Monterrey

Miguel Moreno Tripp: Territorio Bear

Dado que el oso da el zarpazo de arriba hacia abajo, por eso representa un mercado hacia la baja

El índice S&P500 estuvo a punto de entrar a territorio bear esta semana después de haber sido su peor inicio de año en más de 50 años. Para poner las cosas en perspectiva, recordemos que este índice, que tiene marca registrada es “… considerado como el mejor indicador de las acciones de alta capitalización de EE. UU … se estima que US$ 13.5 billones están invertidos en referencia al índice y los activos vinculados a él abarcan aproximadamente US$ 5.4 billones de ese total (31/12/2020). El índice incluye 500 empresas líderes y representa aproximadamente 80% de la capitalización de mercado disponible”.

Las figuras míticas de Wall Street son el oso y el toro. El toro tiene su estatua en Broadway a una cuadra de Wall Street. Por un tiempo tuvo a la estatua de la niña desafiante frente a él hasta que en 2018 el escultor del toro pidió que se retirara. La niña desafiante se colocó frente a la icónica fachada del NYSE y ojalá se quede ahí permanentemente.

Dado que el toro embiste de abajo hacia arriba, describe un mercado alcista. Dado que el oso da el zarpazo de arriba hacia abajo, por eso representa un mercado hacia la baja.

Convencionalmente, se considera que una caída de un 20% respecto a un máximo reciente cambia la tendencia de un mercado alcista a uno hacia la baja o viceversa. El S&P500 había bajado a niveles cercanos a dicho 20% pero el viernes repuntó, indicando que los inversionistas posiblemente vieron oportunidades para “comprar en la caída” (buy the dip) aunque, por otro lado, se ha reportado que muchos de los institucionales están prefiriendo estar líquidos, en inversiones equivalentes a tener cash.

El por qué se dan los cambios en los precios es contrario a los dichos populares de “todo lo que sube tiene que bajar”. De ser así, el IPC, el índice de la BMV tendría que regresar a niveles de la unidad desde los 49,579.90 con los que cerro el viernes. Tampoco es una “ruleta rusa”. En principio es perfectamente racional el comportamiento de los precios. La definición de un activo, -el que sea-, indica que “a consecuencia de actos pasados se tiene control sobre un recurso del que se esperan fundadamente beneficios”. Si ya no espero beneficios futuros o los espero menores a lo que habría estimado, entonces el activo pierde valor para el analista y por eso los accionistas prefieren vender ahora y no hasta que, en su perspectiva, caiga más el precio. Quien compra tiene una visión opuesta.

Pareciera aleatorio el cómo se forman los precios de las acciones, pero lo realmente aleatorio son los eventos tanto macroeconómicos como propios de la acción de la empresa los que determinan la aleatoriedad en los precios.

Dichos eventos aleatorios son perfectamente observables: la invasión rusa a Ucrania; la posible escalada a países vecinos; el cierre del puerto de Shanghái por la política de cero casos de COVID en China, afectando las cadenas de suministro; los precios de los energéticos y a nivel país, la inseguridad, las buenas o malas decisiones gubernamentales y en general, todo lo que se escucha en las noticias.

Hay un siguiente nivel de caída (o subida en su caso). De acuerdo con el CFA, las “Las burbujas o los desplomes parecieran ser pánicos de compra y venta” y esas expectativas que afectan los precios de los activos “se desacoplan de los fundamentales económicos” de una manera irracional. Se define como una burbuja -o desplome- cuando crece o decrece dos desviaciones estándar respecto de la media histórica del índice.

COLUMNAS ANTERIORES

Víctor Romero: Reflexiones 2024
Dulcinea Martínez: Hablemos de talento y cultura en los negocios

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.