En la década de los 60, las escuelas públicas en México vieron llegar sus primeros desayunos escolares y los libros de texto gratuitos, en los cuales había recomendaciones para las infancias de la época sobre la comida saludable, como un cuento en el que una mamá le da tamales y atole de masa a su hijo que está “malo”.
Todo comenzó durante el sexenio de Adolfo López Mateos, cuando el poeta Jaime Torres Bodet era titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP): en 1959, dicha instancia lanzó una convocatoria para redactar los primeros libros y cuadernos de trabajo que se usarían durante la primaria.
La Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) se fundó en 1959, ya que antes de ese momento los padres de familia eran quienes debían conseguir los textos que se utilizarían para las clases. Casi un año después, el 16 de enero de 1960, Jaime Torres Bodet llevó a El Saucillo, San Luis Potosí, los primeros ejemplares, titulados: Mi libro y Mi cuaderno de trabajo de primer año.
En las portadas estaban los rostros de Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Francisco I. Madero, creados por el muralista David Alfaro Siqueiros.
En su interior, los libros contenían muchos dibujos y ejercicios para aprender a escribir, siempre en cursiva, ese estilo de letra que marcó la escritura de abuelos y padres, tan olvidado en la actualidad. Además, había algunas indicaciones alimentarias.
Había materias como: Lengua Nacional, Escritura, Aritmética y geometría, Estudio de la naturaleza, Geografía o Civismo e historia.
¿Cómo eran los primeros libros de texto gratuitos de la SEP?
En materias como Lengua Nacional, se mencionaban alimentos en ejemplos para aprender a leer, con frases recreadas de la comida cotidiana, como: “Mamá puso la mesa, papá toma la sopa, Amalia pide la sal, Memo se la da”, además de dulces típicos hoy menos usuales, como los merengues.
En la materia Estudio de la naturaleza, un personaje llamado Luis ponía el ejemplo sobre qué comer: fruta, huevos, verduras, carne, pollo, pescado, queso, mantequilla, pan (aparecen un bolillo y una telera), tortillas y frijoles.
En bebidas, se explicaba que Luis tomaba leche, jugo de frutas, agua y atole, pero no café, vino y pulque; cabe destacar que durante años, en México el pulque era de una bebida cotidiana, incluso tomada por niños y mujeres lactantes.
Dicha publicación, también comentaba hábitos de higiene para antes y después de ingerir los alimentos, como lavarse las manos.
Otro tema en la materia de la naturaleza destacaba los diversos usos de las plantas, algunas para comer (trigo, maíz, frijol, aguacate, etc.) y otras para vestir, como el henequén, un tipo de agave que se cultiva desde la época prehispánica.
También destacaba una sección de “plantas que curan”, como la manzanilla, hierbabuena, borraja y sauco, usadas popularmente para aliviar malestares; o aquellas que “dañan”: ciertos hongos, ortiga y adormidera.
En aquellas publicaciones se le daba importancia a la forma en la que se obtenían los alimentos del campo y la ganadería, mediante la siembra o la crianza de animales que proveían carne, huevos, leche, manteca y demás derivados; otros tantos como los ratones: “debemos destruirlos”.
De hecho, también aparece la siembra como parte de las actividades cotidianas de las infancias; quienes fueron a la escuela en esa época recuerdan que en los días de cosecha las clases se detenían para poder ir a ayudar al campo a las escuelas.
En Geografía, también había temas relacionados con las cosechas, como la posición de la luna o el sol o la inclinación de los rayos solares, además de los alimentos que producía o no la localidad.
En Civismo e historia, la preparación de los alimentos se describía como una labor de las mujeres, mientras que los hombres debían dar el dinero.
Además, en Mi libro de trabajo de primer año se plasmaron varios cuentos, ejercicios de escritura y lectura como: ‘La mamá de Luis’, donde se relata que ella le da tamales y atole a su hijo para mimarlo cuando se enferma.... que por cierto los atoles en México se han asociado durante años con propiedades para reponer fuerzas, de hecho, es el alimento fundamental en el desayuno en algunas regiones.
Los tamales y tortilla aparecen en otras historias, como alimentos para jugar a la comidita o llevar al recreo.
Puedes consultar los ejemplares completos en la búsqueda histórica de libros de primaria del sitio web oficial de Conaliteg.