banco de Pagos Internacionales.
China, por ejemplo, ha sido criticada severamente durante la campaña. Sin embargo, el renminbi respaldado por el banco central de China — que cuenta con suficientes reservas de cambio — es un blanco menos atractivo para especuladores que el peso respaldado por un más débil banco central mexicano.
Si Trump llegara a triunfar, el Banco de México seguramente tendría que usar sus reservas para ayudar a compensar la venta del peso. Por otro lado, si gana la Sra. Clinton seguramente veremos un repunte en el peso debido al alivio que sentirán todos en el país.
Si ella asume la presidencia, sería un gran error pensar que se normalizará la política estadounidense con respecto al peso y las divisas de otros mercados emergentes. La retórica anti-comercio de Trump ha sido la más voraz, pero la ira en contra de las inequidades causadas por la globalización animó la campaña de Bernie Sanders durante las elecciones primarias. De hecho, Clinton ha limitado su apoyo para el libre comercio durante su campaña.
La lección más importante de esta campaña para los inversores en los mercados emergentes es que una gran parte del electorado estadounidense ya no cree en la premisa de que la globalización ilimitada es lo mejor para el país.
Por eso dentro de dos semanas, independientemente de quien gane la contienda presidencial, valdrá la pena seguir el desempeño del peso mexicano.
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