Si tienes antojo de un “tempranillo” al estilo de Lucía Méndez, es decir, un vinito a eso de las 11 de la mañana, la mejor opción son las mimosas, una deliciosa combinación de vino espumoso con jugo de naranja.
En días pasados un desliz de la actriz se volvió tendencia en redes sociales al recordarse una entrevista con Matilde Obregón donde confundió un vino Tempranillo con beber alcohol temprano.
En esa charla, Lucía Méndez estaba contando que en un día nublado estaba sola en su casa y se puso “un cuete de buró”: tomó tres o cuatro copas de un vino tinto que le regaló una amiga a la que considera una “catadora de vinos increíble”:
“Sabía riquísimo, no me sabía tan fuerte, porque es así como yo me emborracho: cuando el alcohol no me sabe a alcohol. Me sabía muy a uva porque era un vino muy joven; ella me explicó que cuando la uva es joven es menos fuerte”.
“¿Era un Tempranillo?”, preguntó Matilde; “Sí, eran como las 11 de la mañana, contestó Méndez.
Sin embargo, un vino Tempranillo se refiere más bien al que se hace con un tipo de uva tinta originaria de España, lleva ese nombre porque madura temprano, semanas antes que otras variedades.
El Tempranillo tiene notas frutales y es un acompañante ideal para casi cualquier tipo de comida, en especial pastas con salsas livianas, carnes asadas, como cordero, pescados, todo tipo de guisos y embutidos, y quesos suaves, según recomienda la bodega Cillar de Silos.
En cambio, para beber temprano son tradicionales otro tipo de bebidas, como las mimosas, protagonistas en un brunch, una comida que se hace antes del almuerzo o más bien un desayuno tardío que se acostumbra entre las 11 de la mañana y las 3 de la tarde, usualmente los domingos.
Hay de todo, es tipo buffet, además de las mimosas se sirven todo tipo de huevos, en especial los Benedictinos, pan tostado, fruta y hasta ensaladas, aves y mariscos.
Así que como dice Lucía Méndez: “órale, dale, dale, dale”.
¿Cómo se hace una mimosa?
Las mimosas son cocteles refrescantes y frutales, llegaron a las mesas en la década de los 20, hace cerca de 100 años.
Se cuenta que el primero en servirla fue el Buck’s Bar de Londres, luego el bar del Ritz de París.
La composición era desde entonces muy sencilla: en una copa se sirve jugo de naranja recién exprimido con vino espumoso, de preferencia champaña.
Aunque la champaña es tradicional en las mimosas, en realidad se puede hacer con cualquier otro vino blanco espumoso, hay opciones de todos los precios, incluso hay recetas que incorporan rosado espumoso.
Hay diversas versiones, algunas usan otros jugos como fresa, durazno, piña o mandarina.
También se hacen cocteles derivados como Grand Mimosa con licor de naranja, Poinsettia con jugo de arándanos, o Megmosa con jugo de toronja y frambuesas.
Se recomienda que las proporciones de ambas bebidas sea en partes iguales, primero va el jugo, luego el vino.
Se sirve en una copa tipo flauta fría (con 30 minutos en el congelador es suficiente).
Si quieres puedes poner una cereza en el fondo de la copa, al final se decora con una rodaja de naranja y ahora sí, a beber “tempranillo”.