La tasa de inversión en México ha disminuido persistentemente en la última década, este es un problema grave, porque disminuye el potencial de crecimiento de largo plazo de la economía mexicana. Esta tasa se interpreta como la proporción del PIB que el país dedica a formar bienes de capital, en específico construcción y estructuras, maquinaria, equipo y productos de propiedad intelectual tales como el software.
La inversión es especialmente importante para el crecimiento económico de un país. Juega dos roles trascendentales, en el corto plazo los proyectos de inversión demandan bienes y servicios para su construcción, por ejemplo, hacer un aeropuerto demanda servicios especializados de arquitectura, ingeniería y otros, así como materiales de construcción y equipo, lo que expande la demanda por la producción actual. En el largo plazo, una vez en funcionamiento, los proyectos de inversión incrementan la oferta, en el caso del aeropuerto, si éste es rentable, entonces producirá un incremento en los servicios aeronáuticos.
Antes de la recesión del 2008 la tasa de inversión en México llegó al 23.6 por ciento del PIB, sin embargo, a partir del 2013 la tasa empieza a caer, entre 2016 y 2018 en aproximadamente 1.5 puntos porcentuales, y entre 2018 y 2020 cayó 2.5 puntos adicionales. Aunque se recupera algo en 2021, la tasa de inversión ha descendido prácticamente 5 puntos porcentuales del PIB, lo cual definitivamente no es menor ni tampoco transitorio.
¿A qué se debe la caída persistente en la inversión? Aproximadamente, un tercio de la caída se explica por la inversión privada. Seguramente influyeron desde las amenazas de romper con el TLCAN de Trump, hasta las cancelaciones del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), las de las subastas en el sector energético, la negación de permisos y concesiones en minería y bebidas. El cambio en las reglas del juego que se vive en el sector energético, así como los ataques a los organismos autónomos, entre otras acciones, contribuyen a enrarecer el clima de negocios, lo que puede inhibir la inversión.
Los dos tercios restantes en la caída se deben a la contracción de 3.5 puntos porcentuales del PIB de la tasa de inversión pública entre 2008 y 2021. La razón es que el espacio fiscal del gobierno mexicano se ha contraído severamente en la última década. Entre las razones hay que apuntar el incremento exponencial en las pensiones contributivas que se deben de cubrir para evitar el quebranto el sistema de seguridad social en México. A esto hay que agregarle el notable incremento en las transferencias por diversos motivos, combate a la pobreza, pensiones no contributivas y otras.
Finalmente, el grave deterioro en las finanzas de Petróleos Mexicanos (PEMEX) empieza a cobrar factura mediante transferencias directas del gobierno federal. La expansión del gasto en estos rubros se compensa parcialmente con el recorte a los proyectos de inversión del sector público.
¿Cuáles son las consecuencias si se mantiene una tasa de inversión en estos niveles? Es difícil de crecer aceleradamente con tasas de inversión bajas. Los países que tiene tasas de inversión menores a 20 por ciento sufren de crecimiento magros, como Argentina que tiene una tasa de 13 por ciento y un crecimiento de largo plazo de 0.5 por ciento o Kenia que tiene una tasa de 16 por ciento y un crecimiento de 0.8 por ciento.
Una caída sostenida de 5 puntos porcentuales del PIB en la tasa de inversión de México puede reducir el crecimiento de largo plazo del país en forma importante. Cálculos muy gruesos, me llevan a pensar que la minusvalía en el crecimiento del PIB per cápita podría ubicarse entre 0.6 por ciento a 0.8 por ciento. Esto significaría que en el futuro la economía mexicana crecería entre 1.3 a 1.5 por ciento al año en lugar del 2.1 por ciento que mantuvo durante veinte años.
El autor es Profesor Asociado del Departamento de Economía del Campus Monterrey.
Su correo es: edgardo@tec.mx