Conforme lo dispone el último párrafo del artículo 152 de la Ley del Impuesto sobre la Renta, la tarifa para calcular el ISR a pagar por las personas físicas, se actualiza cuando la inflación supera el 10 por ciento, desde que se actualizó por última vez, lo cual ocurrió en el mes de enero de 2021.
Siguiendo el procedimiento que marca el propio artículo 152, al mes de agosto de este año, la actualización a la tarifa sería del orden del 16.7 por ciento, por lo que al mes de diciembre puede ser algo mayor y se reflejaría en una menor retención, pagos provisionales y pago anual del ISR de las personas físicas, a partir del mes de enero de 2023, (aplicable también a la declaración anual 2022 de abril) y se publicaría dentro de la miscelánea fiscal para ese año, durante el mes de enero.
Esto es importante, porque del total de ISR recaudado, poco más de la mitad proviene de retenciones que realizan los patrones, personas morales, a sus trabajadores asalariados, y puede representar una disminución en recaudación para 2023 superior a los $120 mil millones de pesos.
Pasando ahora a otros comentarios con relación al paquete económico presentado al Congreso, las proyecciones que se incluyen en materia de ingresos tributarios, para 2023, se deben analizar, primero, revisando las estimaciones de cierre para este año, las cuales representan la base de crecimiento para el próximo año, y posteriormente analizar los parámetros macroeconómicos de crecimiento real de la economía y de inflación utilizados para proyectar la recaudación 2023.
En breve, lo que se presenta luce optimista en todos y cada uno de los renglones antes mencionados, ya que, por ejemplo, la estimación de cierre de ingresos tributarios presentada en el documento de pre criterios, de abril pasado, preveía una recaudación al cierre de 2022 de $3,714.1 mmp mientras que ahora la estiman en $4,005.5 mmp, aumentando en $291.4 mmp (8 por ciento más) lo cual luce difícil de alcanzar, ya que si bien se está empezando a recaudar algo del IEPS federal a las gasolinas, poco aportará a esta mayor recaudación, y ahora el crecimiento esperado del PIB es inferior en un punto porcentual al contemplado en pre criterios.
Adicionalmente, para 2023, la recaudación la proyectan en $4,620.2 mmp, un incremento de $614.7 mmp (15.3 por ciento más) con relación al cierre estimado para 2022, cantidad que también luce muy optimista y difícil de alcanzar.
El crecimiento real de la economía para 2022, que se estimó hace un año en 4.1 por ciento, bajó a 3.4 por ciento en pre criterios, y ahora lo reducen a 2.4 por ciento, proyección también optimista, ya que para alcanzar esa cifra, la economía debe crecer a más de 3 por ciento en lo que resta del año, cuando al primer semestre solo ha crecido un 1.9 por ciento y presenta en julio indicadores adelantados a la baja.
Para 2023, la proyección de 3 por ciento, los analistas económicos la han calificado de poco realista, contrario a la posición de Hacienda, que en su afán de generar expectativas favorables en los inversionistas, solo consigue perder credibilidad.
Lo que queda claro para 2023 y difícilmente mejorará, es que la deuda solicitada al Congreso, por el exceso del gasto sobre los ingresos propios (Déficit) representa el 4.25 por ciento del PIB estimado para 2023, y seguramente será superior, en la medida en que no se materialicen las proyecciones de crecimiento en el PIB.
Lo anterior implica que el cociente de la deuda a PIB será de cuando menos un 50.6 por ciento al cierre de 2023, cuando en diciembre de 2018 la recibieron en 46.8 por ciento, y aumentaría de $11 Billones de pesos a casi $16 Billones, es decir, este gobierno aumentaría la deuda pública en $5 Billones de pesos entre 2019 y 2023, incumpliendo, por mucho, la promesa de no aumentar la deuda pública.
Esta deuda del sector público federal para 2023, sería equivalente a 2.3 años de ingresos propios presupuestales, y de aplicarles las disposiciones de la Ley de Disciplina Financiera para Estados y Municipios, no se les permitiría contratar un solo peso de deuda adicional.
Por otra parte, es importante señalar que los saldos aquí mencionados, NO incluyen la deuda del IPAB (antes FOBAPROA) ni del Fideicomiso para el rescate carretero, (FARAC) aunque sus servicios sí se incluyen en los intereses que paga el sector público federal.
Adicionalmente, tampoco se contabiliza como deuda pública el pasivo pensionario, por lo que de incluirse estas deudas, el cociente de deuda pública a PIB superaría el 100 por ciento, lo cual representa el verdadero pasivo del sector público presupuestal.
Finalmente, paso a comentar que los cálculos que realiza la SHCP, para determinar los crecimientos reales para 2023, tanto de ingresos como de egresos, siguen revelando las mismas deficiencias que en años anteriores, pues en su metodología para comparar pesos de un mismo poder adquisitivo, lo hacen a pesos 2023, para lo cual, las cifras “nominales” de 2022, las “inflan” con el deflactor del PIB proyectado (dato ficto) para el próximo año, de solo 5 por ciento, para pasarlas a pesos de 2023, por lo que la pérdida de poder adquisitivo registrada en 2022, de casi 10 por ciento, (o cualquiera que pueda ser la inflación) simplemente NO se considera, por lo que el cálculo es irreal.
Reduciendo esto al absurdo, si en 2022 la inflación hubiera sido de 100 por ciento, mi dinero en diciembre tendría la mitad del poder adquisitivo que en enero, ah, pero si me aumentan un 6 por ciento para 2023, el discurso oficial es que mi ingreso, o mi poder de compra, aumentará en un 1 por ciento, esto considerando un deflactor de 5 por ciento para 2023, pues “inflan” mis depreciados $100 pesos nominales de 2022 con el 5 por ciento de inflación proyectada, (ficta) y mi ingreso 2022 de $100 pesos, lo transforman ahora en $105 pesos de 2023, que comparados con los $106 pesos que voy a recibir en 2023, concluyen que mi ingreso y mi poder adquisitivo será de un 1 por ciento superior en 2023. (106/105).
Pase este ejemplo a bultos de cemento o a varilla en la obra pública, y es más que obvio que esta metodología omite tomar en cuenta toda la pérdida en poder adquisitivo registrada en 2022, que como ya señalé, da igual si es de 8, 20, o de 100 por ciento, por lo que los crecimientos reales calculados (todos) son irreales y sobre estimados en unos TRES puntos porcentuales para 2023.
“Inflar” cifras nominales solo con la inflación esperada (ficta) para el próximo año, es un error que pasa desapercibido cuando las inflaciones son muy similares, pero cuando hay diferencias de varios puntos porcentuales, los resultados de “crecimientos reales” son tan poco creíbles, que el sentido común debe decirte que estás mal, que los “pesos reales” comparan peras con manzanas.
La conclusión, entonces, es que los crecimientos reales consignados en el paquete económico 2023, tanto para los ingresos como los egresos, están sobre estimados en unos 3 puntos porcentuales, por ejemplo, el gasto neto presupuestal, en lugar de crecer 0.5 por ciento en términos reales, decrecería 2.5 por ciento, lo cual, por supuesto, afectaría también las proyecciones de crecimiento del PIB.