Monterrey

Javier Amieva: Alinear los objetivos de EU y México es de vital importancia

La política exterior de los Estados Unidos bajo la administración del presidente Joe Biden ha dado un giro de 180 grados en lo que respecta al reconocimiento de los compromisos internacionales signados con la ONU y otros acuerdos internacionales como los de Kioto y París.

El reconocimiento y apego a los acuerdos internacionales de asilo desconocidos por Trump, al restablecerlos Biden, representan hoy uno de los problemas que la facción republicana utiliza en su contra, ya que al hacer cumplir esta obligación internacional, ha tenido que “recibir” a cerca de 40 mil menores no acompañados que han llegado a suelo americano.

El mes pasado al conferirle Biden a la vicepresidenta Kamala Harris la tarea de dirigir los principales esfuerzos diplomáticos de EU para reducir la migración no autorizada, así como las causas desde México y el conocido como “Triángulo del Norte” de América Central, los expertos describieron el trabajo como “peligroso” y como una “granada política”.

“Las semanas transcurridas han demostrado cuán desafiante será el papel mientras la administración busca desactivar una crisis en la frontera que los republicanos han utilizado para descreditar al presidente demócrata Biden…”, señala la agencia Reuters

La vice-presidente Harris ha presionado a los países centroamericanos para que aumenten las tropas en sus fronteras, dijeron funcionarios de la Casablanca, y además ella dijo que planea visitar Guatemala y México, lo que podría suceder en mayo, después de algunas reuniones virtuales que tendrá con los Presidentes de México y de Guatemala en forma separada.

El presidente de México, ha propuesto al gobierno de EU, mostrando posible desconocimiento de las políticas migratorias estadounidenses, una “solución” en la que se expidieran visas por seis meses a trabajadores por tres años y después que se les otorgue residencia permanente automática y camino abierto a la ciudadanía.

Si bien es cierto que México y EU comparten no solo territorio sino intereses económicos y retos de seguridad, la prominencia reconocida de México entre las naciones del centro y sur de América y su enorme peso, pero cuestionable credibilidad en el exterior y su compromiso demostrado con los gobiernos izquierdistas, lo han convertido en un oponente irritante de la política estadounidense en Centroamérica y en el blanco favorito de los republicanos.

Ese esquema, solicitado por AMLO, además representa una acción contraria a la “soberanía puritana” que el mismo ejecutivo reclama cuando recibe comentarios de oficiales estadounidenses; además, la solicitud migratoria también presenta varias filosas aristas.

Primero; EU tendría que cambiar la ley migratoria en lo que hace a Visas Temporales, términos de Residencia Definitiva y todo el proceso de Naturalización, de otra forma Biden estaría violando, igual que su antecesor lo ordenado por Ley y se enfrentaría a millones de solicitudes de casos de adecuación de procesos o cambios de estado migratorio.

En segundo término, de acuerdo a la constitución de EU y la separación de poderes, efectiva en este país, los legisladores y los formuladores de políticas estadounidenses dudan en mezclar los objetivos económicos, migratorios y ambientales con los de política exterior; y prefieren arbitrar estos asuntos por separado.

Entonces la propuesta no es intrínsecamente ilegal pero si imprudente y atentatorio a los objetivos de seguridad a los ciudadanos norteamericanos por el perjuicio que pueda causar en materia económica, especialmente a los trabajadores de este país.

A lo anterior se suma el continuo y cercano rechazo por parte de México de la mayoría de los esfuerzos para vincular las concesiones de seguridad y económicas de EU a la política interna mexicana; siempre considera México que es una violación a su soberanía; y por otro lado los esquemas que han golpeado a empresas de energía norteamericanas en este país.

Finalmente, AMLO ha expuesto en forma pública y abierta un plan que de ser apoyado por los demócratas, y si se implementase a pesar de todo lo mencionado anteriormente, hará estallar la granada que le han conferido a Harris y el primer gran encargo de Biden hacia ella sería el blanco de ataques de los republicanos; hoy los demócratas buscan cuidar la imagen de su vicepresidenta por posibles consideraciones de sucesión.

México se enorgullece de su política exterior independiente, pero será verdaderamente autónoma sólo cuando sus políticas exteriores dejen de oponerse a la mayoría de las políticas estadounidenses relacionadas con otros países a los que muestran lealtades innecesarias.

Las propias preocupaciones de seguridad que México experimenta, pueden beneficiarse con el tiempo, si su temor infundado a que la participación de EU en la región la consideren como un ataque a la soberanía, pero hasta entonces, el mejor camino que puede abordar Washington es la cooperación continua con otras naciones centroamericanas para ganar el apoyo mexicano para los objetivos a una paz en la región, a las leyes ambientalistas a las que ha vuelto la nueva administración y a los objetivos de una verdadera democracia.

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