Tin tin tin tin tin... Así suena el café en el puerto de Veracruz, cuando el sonido de la cuchara que timbra contra un vaso de cristal invoca a un mesero apresurado con una jarra de leche caliente, entonces empieza lo bueno: ésta cae cada vez desde más alto sobre el concentrado de cafeína, se convierte en una marea que lo mezcla y termina una capa de espuma que corona al ‘lechero’.
Esta escena de café con leche se repite una y otra vez en el Gran Café La Parroquia, un establecimiento cuya historia empezó al menos desde hace 215 años y se escribe entre conchas rellenas de frijoles y el sonido de la marimba que le pone sabor al desayuno.
“Venir a Veracruz y no pasar al Gran Café de la Parroquia es como no haber venido a Veracruz”, dice la gente en el puerto.
¿Cómo nació el Gran Café La Parroquia?
En 1808, un joven catalán llamado José Capdevill abrió en el Portal de la Parroquia (construido en 1740) un establecimiento que empezó a operar como una pulpería (tienda de abarrotes).
Ahí vendía y fabricaba té y vino, además de café, el cual era un producto muy novedoso para esa época: según el cronista Salvador Novo en Historia Gastronómica de la Ciudad de México, a principios del siglo XVIII el café era un producto de importación en el Nuevo Mundo.
Se considera 1808 como la de su fundación, aunque bien puede ser más antiguo, pero es el primer registro de su existencia que consta en los archivos históricos, donde ese año figura un enfrentamiento en la Pulpería del Portal de la Parroquia entre franceses y residentes del puerto, así que, ¿por qué no tomar ese caos para conmemorar la inauguración?
El local estaba en un lugar bastante concurrido, frente de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, actual Catedral de Veracruz, justo en el puerto.
Algunas versiones señalan en sus primeros tiempos se llamaba El Caballo Blanco, pero hacia 1858 ya era conocido como Gran Café La Parroquia e importó de Europa la novedad de poner mesas debajo de los portales.
Por sus mesas han pasado todo tipo de personalidades, como el escritor Carlos Fuentes, también se cuenta que por ahí rondaba Agustín Lara: según National Geographic, el cantautor les mandaba cheques en blanco con notas en las que solicitaba “favor de enviarme café”.
Además, afirman que ahí almorzó el presidente Porfirio Díaz antes de abandonar México e irse al exilio a Francia, pidió leche caliente con café, canilla y jugo de papaya, por ello aún lo sirven en su honor en la cafetería.
La lista sigue y sigue, desde el presidente Luis Echeverría, hasta el príncipe Carlos de Inglaterra y el ‘rey’ de la comedia: Cantinflas, incluso recientemente el canciller Marcelo Ebrard.
¿De dónde viene la tradición del café ‘lechero’?
El café comenzó a conquistar los paladares mexicanos hasta finales del siglo XVIII y lo logró gracias a la leche, de hecho, en esa época también se abrió en la calle de Tacuba el primer café de la Ciudad de México, en el que, según cuenta Novo, los camareros se paraban en las puertas para invitar a los transeúntes a pasar a tomar café “al estilo de Francia” (endulzado y con leche).
En Veracruz, por esas fechas, comenzó la tradición del ‘lechero’ en el Café La Parroquia: en 1890 las rutas del tranvía pasaban frente al negocio muy temprano y los choferes solicitaban su taza de café con leche; para que anticiparan su pedido, hacían sonar las campañas del tranvía y así comenzó la tradición del tintineo.
Este estilo de café (con concentrado y servido en vaso de vidrio con leche al gusto) fue retomada en la primera mitad del siglo XX por los cafés de chinos de la Ciudad de México, incluso es producto estrella de un negocio que derivó de uno de estos establecimientos: Bísquets Obregón.
¿Quién es dueño de Gran Café La Parroquia?
De acuerdo con su historia oficial, este emblemático lugar fue fundado por José Capdevill y a lo largo del siglo XIX fue operado por su familia, luego por varios españoles como Rafael Méndez y el señor González.
En 1926 el negocio fue comprado por José Fernández, quien venía de Santander, España. Luego fue administrado por sus sobrinos Marcelino y Fernando Fernández Lavid, refugiados de la Guerra Civil Española en la década de los 40.
Fernando llegó a México cuando tenía solo 14 años, cuando él y su hermano se hicieron cargo lo convirtieron en dos grandes cafeterías: El Café de la Parroquia y la Parroquia de Don Marce, las cuales trasladaron al Paseo del Malecón.
Fernando murió en 2010 y Marcelino en 2005, aunque el Gran Café La Parroquia sigue en manos de la familia Fernández y ahora usa el mismo nombre para sus establecimientos.
En entrevista con National Geographic, Ángel Fernández, hijo del señor Fernando, comentó: “Este lugar tiene miles de historias que contar. Fue el primer establecimiento con luz de gas en el puerto de Veracruz, y en sus 200 años el café ha presenciado las invasiones francesas, españolas y norteamericanas del puerto”.
El gusto porteño recomienda acompañar ese café con leche con un pan de dulce o de manteca, tomarlo con calma, para darle un sorbito al pasado.
¿Dónde? Av. Valentín Gómez Farías 34, Faros, 91700 Veracruz.