Apuntaba en mi artículo de la semana pasada, que el estímulo fiscal adicional al Diesel estaba demasiado elevado y desalineado con relación a las gasolinas, pues era como $4.60 pesos superior al de la gasolina de alto octanaje, y para esta semana, ya se ajusta a la baja en más de 30 por ciento, y se reduce de $7.43 a $5.17 pesos por litro, quedando en solo 56 centavos superior al de la gasolina de alto octanaje.
No obstante, el costo fiscal de subsidiar los combustibles equivale a dos refinerías, considerando el costo estimado de $9,000 millones de dólares, (unos $180 mil millones de pesos), de la nueva refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco, con una capacidad para refinar unos 340 mil barriles diarios de crudo, con el atractivo adicional, de que contará con una planta coquizadora, que le permitirá eliminar la producción de combustóleo aumentando así la producción potencial de gasolinas y de diesel.
Si consideramos la estimación hecha por el SAT, en el sentido de que los dos estímulos fiscales otorgados a las gasolinas y al diesel, costarán alrededor de unos $350 mil millones de pesos al erario federal, esto equivale al costo de construir dos refinerías más, similares a la que ya se está construyendo, lo que pone en perspectiva el elevado costo de cumplir con la promesa de mantener los precios de las gasolinas en términos reales, es decir, que sus precios aumenten solo en el equivalente a la inflación.
Comparado este costo con algunos programas insignia del Gobierno Federal, con alto impacto social, como sembrando vida, las becas y jóvenes construyendo el futuro, los recursos en apoyo al precio de las gasolinas y el diesel, alcanzarían para fondear todos estos programas por los casi tres años que restan al actual sexenio, programas que benefician a población con mucho más necesidad económica, que quienes poseemos un automóvil.
Con relación al costo del programa de pensión para adultos mayores, el cual tiene un presupuesto aprobado para este año de $238 mil millones de pesos, subsidiar los precios de las gasolinas y el diesel, equivale al costo de año y medio de este programa que beneficia a los adultos mayores.
Ciertamente, los subsidios a las gasolinas son regresivos, ya que benefician más a la población con mayores recursos económicos, y aunque sí hay un efecto favorable para la población más necesitada, vía el costo de transporte de las mercancías que consumen, así como de algún tipo de transporte público, el mayor beneficio lo recibimos quienes tenemos vehículos de transporte que consumen gasolinas y diesel.
Más aún, si consideramos en particular el estímulo especial en la frontera norte del País, cuyo costo es aún mayor, ya que los precios finales al consumidor son mucho más bajos que en el resto del País, y se hacía para que pudieran competir con los precios de venta en los EUA.
Por esta razón, los precios en frontera eran más bajos, y el litro de gasolina magna rondaba los $14 pesos, a pesar de que en EUA los precios ya eran mayores a los veinte pesos por litro, razón por la cual se había eliminado este estímulo especial, para igualar los precios en la frontera norte con el resto del País, decisión que fue catalogada por el Presidente como un “error” de la SHCP, y de inmediato se restableció el estímulo, sin argumento económico alguno, provocando desabasto porque los consumidores norteamericanos también se benefician de este estímulo injustificado.
Por otra parte, en materia de inflación, en alguna ocasión, nuestras autoridades informaron que con los estímulos fiscales a las gasolinas, se podía contener el alza de precios al consumidor en unos dos puntos porcentuales, sin embargo, esta estimación luce sobre estimada, considerando las ponderaciones de los combustibles en la canasta de bienes y servicios que conforman el INPC, además de que esta alza, de darse, sería transitoria y tendería a eliminarse, conforme los precios del petróleo, y en consecuencia de las gasolinas, regresen a niveles más estables.
Es decir, sería un impacto en precios transitorio y reversible, por lo que le aludido beneficio no es tan importante ni definitivo.
Es un buen momento para replantear la importancia y la relevancia de mantener estímulos fiscales regresivos de alto costo económico, en un entorno particularmente difícil para las finanzas públicas, dado el objetivo de mantener sin afectación los programas sociales y el no incremento de la deuda pública como proporción del PIB.