En un futuro, cuando por fin los seres humanos logren habitar Marte, podrían estar sentados en algún lugar del planeta rojo masticando chicles creados con resina de zapote, sabor a frambuesa o manzana, mientras recuerdan sus tiempos en el planeta Tierra.
Bien podría ser una película de ciencia ficción, pero es un proyecto real en el cual trabajan el chef yucateco Pedro Evia y el ingeniero industrial Eduardo Rukos en el laboratorio del restaurante K’u’uk, de Mérida, Yucatán.
El restaurante K’u’uk es uno de los muchos proyectos gastronómicos del chef Pedro Evia, abrió en 2012 y de especializa en técnicas de fusión, mezcla de ingredientes autóctonos y cocina de vanguardia que le ofrecen una nueva experiencia culinaria, ahí bien puedes encontrar chicles con fruta liofilizada, vino en polvo o una pirámide de Chichen Itzá de chocolate.
Evia es dueño de 33 restaurantes y embajador de la cocina mexicana por el mundo, recientemente abrió su primer proyecto europeo en Madrid, España, Q78, “el primer mexicano de España sin tacos” que olerá a “humo, tierra y tradición”, según comentó en una entrevista estos días.
El restaurante K´u´uk de Mérida es uno de sus proyectos insignia, en su página Eduardo Rukos y Pedro Evia explican que nace del “sueño de crear un espacio en el que la tradición y la vanguardia fueran uno mismo”.
Además destaca como el único de Latinoamérica con un laboratorio de investigación; el ingeniero Eduardo Rukos es director de K´u´uk Investigación y se pueden hacer prácticas y estadías profesionales.
¿Chicles en Marte?
De acuerdo una publicación de Eduardo Rukos, el chicle está en el menú del restaurante desde 2014, las comunidades mayas acostumbran mascar el chicle (resina del árbol de chico zapote) para limpiarse los dientes o entretener el hambre al trabajar durante varias horas, forma parte de su menú de degustación.
En ese laboratorio han trabajado en alianzas con productores locales para tratar temas como la preservación de los cultivos, crean sabores inusuales como de maíz con caramelo y de achiote. Hace un tiempo llamaron la atención de Mars City Design.
Mars City es una plataforma de innovación y diseño fundada por la arquitecta y cineasta Vera Mulyani, la cual busca desarrollar tecnologías que permitirán asentamientos humanos interplanetarios exitosos, además de soportes de vida ecosostenibles y tecnologías de infraestructura resistentes a ambientes extremos, la comida es uno de los temas importantes para pensar en una vida en Marte.
La habilidad con la experimentación de ingredientes y sabores del chef Evia y el ingeniero Rukos llamó la atención de Vera Mulyani, quien busca medios alimenticios duraderos que logren recrear recuerdos a través de los sentidos.
Resulta que los chicles elaborados con la resina del zapote pueden lograrlo, adaptar y concentrar sabores, el chef Evia ya había hecho anteriormente chicles de chile habanero, por ejemplo.
Chiles que evocan recuerdos
Según comentó el chef Evia a EFE, con este proyecto con la NASA y Mars City, busca llevar “sabores terrestres a través de chicles de manzana o frambuesa”.
En la página de K´u´uk Investigación se detalla que el objetivo es trasladar al planeta rojo situaciones de vida terrestre al espacio tratando de asegurar los recuerdos por medio de la goma del árbol de zapote, los sabores serán capaces de recrear una tarde lluviosa, un campo de futbol, una biblioteca, una noche de whisky, un café en una esquina de París.
“Las propiedades de la goma natural, además de resistente puede mezclarse muchísimas veces. Si a esta goma se le añade el sabor en esencia o liofilizado puede llevarse con poco peso al espacio una gran cantidad... Igualmente planteamos la posibilidad de utilizar los SEAgels con sabores preestablecidos en placas grandes que puedan utilizarse como aislante de las naves y contenedores espaciales que, al llegar a su destino, se desmantelen para ser utilizados dentro del proyecto gastronómico espacial”, detalla una publicación de 2016 de K´u´uk Investigación, ya que lleva varios años en desarrollo.
El chef Evia cree que la gastronomía mexicana cada vez es más apreciada en el mundo, especialmente desde que fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2010, ahora podría serlo en otros planetas.