Las últimas semanas han estado cargadas de indicadores económicos, de los cuales probablemente el más desafortunado fue el reciente recorte al pronóstico de crecimiento 2022 para México a 2.8% desde 4% previo, según informó el Fondo Monetario Internacional. De hecho, expertos de opinión consultados por diversas encuestas también han disminuido su expectativa del Producto Interno Bruto (PIB) del año pasado.
Recordemos que a raíz del abrupto descalabro ocurrido como consecuencia del COVID19, se vislumbraba un repunte económico de hasta 7% para 2021. Sin embargo, diversos sucesos han ralentizado el dinamismo económico. En este contexto, se espera que el PIB se ubique alrededor del 5% para el año referido. Habrá que esperar la próxima actualización de INEGI programada para el 31 de enero del presente.
Dicha fuente, recién informó que el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) reportó a noviembre 2021 una variación porcentual anual de 0.3%, continuando su tendencia a la baja por sexto mes consecutivo después de haber alcanzado un máximo de 25.8% en mayo de 2021, explicado por el efecto rebote del -22% registrado el mismo mes del año previo.
Adicionalmente, INEGI también señaló que, durante la primera quincena de 2022, el índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) se ubicó en 0.39%. Con este resultado, la inflación general anual registró 7.13%, por debajo del 7.26% de la segunda mitad de diciembre 2021. No obstante, todavía por encima del rango objetivo fijado por Banco de México (3 por ciento, +/- un punto porcentual).
Otro tema relevante, fue la publicación del decreto para regularizar autos chocolate en el Diario Oficial de la Federación. Seguramente estaremos viendo noticias que detallen su operación en las entidades federativas en las que entrará en vigor: Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora, Tamaulipas, Durango, Michoacán y Nayarit.
Al respecto, no se descarta que los distribuidores de autos anticipen un mayor freno en sus ventas que se han visto afectadas por el desabasto de semiconductores a nivel global y debido al cambio en los patrones de consumo. Quizá algunos de ustedes se pregunten sobre cuál será el impacto económico en la producción automotriz, una de las más importantes para la industria nacional.
¿Acaso el gobierno podría mitigar este riesgo a través de la reasignación de recursos en vez de asignarlos a mayores apoyos sociales? Más aún cuando hemos visto el cambio del semáforo epidemiológico por el aumento de contagios de la cuarta ola de COVID19, así como la posibilidad de una disminución en el flujo de remesas ante el menor ritmo de crecimiento de nuestros vecinos del norte y el retiro de los estímulos monetarios.
Retomando el tema de los autos chocolate, existen interrogantes sobre la posible afectación en la recaudación de impuestos, particularmente si el gobierno federal decide incrementar su gasto social sin ver afectada la deuda pública. Esto último, analizado por las agencias calificadoras como sensibilidad del rating soberano para una disminución del grado de inversión. Ya veremos que sucede.
El autor es economista por el Tecnológico de Monterrey (Campus Monterrey) con máster en finanzas y administración, ambos grados por EGADE. Actualmente es Director de Estudios Económicos y Relación con Inversionistas de Grupo Unicco, aunque las opiniones aquí plasmadas son a título personal.
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