La pandemia dejó de manifiesto que la forma de trabajar en las organizaciones iba a ser diferente a partir de marzo del 2020; ese año podemos denominarlo el año de la adaptación laboral, donde el hecho de lograr la armonía entre el espacio de trabajo y el espacio personal del hogar representó para muchas familias un cambio radical.
Para el año 2021 las organizaciones ya estaban más preparadas, había vacunas y los colaboradores fueron regresando a sus lugares de trabajo a partir de la segunda mitad del año. Fue un proceso de readaptación, valoración y reincorporación. Terminamos el 2021 con cierta incertidumbre por la fuerte ola de contagios causada por la variante Ómicron, pero al mismo tiempo con una esperanza de que el 2022 dejaba de manifiesto que las cosas serían más parecidas a las de los años previos a la pandemia.
Si bien nunca volveremos a estar como antes, estos años debieron servir para repensar y revalorar muchas cosas, entre ellas la forma de trabajar. Desde antes de la pandemia se hablaba del futuro del trabajo, y ciertamente en ese futuro no estaba contemplada la dinámica laboral que nos ha tocado vivir.
El éxito en el cumplimiento de metas y objetivos en los últimos dos años, en diferentes organizaciones, se ha debido al trabajo de cada uno de los colaboradores, a sus contribuciones, a la adaptación y al hecho de vivir una cultura organizacional que ya estaba bien cimentada años atrás, cultura que favoreció que se pudiera trabajar sin la necesidad de estar todos físicamente juntos.
Los cambios en la dinámica laboral no se dieron en todos los sectores, pues como bien sabemos hubo empresas que no dejaron de trabajar un sólo día, y para ellas y sus colaboradores la pandemia sucedió y se vivió de una manera diferente al de otros sectores industriales y, a pesar de esto, estas empresas, así como las que sí experimentaron cambios más cercanos, han tenido que adaptarse y escribir una nueva historia para el futuro de ellos y de sus colaboradores.
La pandemia nos enseñó el valor de lo verdaderamente importante, aunque a veces nos cuestionamos si todos lo aprendieron, pues situaciones de conflicto entre países, y entre personas como nos está tocando vivir, sugieren todo lo contrario.
Partiendo de la premisa de que una gran mayoría de las personas y organizaciones sí aprendieron, uno de los valores que más se hizo presente es el de la colaboración.
A pesar de que, para todas las personas y organizaciones, los últimos dos años han sido diferentes; la colaboración es un factor común que ha permitido superar la adversidad y enfrentar con éxito retos, tanto personales como laborales.
Si bien es cierto que hay muchas cosas que podemos hacer solos, es también cierto que, en el ámbito profesional, necesitamos de otros. Colaborar implica tener el deseo de contribuir con lo que puedas aportar, al beneficio de una meta, tarea u objetivo. Es la oportunidad de compartir ideas, habilidades y capacidades para alcanzar un bien común.
Muchas empresas tienen como parte de sus valores el trabajo en equipo, pero ¿en cuántas organizaciones realmente ocupa la colaboración el lugar que se merece?, ¿cuántas empresas promueven la competencia? Cuando el reconocimiento se da a unos cuantos, la desmotivación, insatisfacción y pérdida de interés se hacen presentes.
Trabajar en equipo no es lo mismo que colaborar; la colaboración lleva al equipo a un nivel superior, donde realmente se identifican roles y responsabilidades, se aprende de manera conjunta, se enseña, se comparte el logro pero también el fracaso, se contrastan las ideas, se evalúan los resultados y se establecen propuestas de mejora entre todos.
¿Qué le toca hacer a los líderes para lograr una mayor colaboración?
· Ser ejemplo en la puesta en práctica de la colaboración.
· Reconocer el trabajo de todos los equipos, porque todos contribuyen al beneficio de la organización.
· Identificar a los empleados poco colaborativos e invitarlos a cambiar y contribuir más.
· Reemplazar a quienes se la pasan compitiendo o contribuyen poco.
· Evitar las comparaciones; es mejor enfocarse en las fortalezas y en conjunto identificar cómo las debilidades pueden ser menores.
La colaboración es clave para el futuro del trabajo en las organizaciones, pues demostró en estos últimos dos años, que es gracias a lo que cada persona suma al trabajo diario, que se pueden superar obstáculos y enfrentar los retos.