En lo que va de la semana, el peso es la segunda moneda emergente más golpeada por la fortaleza del dólar en los mercados internacionales y es que además de la sensibilidad de la economía mexicana a un posible aumento de las tasas de interés de la Reserva Federal (Fed), los inversionistas ven como un riesgo el que los precios del petróleo se mantengan a la baja.
De hecho, aun cuando los fundamentales de la economía mexicana se mantienen sólidos, la baja de la mezcla mexicana es un elemento de riesgo para los ingresos públicos, los cuales ya fueron recortados en este año ante las expectativas de una menor captación por exportaciones de crudo y todo apunta a que aun cuando ya se aprobó el Presupuesto de Egresos para 2016, bajas mayores corren el riesgo de ajustar, aún más, el gasto público.
Al cierre de octubre, los ingresos petroleros del sector público cayeron 50.3 por ciento en términos anuales aun cuando se registró un aumento de 4.1 por ciento en el volumen de exportación. El comportamiento de los precios en los últimos dos meses del año parece que no van a ayudar a una pronta recuperación.
El escenario de alza de tasas de la Fed afecto al peso desde septiembre del año anterior, cuando los mercados esperaban el ajuste de tasas de la mano del término de su programa de estímulo económico; sin embargo, al peso le ha pegado más la volatilidad de la incertidumbre externa que lo que efectivamente afectará a la economía esa decisión.
En lo que va del diciembre, el peso es la tercera moneda más afectada de las naciones emergentes y es que en este momento algunos inversionistas están anticipándose a la decisión de la Fed y están liquidando inversiones en pesos, para tomar posiciones en el mercado de dinero y accionario de los Estados Unidos.