El liderazgo es un tema que se ha manejado desde tiempos inmemoriales y jamás se ha dejado de hablar de él. Sin embargo, el énfasis de las propuestas presentadas a lo largo de la historia se ha centrado en la forma en la que el líder debe desarrollar su labor, más que en lo que las personas a su cargo están esperando de alguien a quien puedan nombrar su líder.
Es necesario un cambio de paradigma, puesto que mientras los líderes se queden cortos con relación a las expectativas de sus seguidores, de muy poco servirá que se sigan generando modelos de liderazgo cada vez más sofisticados, haciendo caso omiso al meollo del asunto: responder a la pregunta ¿cómo puedo ejercer mejor el liderazgo?, es importante, pero contestar ¿por qué deben seguirme como líder? es esencial.
Definamos que un líder es la persona que guía a una colectividad en la conquista de un sueño compartido y que el liderazgo puede ser entendido como el proceso que lleva a cabo el líder para cumplir con su labor.
Este proceso puede ser evaluado con muchos y muy diferentes criterios. Pero, finalmente lo que cuentan son los resultados, por lo que el nivel de cumplimiento de las metas es, sin lugar a duda, el primer parámetro para determinar si un líder es capaz.
El segundo elemento fundamental de un líder competente es su habilidad para lograr una conducción armónica de su colectivo, lo que denominaremos convergencia, y que completaremos con un tercer componente que nombraremos contenido del líder, en particular haciendo referencia a sus valores, sus virtudes y su visión.
Reflexionemos que no existen líderes sin seguidores, y que el acto de seguir y obedecer a un líder se ejerce con libertad –aun en las condiciones más extremas, que bien podría ser motivo de otro análisis–. De esta manera, regresamos al punto de partida: ¿por qué deben seguirme como líder?
Tomando en cuenta lo expuesto con anterioridad, las personas seguimos a un líder:
1. Porque tiene la capacidad de conducirnos al sueño compartido.
2. Porque posee la habilidad de lograr la convergencia de nuestro colectivo, propiciando unidad a partir de la diversidad.
3. Porque su contenido personal de valores, virtudes y visión nos convence.
Ahora bien, si tuviéramos que jerarquizar estos tres aspectos, con toda seguridad el tercero de ellos encabezaría nuestra lista. En otras palabras, si reconocemos que una persona posee una superioridad en su contenido existencial respecto de nuestra persona, entonces estaremos dispuestos a seguirla.
Y salvo en casos excepcionales, está claro que esa superioridad no radica en una corporeidad alta y robusta, ni en un temperamento emotivo y primario, sino principalmente en la dimensión intelectiva y volitiva del individuo en cuestión.
Si bien, en la vida cotidiana nos encontramos con que la mayoría de los integrantes de un colectivo siguen a su “líder” debido a causas diferentes a la certeza de que están siendo dirigidos por una persona que los inspira y de la cual pueden aprender, esto no significa que sea lo más apropiado.
Por el contrario, en muchas ocasiones hemos confundido liderazgo con poder y obedecemos a un individuo porque tiene poder sobre nosotros, pero no lo reconocemos como líder; y de esta manera el acto de seguimiento se lleva a cabo por mera conveniencia.
Pero cuando reconocemos a una persona como verdadero líder, somos nosotros quienes le otorgamos el consentimiento para guiarnos, por lo que este acto se fundamenta en la convicción. Y es solamente entonces cuando el ejercicio del liderazgo puede llevarnos más lejos, durante más tiempo y con mayor satisfacción.
En resumen, si tienes bajo tu responsabilidad a un grupo de individuos, antes de preguntarte sobre la conveniencia de seguir un modelo de liderazgo en particular, debes responder con toda honestidad a la siguiente interrogante: ¿mis valores, mis virtudes y mi visión inspiran a las personas a mi cargo?
Si la respuesta es afirmativa, tus seguidores se integrarán por convicción y te será posible ejercer un buen liderazgo con el auxilio de técnicas concretas que perfeccionen tu estilo particular.
Pero si la respuesta es negativa, me temo que la gente te acompañará solo por conveniencia y te será muy difícil aspirar a algo más que ejercer tu poder, mientras no trabajes en el desarrollo de tu contenido personal: cultivando tu inteligencia y formando tu voluntad.
¡Ánimo y ACCIÓN!
El autor es profesor de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey y del Centro de Innovación y Emprendimiento.
José Manuel Vega Báez
@jmvegabaez en redes sociales.