Podemos ejemplificar este concepto si nos remontamos a los primeros años de la década de los 80´s. En esos años había una inflación rampante en niveles que llegaban a ser mayores al 100%. Una causa eran precisamente las profecías que se autocumplían: “como la inflación va a subir un 10% el próximo mes, tenemos que subir nuestros precios al menos un 10%”. Como todo el mundo pensaba de esa manera, claro que todo subía un 10%: “ves como tenía razón”.
Al siguiente mes, “como la inflación fue del 10%, entonces súbele un 12%, por si las dudas” y como todo mundo hacía lo mismo, entonces la inflación llegaba al 12%. Este comportamiento es parte del canal de las expectativas: tal cual, ¿cuáles son las expectativas de los participantes de la economía real?. Es por esta razón -entre otras- que la credibilidad de un banco central es uno -o el más valioso- de sus recursos.
Robert Shiller, recibió el premio Nobel en 2013, por su análisis empírico de los precios de los activos. Él desarrollo el índice Case-Shiller, que ahora publica S&P y nos dice que, en traducción libre: “Los índices de precios de viviendas S&P CoreLogic Case-Shiller son las principales medidas de los precios de los bienes raíces residenciales en los Estados Unidos...”
En mi opinión, la mentalidad que contribuyó a la crisis del 2008-2009 era que, viendo precisamente la gráfica de este índice, los malos administradores de los bancos, en un claro ejemplo de que a veces no es un problema de tipo de cambio, sino de cambio de tipo, interpretaban que la tendencia de los precios de las casas era que subirían sostenidamente. Luego entonces, “préstale a quien solicite crédito hipotecario porque tendrán una garantía que crece”. Cabe mencionar que se presta en función a la capacidad de pago, la garantía es un extra en caso de que no se materializara el ingreso esperado de quien pide el préstamo.
Además de las múltiples señales “escritas en la pared” como inflación en niveles históricos, la invasión de Rusia a Ucrania y las múltiples declaraciones de varias personalidades en el sentido de la recesión que “viene”, Fortune refiere una entrevista a Shiller otorgada a Bloomberg en la que dijo que “cree que una recesión puede convertirse en una “profecía autocumplida” en la medida de que los consumidores, los inversionistas y las empresas se preparan para lo peor y frenan su gasto e inversión”.
Hace sentido lo que dice. Dado que 2/3 partes del PIB corresponden al consumo, si todos los consumidores decidiéramos no consumir, entonces el PIB se reduciría en esa medida. Él refiere que aun y con lo que puede ser la creación de empleo más robusta de la historia, “la inflación afecta a todos. Cada vez que las personas van a las tiendas ven inflación, y eso enoja”.
Hay que tener un balance: El consumismo, de no estar soportado por un ingreso adecuado genera necesidad de financiarse y otras consecuencias no deseables, inclusive psicológicas. Pero exaltar a la frugalidad, si bien pareciera un acto de nobleza, no hace más que empeorar las condiciones económicas de un país. Si no se consume, no hay empleo. Si no hay empleo, no hay ingreso. Si no hay ingreso, no se generan impuestos a pagar. Si no hay impuestos a pagar, el gobierno no tiene dinero para su gasto, ni para programas sociales (ni tampoco los políticos para la compra de votos). La expresión en inglés, Twisted logic se creó precisamente para estas situaciones. Sigue siendo válido que no hay nobleza en la pobreza.