Hace un par de días, INEGI publicó el reporte de indicadores de ocupación y empleo con cifras al cierre de abril del presente. Analizando el documento, me sorprendió que la tasa de informalidad a nivel nacional como proporción de la población ocupada representara más del 50% al menos desde 2018.
Al respecto, hice un comentario en redes sociales, expresando que este hecho podría ser sinónimo de que estamos haciendo algo mal, no sólo en cuestión de gobierno, sino también como sociedad civil. En este contexto, un colega me respondió a través de un mensaje que al menos en algo tenemos cierta responsabilidad, pero si el país no ofrece certeza para invertir y generar más empleos, el panorama se torna aún más difícil.
Quizá se pregunten a donde quiero llegar, pues de alguna manera la alta informalidad laboral del país incide en la penetración (inclusión) bancaria, comparando muy desfavorable contra otros países.
Solo como referencia, un estudio realizado por el Banco Mundial en 2018 reveló que en México el financiamiento al sector privado no financiero representaba 42% del Producto Interno Bruto (PIB), nivel muy inferior al promedio de los cinco mayores países de América Latina, que en ese entonces tenían un promedio de 72%.
A raíz de este hecho, llego a la conclusión que el crecimiento de saldos crediticios en nuestro país obedece principalmente a una mayor exposición crediticia (incremento de líneas bancarias) con acreditados que han mantenido un buen historial y no precisamente como consecuencia de una mayor inclusión financiera.
En otras palabras, una persona que se encuentra laboralmente dentro del sector informal podría no ser tan atractivo para un banco u otro tipo de intermediario financiero por el simple hecho de que asegurar una estabilidad en su flujo de efectivo de manera semanal o mensual sería como tirar un volado con una moneda, inclusive las probabilidades podrían ser menores al 50%.
Por su parte, nadie esperaba la llegada del COVID 19 y creo que no es necesario recordar que de manera prudencial y ante la incertidumbre por los estragos no exclusivamente en la salud de la población, sino también en la economía con una abrupta caída del PIB fue lo que motivó a los bancos a ser mas cautelosos y ralentizar el otorgamiento del crédito.
Más recientemente y con base a la encuesta sobre condiciones generales y/o estándares en el mercado de crédito bancario publicado por Banco de México (Banxico) en mayo 2022, señaló que, durante el primer trimestre del presente, los bancos en su conjunto reportaron en promedio que la demanda de crédito aumentó dentro del segmento de empresas grandes no financieras y se vislumbra un crecimiento adicional, aunque podría ser debatible dado que algunos se financian a través de sus proveedores.
Dicho reporte también indicó que los bancos con mayor participación en el segmento referido mantuvieron sin cambio sus estándares de aprobación de crédito; mientras que los de menor tamaño reportaron en promedio un estrechamiento y vislumbran continuar con ese comportamiento. ¿Será acaso que estén observando algo que no resulta tan evidente?
Es importante destacar que el crédito empresarial representa aproximadamente la mitad del portafolio a nivel sistema bancario. Si bien se ha observado un repunte importante en términos de crecimiento, este segmento todavía sigue en terreno negativo en términos reales, es decir descontando la inflación.
Véase: https://public.flourish.studio/visualisation/10198067/
De la gráfica del vínculo anterior, resulta fácil percatarse que al menos los diferentes tipos de crédito que aparecen en la ilustración se ubican en terreno negativo con excepción de crédito a la vivienda, aunque si refleja un menor ritmo de crecimiento respecto a marzo 2021.
No obstante, Banxico manifestó que el financiamiento bancario (cartera vigente) durante abril 2022, experimentó su primer repunte en términos reales después de 20 meses consecutivos, impulsada por una mayor demanda de crédito al consumo. Pero no hay que olvidar que durante el mes referido ocurrieron las vacaciones de semana santa y quizá la gente cansada por obvias razones por motivo del confinamiento decidió salir de viaje, lo cual no suena incoherente.
A pesar de lo anterior, quedan interrogantes que sólo con el tiempo podremos responder. En concreto, qué pasará si persisten las presiones inflacionarias que, aunque cedieron un poco en la primera quincena de mayo 2022, todavía no se puede inferir un punto de inflexión, ya que coloquialmente una golondrina no hace verano.
Ante este panorama, y más aún ante los discursos de la FED en Estados Unidos que parecieran indicar incrementos más agresivos en sus tasas de interés, seguramente veremos el mismo efecto en nuestro país. Por el simple hecho que las 8 subidas consecutivas en las tasas de interés en nuestro país han encarecido el crédito y podrían por obvias razones mermar su demanda (aunque no hay dinero más caro que aquel que no se tiene).
Lo que es indiscutible es que las proyecciones de crecimiento a nivel global y local han venido a la baja de manera súbita. Como ejemplo, puedo hacer referencia a la encuesta de expectativas económicas de Citibanamex que a principios de año anticipaba un rango del PIB entre 1.5% y 3.6%, con una tasa de fondeo bancario entre 6.0% y 7.75%. Desafortunadamente, dichas proyecciones se han ajustado de manera drástica en sólo 4 meses y habrá que esperar lo que nos depara el resto del año.
Véase: https://public.flourish.studio/visualisation/10078515/
El autor es economista por el Tecnológico de Monterrey (Campus Monterrey) con máster en finanzas y administración, ambos grados por EGADE. Actualmente es Director de Estudios Económicos y Relación con Inversionistas de Grupo Unicco, aunque las opiniones aquí plasmadas son a título personal.
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