La urbanización global, el cambio climático y la escases de los recursos son algunos de los retos que, en combinación con otros choques económicos (efecto Covid-19, presiones inflacionarias y guerras), representan los mayores retos del siglo. De acuerdo con las Naciones Unidas, la mitad de la población vive en zonas conurbadas y se espera que este número incremente en un 70% hacia el 2050. Este cambio demográfico afectará gravemente a temas de congestión vial, inundaciones y sobrecalentamiento. De acuerdo con información de la ONU, las ciudades son responsables del 75% del consumo de energía y del 80% de las emisiones de carbono.
Más de 5,200 empresas se han sumado a la iniciativa de tener emisiones cero o alcanzar un punto de equilibrio en las mismas hacia el 2050, ya sea dejando de contaminar o impulsando proyectos de reforestación o proyectos que remuevan el CO2 del aire. Empresas como Apple, Zurich Insurance, P&G y General Motors son compañías que destacan en esta gran enmienda. Desde un punto de vista simple, esto sólo puede funcionar si las emisiones cero o en punto de equilibrio “net-zero” se hace a escala global, y no sólo por unos cuantos.
Otro problema relacionado es el tema de los océanos. El 27 de junio en Lisboa, Portugal, el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, proclamó un llamado de emergencia por la situación de muchos océanos que pone en riesgo a un cuarto de la vida marina y a unos 250 millones de personas que dependen de la economía azul de los océanos. Este riesgo se da, en parte, por la sobre pesca pero también tiene su origen derivado de la acidificación de los océanos provocada por el CO2 y las olas de calor marino, lo que ha eliminado arrecifes de coral, ecosistema vital que permite el balance en las aguas marinas.
Diversos investigadores afirman que la desconexión total entre los habitantes de las ciudades y la naturaleza tiene impactos negativos en nuestro bienestar y nuestra capacidad de combatir el cambio climático, lo que ha dado lugar al concepto de Biomimetismo. Esta palabra tiene sus orígenes etimológicos en “bios” vida y “mimesis” imitación. El término se refiere a la aplicación de la ciencia que emula formas naturales, procesos y ecosistemas para resolver problemas humanos, ya que la naturaleza ha evolucionado en más de 3.8 billones de años. El término se hizo popular en los años 90 con la investigadora Janine Benyus quien utilizó el término en el diseño de un producto y en su proceso de producción y manufactura. El biomimetismo tienes tres niveles: forma, proceso y ecosistema.
¿Cómo el biomimetismo puede aplicarse para resolver problemas? Existen ejemplos de biomimetismo en muchos campos de la ciencia y múltiples aplicaciones. En el área de manufactura textil, materiales hidrofóbicos en trajes de baños resistentes fueron diseñados imitando la textura de hojas de loto y piel de tiburón, por ejemplo. Diseños mecánicos como taladros de baja gravedad inspirados en las avispas de madera; velcro inspirado en un molusco marino con canaladuras radiales y adhesivo imitando los pies de reptiles. Las innovaciones en materiales también han sido originadas en la naturaleza, por ejemplo, pintura inspirada en los colores de alas de mariposas y en química mucho del trabajo realizado proviene de la fotosíntesis artificial.
¿Qué pasa en los negocios? Al emular los patrones de la naturaleza para la creación de ciclos y procesos, el biomimetismo es un elemento indispensable en la innovación sustentable en los negocios. Y como en cualquier negocio, se debe de tener una visión y planeación estratégica alineados a la sustentabilidad. Algunas ideas fallan por no tener un plan diseñado y no existir una viabilidad de mercado. Para que cualquier sistema en la naturaleza funcione debe haber un acoplamiento. Un organismo debe “embonar” en su ecosistema al intercambiar valor a otros organismos o al ambiente de alguna forma. Este buen acoplamiento también es necesario en los negocios. La creación de valor y los clientes son elementos esenciales para cualquier plan de negocio funcione, especialmente si la innovación está basada en la naturaleza.
De acuerdo con el “Biomimicry Institute” el diseño de un proceso puede ser muy benéfico para resolver cualquier reto. El Instituto propone una serie de pasos en “espiral” con los elementos esenciales para diseñar un proceso alineado con el de la naturaleza. Los pasos son los siguientes: 1) define el problema a resolver; 2) reafirma la solución en términos de la naturaleza; 3) descubre y busca modelos naturales incluyendo organismos y ecosistemas que se asemejen al contexto del problema; 4) resume y estudia el mecanismo natural y diseña estrategias; 5) busca patrones y relaciones entre la estrategia que encontraste y las lecciones clave que debe de informar tu proyecto y, por último, 6) evalúa el diseño y cómo embona con una solución natural.
El biomimetismo está cambiando el diseño sustentable y la forma de innovar en diversas áreas. Un ejemplo es la empresa change: WATER Labs. Teniendo en cuenta que la mitad de la población vive sin acceso a baños debido a la falta de drenaje y aguas residuales, esta empresa desarrolló una nueva forma de eliminar los desechos biológicos humanos al evaporarlos del agua. Su innovador diseño de baño “reductor” provee una nueva manera de eliminar los residuos sin “bajarle” en lugares donde no existe el drenaje. Llamado el iThrone, este baño portable usa una membrana que rápidamente evapora el 95% del residuo sin usar ningún tipo de energía. Este enfoque emula el proceso de evapotranspiración, donde las plantas absorben la humedad del suelo y la liberan en forma de agua a través de estomas en sus hojas.
Así como éste, existen miles de ejemplos que vale la pena analizar ya que la naturaleza no se equivoca y ha sido sabia en su evolución. El objetivo es ser el puente entre la biología y la innovación, al diseñar soluciones inspiradas en estrategias de la naturaleza para resolver los problemas de la humanidad, de esto dependemos.
Alicia F. Galindo M.
La autora es Directora del Programa de Licenciado en Contaduría Pública y Finanzas. Es profesora de la Escuela de Negocios y profesora adjunta de la EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey. Actualmente es investigadora nivel candidato reconocida por el SNI.