Pensemos en un reino que tiene una raza dominante de un poco menos de 1000 individuos de reciente nacimiento, que por sus livianas estructuras son muy ágiles en sus movimientos y adaptables a condiciones externas, sociales, financieras y de mercados, son los unicornios. Esta especie convive con los enormes dinotechs, que son controlados por unos pocos monarcas multibillonarios que dominan el poder económico, político y, por si fuera poco, a los medios de todo el planeta.
Los primeros unicornios (Uber, Didi, Xiaomi, AirB&B, entre otros) generan más de 300 mil millones de dólares, y a estos les agregamos a los grandes dinotechs: Apple, Amazon, Microsoft, Alphabet, Meta, Tesla, Nvidia, TSA, entre otras, las cuales son empresas tecnológicas que ocupan los primeros 10 lugares, que junto con Aramco (petróleo) y Berkshire Hathaway (inversiones), suman más de 27 millones de millones de dólares, en valor de capitalización de mercado.
Entre estas dos especies, se comparten miles de millones de consumidores de todo el planeta, no hay fronteras, ni reglas estrictas para su operación, ni un crecimiento controlado.
En esta “mitología digital”, los unicornios y dinotechs existen debido a la hiperconectividad de internet, suministrada por empresas de TICs de gran escala, que ocupan el tercer lugar en consumo de energía y contaminan más que la industria aeronáutica mundial; dependen también de la manufactura masiva de bienes, y de servicios innovadores, pero cada vez mas inútiles y mas generadores de residuos y basuras; y existen debido a la explosiva generación de información que gran parte de las veces es dudosa o inexacta.
Su sobrevivencia depende de la inconsciente y destructiva extracción y distribución de materiales naturales cada vez más escasos, de energía contaminante, y de la manufactura automatizada que requiere cada vez menos humanos para su operación. Una contradicción, mas consumidores, pero menos empleos.
El crecimiento económico no tiene limites, pero los recursos naturales y la resiliencia del planeta si están limitados.
Actualmente, aunque lentamente, las restricciones y regulaciones a este crecimiento ya están operando; organismos internacionales como el PNUMA (programa de la ONU para el mejoramiento ambiental) están obligando a industrias y gobiernos a “desvincular el crecimiento económico del impacto ambiental”, esto es, las industrias, deberán operar bajo estrictos programas para compartir la responsabilidad de las emisiones a los productores, de reducir a cero los residuos tóxicos; y, más rápido que lo previsto, los gobiernos deberán regular sus servicios, las empresas públicas reducir a cero sus emisiones, deberán limpiar los océanos de plástico y reducir los residuos electrónicos.
Las dinotechs y los unicornios se reducirán, cuando las prioridades de las reglas de sustentabilidad prevalezcan sobre las estrategias económicas de grandes rendimientos y la concentración de riqueza se distribuya entre miles de pequeños empresarios; cuando la economía circular opere en forma funcional, viable y universal, y se produzcan menos productos de rápida obsolescencia, menos basuras y menos residuos contaminantes; cuando se utilicen menos recursos naturales; se recuperen y reúsen mas productos obsoletos; y se produzcan menos productos de mas calidad para menos consumidores a costos mas razonables.
Todo apunta que hay que redefinir las prioridades y los fundamentos.
La hiperconectividad debe de imponer un nuevo paradigma. (adaptado de Redesing the World, de S. Pitroda, 2021). Debe potenciar al individuo, no a la maquina; fortalecer las democracias, no a los regímenes autocráticos; democratizar el conocimiento científicamente fundamentado y validado, no la información falsa o de dudosa procedencia; descentralizar la ejecución de actividades políticas y económicas, no la concentración de la riqueza y del poder político; humanizar la educación y la salud, no extender la demencia digital de grandes consecuencias generacionales.
Hay que rediseñar el mundo, bajo otros parámetros desligados de la autocracia tecnológica.
La crisis energética, el calentamiento global, las grandes migraciones, la concentración de la riqueza y la contaminación de los océanos harán que las fuerzas de la “mitología digital” se vayan desvaneciendo, y quizás volvamos al origen y al ideal de T. Berners-Lee, padre de la WWW, que creó una red para propiciar un mundo sin barreras, sin restricciones, sin monarquías, y partir de una transición inspirada por la naturaleza, (biomimética), basada en el balance de una economía social consciente con el impacto ecológico, para alcanzar un futuro sostenible del planeta.
Carlos Scheel
El autor es Profesor Emérito y Líder de la Iniciativa de Economía Circular de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey.