De acuerdo con el reporte del INEGI sobre la estimación oportuna del Producto Interno Bruto, la economía mexicana cayó 3.8 por ciento en el primer trimestre de este 2021 respecto al mismo período del 2020, con este, suman siete trimestres consecutivos con tasas de crecimiento trimestrales de cero o negativas en términos anuales; desde el segundo trimestre del 2019 para ser más preciso.
Sin duda alguna la pandemia Covid-19 ha sido un factor relevante en la contracción de la economía mexicana, particularmente a partir del segundo trimestre del 2020 y prácticamente desde entonces; sin embargo, no es el único factor.
Para que la economía de un país crezca de manera sostenida se requiere mantener una tasa constante de inversión productiva que conserve la actividad económica del país funcionando, esto es que, se generen fuentes de empleo formales y se mantenga un ritmo creciente tanto en la producción industrial como en la actividad comercial y de servicios. No es sorpresa para muchos que el sector privado ha perdido confianza en la manera en que el actual gobierno está tomando decisiones, se ha perdido la confianza en que el gobierno federal respete tanto las reglas de competencia, así como a las instituciones de mercado (o cualquier tipo de institución para ser honestos).
Como evidencia podemos ver que la variación trimestral en términos anuales de la Formación Bruta de Capital Fijo desde el cuarto trimestre del 2018 ha sido negativa; es decir, llevamos 9 trimestres consecutivos con tasas de crecimiento negativas en la inversión en el país. Si recordamos que la tasa de crecimiento del PIB en México para todo el 2019 fue prácticamente cero, podemos estimar que en buena medida se debió a la consistente caía en la inversión privada desde finales del año previo.
La peor caída que tuvimos en este periodo en la inversión privada fue en el segundo trimestre del 2020, con una tasa de -37 por ciento.
El asunto es muy claro, la inversión privada se ha reducido desde que inició el actual gobierno federal, el PIB sigue cayendo trimestre tras trimestre, así como también la actividad industrial en el país.
Las actividades secundarias cayeron un tres por ciento y las actividades terciarias un 4.2 por ciento en este primer trimestre del año, solamente las actividades primarias crecieron en 2.8 por ciento en términos anuales; pero la Producción Nacional no se puede sostener solamente con las actividades primarias; mientras no regrese la inversión productiva privada y empuje la actividad industrial no veremos crecimientos positivos en el PIB de México.
Hemos visto planes de inversión entre el sector público y privado, pero en realidad no se han concretado y tampoco han traído más capital al país. Hace unos días también el INEGI dio a conocer el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal para el cuarto trimestre del 2020, y es interesante ver que sólo cinco estados presentaron tasas positivas de crecimiento, estos fueron Aguascalientes, Baja California, Oaxaca, Tabasco y Zacatecas, el resto de las entidades mostraron tasas negativas de crecimiento.
Con las tasas negativas más altas en su producto estatal bruto en el cuarto trimestre del 2020, están los estados de Quinta Roo con -20.5 por ciento, seguido de Baja California Sur con -15.4 por ciento, y la Ciudad de México se contrajo un 9 por ciento; y por el contrario, aquellos estados con alta actividad industrial exportadora tuvieron caídas menos fuertes, como es el caso de Nuevo León que solamente se contrajo -1.5 por ciento, Coahuila -2.4, Chihuahua -2 por ciento y Sonora se contrajo -1 por ciento.
Gracias a la reactivación industrial de exportación a mediados del 2020, sus economías lograron recuperarse y suavizar la caída, lo que no sucedió para Quinta Roo cuya alta dependencia en el sector terciario no contribuyó para mejorar el cierre del año.
Por lo que podemos apreciar de estos datos, es fundamental que el sector público genere las condiciones de confianza para que el sector privado invierta y se generen fuentes de empleo formales y se reactive la dinámica económica.
El rumbo que está tomando el debate político nacional sobre la autonomía de las instituciones y la incertidumbre legal para las inversiones, sólo podrá ser contrarrestada desde los gobiernos estatales que muestren un contrapeso estratégico con un enfoque regional para el fortalecimiento de la economía del país.