Monterrey

Jorge O. Moreno: Agua, Luz, y Gas: cuando la escasez “muerde”

Durante muchos años estos problemas desaparecieron, con ocasionalmente algunos recordatorios espontáneos, hasta hace 3 años y el punto en que nos encontramos ahora

Entre los múltiples temas económicos, financieros, políticos y sociales que se han tratado en esta columna en estos casi 7 años, hay uno sobre el cual que jamás pensé escribir y que dan motivo al tema hoy: la escasez de servicios públicos básicos.

Recuerdo de mi infancia una época en que cortes de agua y fallas constante en la electricidad eran comunes: eran los 80s. Tambien recuerdo el anuncio a las 6 PM de la entonces “Fundidora Monterrey” que avisaba a las familias que vivíamos en colonias aledañas de la apertura y liberacion de chimeneas (ahora meramente decorativas) con el consecuente aire negro por el ollín que le acompañaba; un aire perjudicial no solo para la ropa, autos y vivienda sino para el respirar de los vecinos y transeúnes, equivaliendo literalmente una escasez de aire limpio, ya no digamos respirable.

Durante muchos años estos problemas desaparecieron, con ocasionalmente algunos recordatorios espontáneos, hasta hace 3 años y el punto en que nos encontramos ahora.

Sin duda, la Zona Metropolitana de Monterrey enfrenta una crisis particular en materia de agua, pero no hace mucho también enfrentó un mega-apagón eléctrico que dejó a zonas completas dal área metropolitana en oscuridad por varios días; lo que es más, ante esas bajas temperaturas de hace un par de años, el precio del gas se elevó a niveles prohibitivos para aquellos que aún tenian acceso a él.

¿Qué pasó para llegar a esta precaria situación, una crisis dentro de otra crisis mayor como la representa la pandemia por COVID-19, en donde la garantía a los servicios básicos ya no es existe?

Claramente los resultados anteriores son una terrible combinación entre tres fenómenos que al complementarse se potencializan, particularmente cuando existe una contingencia como la actual crisis social que aún vivimos: 1) el establecimiento y prevalencia de un precio equivocado que coordina valor social con su costo social de producción, 2) la falta de inversión en infraestructura que sustente el crecimiento necesario para a provisión de bienes necesarios, particularmente en medios costo-efectivos y de preferencia amigables con el medio ambiente, y 3) la falta de planeación productiva, económica y financiera que salvaguardara la provisión de los servicios, usando de ser posible, contratos financieros futuros para la compra de electricidad gas, por ejemplo.

Empecemos por definir una pregunta interesante ¿cómo es posible tener un “precio equivocado” en el mercado? La respuesta es relativamente sencilla, cuando quien tiene el poder de establecerlo en el mercado (típicamente un monopolista) no internaliza igualando el valor social con el costo social que existe detrás de la producción y provisión, presente y futura. El precio erróneo se traduce, tarde o temprano, en escasez (si éste es demasiado bajo), o esceso de inventarios (si por el contrario, el precio es demasiado alto.) En el caso particular del agua, Nuevo León pasó en muy poco tiempo de tener abundancia en el vital líquido (al punto de tener que abrir compuertas de presas), a una escasez donde las principales presas están casi vacías.

Por otra parte, la falta de inversión en materia eléctrica ha sido un problema que se acumula conforme el tiempo pasa, y que dificilmente se puede resolver sin la participación de la inversión privada. Sin embargo, la reciente discusión sobre la reforma propuesta desde el Ejecutivo Federal dan cuenta de que los próximos años serán dificiles para esta industria, ante la búsqueda de la centralizacion total en la provisión de este bien por parte de la CFE, con las consecuentes efectaciones a los intereses de invertir en energías renovables y limpias, todo esto con costo directo al consumidor.

Así también, la falta de una visión de largo plazo, muy común en los proyectos presupuestarios públicos, no solo incrementa la incertidumbre sino la efectividad de planeación y, por tanto, la capacidad de confrontación de contingencias.

Regresando al problema del agua, ante la problemática actual de escases del vital líquido en las tres presas que alimentan la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM), la segunda más grande en el país despúes de la capital mexicana según el Censo 2020 del INEGI, queda claro que el mecanismo de asignación de agua no es el adecuado para garantizar su abasto aún en épocas de sequías como la que atraviesa toda la nación.

A la pregunda de cómo establecer el precio de dicha mercancía vital, necesaria para el consumo de los hogares pero también para las grandes empresas regiomontanas y en menor medida para la agricultura, la solución no es sencilla.

En particular, el precio del agua debe considerar sus costos (de almacenamiento, distribución, mantenimiento de redes, e inversión en nuevos proyectos), su uso (ya sea si es consumo humano, uso comercial, uso agrícola) pero además claramente debe tener un componente de escasez que regule su precio de manera automática. Esto es, determinar el precio del agua de manera óptima debería ser más cercano a la valuación de un activo financiero, cuyos rendimientos futuros son inciertos (la lluvia y la sequía) pero que conocemos las condiciones actuales de inversión y de flujo de efectivo proyecto, que al precio de una mercancía comercial común y de consumo como puede ser una barra de pan, o un kilo de limones.

La escasez en los servicios más básicos, como al agua, electricidad, o el gas, afecta de manera directa y sensible a los hogares y empresas, y esto deberia ser señal suficiente para cambiar el rumbo de la política pública en esta materia. Es momento de reflexionar y actuar ante la incertidumbre del vital líquido, la falta de inversión y de planeación en este y otros servicios, pues al día de hoy el panorama no es positivo, y muchas de las propuestas actuales solo postergan, más no resuelven, el problema de fondo. Las respuestas para los enormes retos del futuro no las encontraremos en políticas fallidas del siglo pasado.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Chicago. Autor de diversos libros y artículos académicos. Ha recibido múltiples reconocimientos nacionales e internacionales por su trabajo académico y de investigación. Actualmente es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía UANL.Web: www.jorgeomoreno.org.

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