Monterrey

Pablo de la Peña: Cuestionable la efectividad de la Política Monetaria en México

A finales de septiembre pasado el Banco de México incrementó su tasa de interés objetivo 75 puntos base, para llevarla a 9.25 por ciento.

La pregunta en este artículo es ¿qué tan efectiva es la política monetaria restrictiva para controlar la inflación en México? Yo creo que la respuesta es “muy poco efectiva” o al menos “cuestionable”. Veamos por qué.

A finales de septiembre pasado el Banco de México incrementó su tasa de interés objetivo 75 puntos base, para llevarla a 9.25 por ciento. Esta decisión estuvo alineada al incremento en la tasa de interés de los Estados Unidos en días previos.

Se espera que, en las siguientes reuniones tanto del FED en los Estados Unidos como del Banco de México, ambos continúen con el incremento de la tasa de interés objetivo, esto con el propósito de hacer frente al incremento de la inflación que está afectando a nuestras economías.

A este incremento en las tasas de interés con el propósito de controlar la inflación se le conoce como política monetaria restrictiva, y la intención, entre otras cosas, es desincentivar el consumo de bienes y servicios de las familias y así evitar el incremento en los precios.

Sin embargo, dada la composición de factores que han elevado los precios de los productos en los últimos meses es cuestionable la efectividad de esta política monetaria, al menos en México.

La efectividad de una política monetaria restrictiva radica en hacer que las familias, y en general la economía doméstica, reduzca el consumo favoreciendo el ahorro, pues el incremento en las tasas de interés hace más atractivo ahorrar que comprar.

De esta manera, los hogares dejan de comprar productos para ahorrar más, y así la presión de precios se reduce.

Pero el incremento de los precios que estamos viendo a nivel mundial responde principalmente, creo yo, a tres factores, no solo al incremento en la demanda de bienes y servicios, sino, en segundo lugar, a la escasez provocada por el desequilibrio en la cadena de suministro por la pandemia, y en tercer lugar, por la guerra entre Rusia y Ucrania.

De tal manera que estos últimos dos factores, uno, el desequilibrio en la cadena de suministro y dos, la guerra en Europa del Este, reducen la efectividad de la política monetaria. Pero por si eso fuera poco, en México tenemos un cuarto factor que limita la efectividad de la política de nuestro banco central, y es la informalidad.

El INEGI informó que la inflación general en México al final de septiembre llegó a 8.7 por ciento, pero la inflación de los productos agrícolas se ubicó en 15 por ciento y la de mercancías de consumo llegó al 10.8 por ciento. Esto a pesar de que el Banco de México ha subido su tasa de interés objetivo al nivel más alto en 15 años, para llevarla 9.25 por ciento.

En septiembre del 2021 la tasa de interés interbancaria objetivo se ubicaba en 4.75 por ciento, ahora es casi el doble que hace un año.

Es entendible que la inflación no responde de manera inmediata a los incrementos en las tasas de interés; sin embargo, como mencioné previamente, en México la efectividad de la política monetaria es limitada por la dinámica en el mercado financiero y del mercado laboral.

Para que los hogares muevan su dinero hacia el ahorro por el incremento en las tasas de interés y dejen de consumir bienes y servicios, los hogares deben tener instrumentos financieros para hacerlo.

De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera del INEGI, que se publicó hace algunos meses, sólo el 6.2 por ciento de la población mexicana entre 18 y 70 años de edad ahorran en un instrumento formal, los demás ahorran en su casa, o prestan dinero o compran activos como alternativas de ahorro.

Estos resultados claramente nos dicen que la mayoría de la población en este grupo de edad tiene poca probabilidad de ser afectados por los cambios en las tasas de interés del Banco de México, pues a la mayoría de la población no le importa qué tan atractiva sea la tasa de interés para ahorrar en el banco, si a final de cuentas su dinero está en su casa.

Ahora bien, esta situación es entendible para nuestro país porque más del 50 por ciento de la Población Económicamente Activa se encuentra laborando en el mercado informal, es decir, tiene un empleo informal y es muy común que tampoco tenga ningún instrumento o producto financiero para realizar transacciones comerciales.

La misma Encuesta del INEGI nos dice que el 79 por ciento de la población, en el rango de edad previamente mencionado, utiliza dinero en efectivo para realizar pagos mayores a 500 pesos, lo que nos dice que la cultura financiera y bancaria en México es aún muy baja.

Por otro lado, el incremento de la tasa de interés objetivo en México está frenando la inversión, que ya está en niveles mucho menores al 2018; pero, creo yo, que no está siendo igualmente efectiva en frenar el consumo, pues muchos de los hogares en nuestro país reciben sus ingresos en gran medida por fuentes informales y además no poseen productos bancarios para incrementar su ahorro dentro del sistema financiero.

Entonces, si la política monetaria restrictiva en México no es tan efectiva para controlar la inflación por las razones expuestas, ¿cuál es el propósito de implementarla?

Creo yo, que el principal objetivo es doble, por un lado, mantener la competitividad en la atracción de inversión extranjera a nuestro país y así evitar una depreciación dramática del tipo de cambio.

Si otros países, particularmente los Estados Unidos, están incrementando su tasa de interés, los inversionistas extranjeros verán con mejores ojos un mercado estable como el norteamericano para llevar su dinero, pero si nosotros incrementamos también la tasa de interés lo suficiente como para poder compensar el riesgo país, entonces seguiremos teniendo flujos positivos de inversión financiera; claro está, a costa de una mayor restricción en el mercado doméstico, y sin poder controlar – en realidad – el incremento de los precios por los factores externos previamente mencionados; pero al menos no perderemos competitividad en el mercado financiero.

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