Cuando en la Ciudad de México suena la alerta sísmica, parece que su sonido retiembla en todo el cuerpo: el corazón se acelera, el sudor llega a las manos, los músculos se tensan, le llaman ‘susto’ y su cura es un bolillo, según la tradición popular.
Cada 19 de septiembre más de un chilango tiene un pan a la mano, por si acaso, pues los sismos en estas fechas han demostrado que puede necesitarse.
¿Qué es ‘el susto’?
El susto es definido por la Real Academia de la Lengua Española como una impresión repentina causada por miedo, espanto o pavor, viene de sustar, y este del latín suscitāre, “excitar”, “suscitar”; aunque en México el malestar puede ir más allá y adquirir la calidad de enfermedad.
De acuerdo con un artículo publicado en el portal de la UNAM, el doctor Roberto Campos Navarro explica que el susto o espanto es una de las enfermedades culturalmente delimitadas en América Latina, al igual que el mal de ojo, el empacho, la caída de mollera y el mal de viento, las cuales no son reconocidas por la medicina académica y se tratan a través de la popular.
En el texto, escrito por Fernando Guzmán Aguilar, se explica que el susto se conoce desde la época prehispánica y es producida por un evento sorpresivo y fuerte que deja “datos de trastorno mental” en las personas.
Según la región, hay varios remedios que se consumen para el malestar momentáneo o para sus complicaciones posteriores.
También en países como Argentina, después de un susto hay quienes acostumbran dar a beber agua con azúcar y rezos para los niños porque se dice que cuando se asustan sus almas son tan vulnerable que se van y es necesario llamarlas.
¿Comerse un bolillo funciona ‘pa’l susto’?
El bolillo es una de las formas más comunes del pan de sal, es fundamental en la dieta chilanga, de tradición panadera, a veces es plato o cuchara al comer, puede convertirse en mollete, torta, “guajolota” (torta de tamal), en ocasiones no se le pone nada, solo se chopea, doradito y crujiente, en el chocolate.
Por consejo que ha pasado generación tras generación, desfila en las calles después de una gran impresión, como un sismo, “para el susto”.
De acuerdo con una publicación de la Coordinación de Nutrición UNAM, después de un “susto”, entendido como una reacción repentina ocasionada por el miedo, el cuerpo reacciona ante la sensación de peligro y se prepara para huir o luchar.
Así, el cuerpo segrega adrenalina y cortisol, lo cual acorta la respiración, acelera el ritmo cardiaco, los músculos se contraen; se alteran los niveles de glucosa en la sangre para tenerla disponible para cualquier órgano que la requiera; además, como respuesta al estrés se secretan jugos gástricos que pueden ocasionar acidez o náuseas.
Dicha Coordinación explica que el bolillo funciona porque ayuda a estabilizar la glucosa en la sangre y contrarrestar la sensación de “hueco en el estómago”, además, los carbohidratos inhiben la producción de ácido gástrico.
Nayeli Xochiquetzal Ortiz Olvera, profesora de la Facultad de Medicina dice a Gaceta UNAM: “ingerir un pan reduce esa acidez tan molesta, como bien sabían nuestros antepasados”.
Además, este alimento inhibe la secreción de ácidos por su cantidad de carbohidratos: “nos ayuda a reponernos de un susto. Además, por ser masudo y tener la corteza dura, nos obliga a masticar, lo cual nos distrae y aminora nuestros miedos”.
Masticar un alimento se puede conseguir también con otros alimentos, incluso se suele sustituir al bolillo por una tortilla.
¿Qué comer para el susto? Remedios populares
Un birote o bolillo
En Guadalajara también se usa el pan como remedio para el susto, aunque no es bolillo, sino su “mero mole”: el birote.
El birote es un pan de sal de masa densa y dura que se utiliza para preparar las famosas tortas ahogadas; su consistencia es más correosa que la de un bolillo, también es más alargado.
Es un pan antiguo, según explica el Diccionario enciclopédico de la Gastronomía Mexicana, una de las versiones sobre su creación apunta a que fue creado a principios del siglo XIX por los panaderos franceses que vivían en Guadalajara, de apellido Birot o Birrot; otra apunta a un panadero de apellido Pirotte.
Naranja agria o limón
En otras regiones, se acostumbra dar a la persona alterada o asustada una naranja agria o un limón, para que lo chupe, de esa manera se cree que se logra relajar.
Cerveza
En otros lugares como Mérida, Yucatán, la bebida a la que se recurre después de un susto es la cerveza.
De acuerdo con el artículo “Enfermedades tradicionales: culturales ( susto, empacho, mal de ojo, caída de mollera, disentería y anginas)”, de la investigadora Inés Aimme Iturbide Pardiñas, después de vivir una experiencia así, el cuerpo suelta energía nociva para la salud y se cree que se expulsa de varias maneras: “ir a orinar, comer un bolillo seco, tomar un té amargo o en su caso tomar una cerveza, esto evitara que sufras este padecimiento como es el susto pero te es al momento del suceso”.
Para todo mal... mezcal
Ya lo dice el dicho “Para todo mal, mezcal; para todo bien, también… y si no hay remedio: litro y medio”.
En Oaxaca esta bebida es la requerida después de vivir un susto, los efectos del alcohol en el cuerpo producen una sensación de calor y relajamiento en especial en bebidas de alta graduación.
Hay otro tipo de prácticas, como en regiones de Hidalgo, donde se escupe mezcal con gusano a los niños que tienen susto.
Pericón y otras hierbas
Hay una gran cantidad de hierbas utilizadas para hacer infusiones en la medicina tradicional, para tranquilizar a una persona, se hace de tila, para un susto, alguna infusión amarga.
Una de las utilizadas es el pericón, según la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana, es una hierba que huele a anís, originaria de México, Guatemala y Honduras, se utiliza para problemas de reumatismo, inflamación, várices, nubes de los ojos, insomnio, resfriado, asma y también para el susto y aire, aunque en menor medida.
Espíritus de tomar
En algunas farmacias hay un producto a la venta para curar el espanto y el susto: “espíritus de tomar” y “espíritus de untar”, es un líquido traslúcido y aromático que se ha usado a través de varias generaciones.