“Ya aprendí a comer keto y bajé 14 kilos!”, “recetas para almuerzo keto”, “¿cómo hacer una pizza keto?”, “listas de compra para empezar keto”, “hamburguesa keto”, “snack keto”, ¡todo keto!
Es sencillo encontrar en las redes sociales este tipo de recomendaciones y recetas sobre la dieta cetogénica (keto), la cual promete perder peso rápidamente y es considerada por algunos un “estilo de vida” que gana popularidad.
Pese a estar en el radar de tendencias, no es algo novedoso, pues existe desde principios del siglo pasado, cuando se usaba como tratamiento para enfermedades como la epilepsia.
Antes de subirte por tu cuenta al barco keto, primero recuerda que no existen dietas milagrosas y todo plan de alimentación debe estar supervisado por un profesional de la salud.
¿Cómo funciona una dieta keto?
La doctora Karen A. Rodríguez Lemus explica que primero hay que comprender cómo funciona una dieta normal: “Una dieta saludable debe de incluir un 60% de carbohidratos, 30% de grasas y 10% de proteínas a grandes rasgos. Esto varía dependiendo de la edad de las personas y de que no tengan enfermedades. Está calculada de esta forma por el tipo de metabolismo que tenemos los seres humanos”.
De acuerdo con la especialista, una dieta cetogénica modifica estos porcentajes al disminuir los carbohidratos y aumentar mucho más las grasas y proteínas.
Así, en un menú keto hay café, té, mantequilla, queso, huevo, pescado, carnes magras, aves, verduras, aceite de oliva; se evitan alimentos con contenido de carbohidratos, como jugo, papa, pasta, pan o fruta.
De esta manera, cuando no se consumen carbohidratos, el cuerpo es obligado a cambiar el metabolismo: se comienzan a metabolizar las grasas consumidas más que las acumuladas y se producen cetonas, las cuales proveen la energía en reemplazo de la glucosa.
“El cuerpo quema la grasa acumulada y con esto bajamos de peso a una velocidad mayor que la que bajaríamos con una dieta convencional. Sin embargo, no es la moneda mágica para bajar de peso, todo cambio en el metabolismo tiene consecuencias”, detalla Rodríguez Lemus.
Aída Cecilia Trejo Rico, nutrióloga de la Universidad Iberoamericana y especialista en diabetes y medicina del deporte, coincide en que ésta no es una “dieta comodín” para bajar de peso, sino que es terapéutica y tiene beneficios en casos específicos, como el control de peso y de la glucosa en sangre.
¿Qué debe vigilarse?
La doctora Rodríguez explica que entre los efectos adversos pueden presentarse dolores de cabeza, mareos y otros síntomas neurológicos, debido a la falta de glucosa, ya que ésta es la única molécula que puede usar el cerebro para obtener energía.
Asimismo, es posible la aparición de cálculos renales o insuficiencia renal ante el aumento de proteínas, ya que los riñones no son capaces de procesarlas en gran cantidad; también incrementa el riesgo de infartos, por el alto consumo de grasas.
Por su parte, la nutrióloga Cecilia Trejo detalla: “Debe ser llevada con la estricta vigilancia en el área de nutrición y/o médica especialista en obesidad. La ingesta de agua y el control de los electrolitos en esta dieta son claves para hacerla sostenible en un largo periodo y obtener beneficios más concretos, de lo contrario puede provocar litiasis (cálculos), deshidratación, calambres”.
“Es una dieta eficaz para bajar de peso, pero debe estar monitoreada por profesionales de la salud con laboratorios que aseguren que la persona no tiene ninguna enfermedad previa, por poco tiempo, y sabiendo que existen riesgos potenciales”, concluye Karen A. Rodríguez.