¡Felices fiestas! Estamos ya por cerrar el año, y si bien el 2021 vino acompañado de nuevas promesas y grandes expectativas de superar la pandemia aún seguimos contendiendo las nuevas variantes del COVID-19 y los correspondientes retos tanto de salud pública, como económicos que esto representa. Y de dichos retos podemos tomar un par, que desde hace unas semanas lograron generar bastante revuelo pero, sin duda, resultaron poco sorpresivos, como son el reporte de inflación anual a octubre y el consecuente anuncio del aumento del salario mínimo. Y pues todo esto aún inmersos en profunda incertidumbre sobre una nueva variante, Omicron, preocupante y ya reportada en California, no tan lejana como se pensaba.
La inflación es habitualmente entendida como un fenómeno económico relacionado con el aumento sostenido de los precios de bienes y servicios, y como no necesariamente se puede saber cuánto suben todos esos precios, se suele tomar como referencia una canasta básica. Para México, estos referentes los procesa el INEGI y toma como referencia miles de precios de bienes y servicios en más de 40 ciudades del país. Y en el país, los precios de la canasta básica alimentaria son un referente importante debido a su impacto en el bolsillo de los consumidores, y, como se ha podido ver, algunos de estos productos muestran ya importantes alzas, que en otros tiempos se esperaba hasta la vuelta del año con la llamada cuesta de enero. Y si bien, no es que la inflación solo se reconozca al inicio del año, aparentemente el año nuevo solía representar un parteaguas para el ajuste de costos.
Obviamente, existen diversas causas que pueden desencadenar el fenómeno inflacionario y algunas de ellas ocurren de forma regular por lo que reconocemos dicho efecto periódicamente, ya sea de forma quincenal, mensual y/o anual. Es más, algunos efectos como el valor del dinero en el tiempo, justifica, de alguna forma, una generalmente moderada pero esperada alza de precios de forma normal. Sin embargo, otros países del mundo pueden registrar estos efectos en distintas proporciones. Para México, la inflación histórica de los últimos años se había mantenido relativamente baja durante unos años pero, recientemente, el INEGI reveló una cifra anualizada para el mes de octubre de 6.24%, la tasa anual más elevada desde diciembre de 2017.
¿Y porque nos preocupa esto? Por que la inflación afecta directamente nuestro poder adquisitivo y nos damos cuenta de que ya no nos alcanza para comprar lo mismo que antes y esto nos afecta a todos. Y aunque no a todos nos afecta de la misma forma, es algo que en mayor o menor medida resentimos en el bolsillo. Y si pasa esto, pues en realidad necesitamos ganar más para poder costear nuestros gastos, y ahí es donde entramos al tema del salario mínimo.
Como sabemos, el salario mínimo es el monto mínimo de ley que un empleador puede pagar como remuneración a un asalariado por su trabajo durante un período determinado. Y es por eso por lo que no sorprende que veamos también un reciente anuncio de aumento al salario mínimo diario en el país. El aumento para inicios de 2022 ha sido revelado que será del 22%, quedando en $172.87 pesos en la mayor parte del país, y en $260.34 pesos diarios en la frontera norte. Y esto es relevante ya que justamente el fenómeno inflacionario afecta en mayor medida a los que menos ganan, ya que ellos ocupan una mayor parte de sueldo para la compra de bienes de consumo. Sin embargo, esto es también uno de los componentes que presionan la inflación y que inciden directamente en la escalada de precios.
Como tal, la inflación se reconoce como un efecto inevitable de la dinámica económica, ya que el banco central busca balancear estos y otros componentes económicos, como las tasas de interés, para permitir el crecimiento económico sin desatar un aumento descontrolado de los precios. Y de nuevo, observamos también el poco sorpresivo anuncio del aumento de las tasas de interés de referencia. Y esto no es del todo aventurado, sin embargo, la actual escalada de precios y la enorme incertidumbre que todavía representa el COVID-19 siguen siendo elementos en juego que deben tenerse en cuenta. Y además de darles mis mejores deseos para esta temporada y desearles un excelente arranque de año, es importante también recordarles que ante tiempos de cambio es mejor ser cautos con nuestras decisiones financieras, y estar preparados para las nuevas oportunidades que el 2022 pueda traer y comenzar de nuevo una vez más.
Carlos Vargas (carlos_vargas@tec.mx)
El autor es académico y Financiero. Profesor de Finanzas EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey e instructor de Finanzas Sostenibles en la Universidad de Harvard. Doctor en Banca y Finanzas por la Universidad de Zúrich.