En las entradas de las pulquerías nunca faltaban las “enchiladeras”, con sus tortillas bien picosas capaces de bajar la borrachera de una mordida; aún antes de que existieran las pulquerías, había otras vendedoras que ofrecían la bebida en puestos de plazas y mercados, llevaban esas mareas blancas a las calles; su sabor llegó incluso a la boca de la pintora Frida Kahlo, quien se reunía con otros artistas para pintar en la pulquería La Rosita, en Coyoacán; o bien, a las manos del personaje del cine “La Corcholata”, de Carmen Salinas.
El pulque es una bebida vinculada a lo femenino desde la raíz, en uno de los mitos sobre su origen se cuenta: “era mujer la que comenzó y supo primero agujerar los magueyes, para sacar la miel de que se hace el vino, y llamábase Mayahuel”, escribió Fray Bernardino de Sahagún en Historia General de las cosas de la Nueva España. En otras historias se menciona que ella se transformó en la planta o como diosa del maguey.
“Hasta el día de hoy muchas tlachiqueras siguen preservando dicho saber, ya sea al vender y producir pulque, ya sea para alimentar a su familia y proveerlos de nutrientes energéticos para el trabajo de la milpa”, describe Mishel Nayeli Dávila Vargas en el artículo Las hijas de Mayahuel, historia de las mujeres y el pulque.
La historiadora destaca que en el mural de los bebedores de Cholula, del año 200-250 d.C., se plasma la imagen de 110 personas tomando pulque, entre ellas hay cuatro ancianas lo cual muestra que se bebía sin restricciones de género y también tenían un papel fundamental en los rituales.
Sin embargo, aunque las mujeres han bebido pulque desde hace mucho más de 500 años, en algún momento de la historia la bebida comenzó a construirse desde lo masculino.
“Hasta la fecha hay mujeres que creen que no pueden entrar a las pulquerías”, explica en entrevista Patricia Cardoso, quien se dedica a la difusión del pulque.
“Ha sido un mundo muy masculino, pero las mujeres siempre han estado presentes. Hay quienes creen que sigue siendo totalmente de hombres este mundo pulquero, afortunadamente cada vez hay más mujeres involucradas en todos los niveles, desde tlachiqueras, mujeres que siembran magueyes, hasta mujeres que tienen pulquerías”, detalla.
Durante cerca de 15 años Patricia ha recorrido pulquerías de la metrópoli y de diversos pueblos, tinacales y más, en 2011 fundó Pulquipedia, la enciclopedia libre del pulque, organiza recorridos y diversas actividades para que la gente conozca los distintos procesos.
En los tinacales ha encontrado muchos mitos vigentes que excluyen a las mujeres, se dice, por ejemplo, que ellas no pueden entrar ahí porque si están menstruando el pulque se “corta” debido a que la Mayahuel se pone celosa o a causa de los perfumes que usan, aunque la restricción no aplica para hombres con lociones; además, hasta hace unos años no era tan fácil entrar sola a una pulquería.
Mujeres pulqueras: ‘de buena conciencia’, ‘terribles’ y ‘habladoras’
Pese a todos los cambios y choques culturales después de la Conquista, durante la Colonia las mujeres mantuvieron su dominio en el pulque.
La historiadora Nayeli Dávila detalla que en esa época el pulque y el maguey seguían involucrados en rituales dedicados a Mayahuel; en aquel entonces se permitía vender el blanco, pero no el compuesto por considerarlo más embriagante.
Además, las encargadas de comercializarlo eran las mujeres de pueblos originarios, solo a ellas se concedieron licencias para comercializarlo en plazas y tianguis de la Ciudad de México.
De acuerdo con su recopilación, en 1608 circuló otra ordenanza para controlar el mercado pulquero: por cada cien “indios” debía nombrarse a “una india anciana de buena conciencia que les venda dicho pulque blanco”, las consideraban una autoridad reguladora de la sociedad.
A mediados del siglo XVII había casas de pulque, muchas eran atendidas por mujeres, en esa época nacieron las pulquerías.
Para el XVIII hay registro de prejuicios sobre las mujeres y la embriaguez en general, según el artículo Pulque y evangelización de Sonia Corcuera, en 1713 fray Manuel Pérez mencionaba a la mujer como viciosa del pulque, otras veces como víctima del bebedor, “cuando ellos están borrachos, dice el fraile, se tornan libidinosos y cuando ellas se embriagan se vuelven terribles y vehementes, iracundas y habladoras”.
Por ese entonces se suponía que en la Ciudad de México no debía haber más de 36 pulquerías para hombres y 24 para mujeres, pero abundaban más en cada barrio y “la separación por sexos nunca funcionó”, describe Corcuera.
Luego, en 1751 se expidió un decreto que permitió unir a las personas bebedoras para no separar padres de hijas y maridos de esposas.
El Porfiriato y su moral cervecera
Era ya el siglo XIX, en pleno auge de las haciendas pulqueras, cuando las mujeres comenzaron a perder fuerza económica en el pulque, según la historiadora Nayeli Dávila.
Aunque en el comercio informal ellas lideraban la venta, y algunas eran accionistas de la Compañía Expendedora de Pulques como Trinidad Scholtz, viuda de Iturbide, Teresa Fernández de Róbalo e hijos y María de Jesús Goribar de Saldívar, también aumentaron los reglamentos y reformas sobre la bebida, se le comenzó a considerar sucia, insalubre e inmoral, relacionada con la pobreza, la delincuencia, lo cual incrementó con la llegada de la cerveza al territorio mexicano a finales del siglo.
El siglo XX trajo consigo los famosos “departamentos de mujeres”, pues en 1923 se hizo oficial un mandato para las pulquerías de la Ciudad de México en el cual se les prohibió el acceso al área común a niños, soldados, policías y mujeres.
Según Dávila, esto estaba influenciado en las campañas antialcohólicas y el prohibicionismo en Estados Unidos, aunque ellas tenían un espacio para el consumo, era mal visto que bebieran alcohol por su “destino generador de vida” y de crianza.
El mandato estuvo vigente durante 59 años, hasta 1982. La historiadora dice que Las Duelistas fue una de las primeras pulquerías que abrió el espacio mixto.
Esas puertas del “departamento de damas” aún permanecen en la infraestructura de pulquerías de tradición como La Antigua Roma, aunque ya no se utilizan.
Patricia Cardoso comenta que la apertura fue un proceso paulatino, ya que los dueños de pulquerías tardaron varios años en aceptar esa ley, no lo veían bien.
Las mujeres reconquistan el pulque
¿Por qué siguen vigentes mitos como los que prohíben a las mujeres entrar a tinacales? “Porque sigue habiendo muchos hombres en el mundo del pulque”, considera Patricia Cardoso, “es una cuestión muy machista que seguimos viviendo”.
“Nos falta muchísimo por recorrer”, ella también afirma que aunque se han retomado lugares en todos los ámbitos, hay algunos hombres que siguen preguntándose “¿cómo va una mujer sola a una pulquería?”
Patricia destaca que las mujeres están muy activas pese a que alrededor del 95 por ciento es negocio de hombres, no solo están en el consumo del pulque, están abriendo espacios, hacen ferias, festivales, lo venden, visitan pulquerías solas, cantan ahí, asisten como artesanas a diversos sitios del pulque, hay chefs que usan la bebida en sus preparaciones, también en el turismo.
Incluso hay pulquerías fundadas por mujeres, Patricia menciona algunas como El Tinacalito, Sol de lluvia, La Indigenta, La Negrita, La Pipirisnais, La trinchera de Zapata, La Malpensada, o bien proyectos como El Vagabundo Cultural, liderado por quien organizó Expo Maguey en Tlatelolco y llevó el pulque al Vive Latino, “todas ellas son pioneras y han trabajado mucho por tener lo que tienen ahorita”.