Cada 14 de febrero los chocolates transitan las calles con sus mejores galas: en elegantes cajas con un moño, en tazas medio llenas, como cubierta de pasteles, en bombones y muchas formas más para demostrar afecto por el Día de San Valentín, patrono de los enamorados.
Se cuenta que en Roma, el emperador Claudio II prohibió los matrimonios porque consideraba que los solteros sin hijos eran mejores soldados, sin embargo, San Valentín desafió su orden y puso en riesgo su vida para unir a las parejas en matrimonio, el emperador ordenó su detención y fue decapitado.
Así, cada 14 de febrero se conmemora a San Valentín, tradición adoptada en América del Norte a principios del siglo XVIII.
De acuerdo con un artículo de National Geographic, el 14 de febrero se regalan postales debido a una creencia medieval que comenzó en Inglaterra y Francia, se dice que a mediados del segundo mes del año todas las aves escogen a su pareja; los chocolates tardaron un tiempo en meterse a esta tradición amorosa.
¿Cómo se relaciona el Día de San Valentín con el chocolate?
Antes de llegar a esas cajas de regalo por San Valentín, el chocolate era una bebida a base de cacao que se consumía Durante la época prehispánica. En tierras mesoamericanas siempre había sido pensada como una bebida, la cual luego fue mezclada con leche y azúcar, altamente valorada en la Nueva España y en Europa, en especial en los conventos y en las cortes.
Según explica El pequeño Larousse Gastronomique, en México no se le concebía como una golosina, lo cual influyó en que la técnica para transformarlo se perfeccionara en tierras europeas.
En el artículo Alimentos con historia: Chocolate, el investigador Ismael Díaz Yubero explica que este proceso se remonta a principios del siglo XVII, cuando comenzó a elaborarse chocolate sólido; su uso primero fue limitado, pero aumentó cuando el consumo de chocolate en taza disminuyó al ser sustituido con el café. Con ello, en meriendas y bocadillos se servían onzas de chocolate como protagonista y comenzó a fabricarse con frutos secos.
“Una vez consolidado el consumo en toda Europa, el chocolate ya no fue solamente un placer más o menos romántico. Las perspectivas económicas eran muy prometedoras y las fábricas de golosinas existentes tomaron cartas en el asunto”, describe el investigador.
Llegaron los bombones, pasteles, helados, pastillas de chocolate, chocolateras hechas en plata y oro especialmente para ser ostentadas por la nobleza y la burguesía.
Vino una revolución chocolatera en el siglo XIX: en Holanda se patentó un sistema para hacer chocolate en polvo, varias fábricas inglesas comenzaron a competir al elaborar barras de chocolate, una de ellas, de John Cadbury, inició con la venta de bombones en cajas decoradas con la litografía de su hija Jessica con un gato en brazos.
Ismael Díaz Yubero describe que estas peculiares cajas tuvieron gran aceptación: “se convirtieron en el regalo ideal, en muchas ocasiones y, en concreto, en el día de San Valentín, al que por aquellos años se le proclamó patrón de los enamorados”.
El negocio del chocolate se disparó, fue la época en que aparecieron las fábricas de Turín y a la par Daniel Peter se asoció con Henry Nestlé, quien se había especializado en hacer leche en polvo, juntos produjeron el primer chocolate con leche en 1879.
En la publicidad, comenzó a comercializarse el chocolate como el equivalente a una declaración de amor, en 1868 la empresa de Cadbury, que ya era popular por sus “fancy boxes”, hizo una caja especial en forma de corazón para San Valentín, las cuales, una vez vacías, eran usadas para que los enamorados guardaran sus cartas.