Monterrey

José Luis Montes: La renuncia silenciosa, ¿reflejo generacional o efecto de la pandemia?

Trabajar para vivir, no vivir para trabajar .

Hace unos días tuve la oportunidad de ser entrevistado para Tec Sounds Radio, con el tema de la “renuncia silenciosa” (Quiet quit), término que ha surgido en las redes sociales desde hace poco tiempo, y la gran pregunta que rondaba en la entrevista era: ¿ésta renuncia silenciosa es un reflejo de la generación z o es un efecto del exceso de estrés que tuvimos en la pandemia?

Para quienes no están familiarizados con el concepto, se refiere al hecho de hacer lo estrictamente necesario en el horario de trabajo sin ocupar el tiempo de descanso para terminarlo. En otras palabras, es trabajar con ahínco, pero sin excederse. Algunos lo definen con la frase: trabajar para vivir, no vivir para trabajar (Victoria Masterson del World Economic Forum, tiene un excelente artículo sobre este tema).

Al explorar este concepto en artículos de opinión o en las redes sociales, surgen dos posiciones bastantes claras con respecto a este tema. Por un lado, tenemos a las personas que defienden esta renuncia silenciosa como respuesta a los excesos en las demandas de trabajo que se tuvieron en la pandemia, cuando los horarios se desdibujaron y se traslaparon las horas de trabajo con las horas de descanso, de comida e incluso de diversión: “Disculpa que te moleste a estas horas… pero… ¿te puedes conectar?” o “Sé que es fin de semana, pero…” Frases que escuchamos durante prácticamente dos años.

Quienes defienden esta perspectiva afirman que durante la pandemia se desapareció lentamente la línea que marca el respeto a los horarios de trabajo. El balance entre trabajo y vida personal, fue echo a un lado en aras de alcanzar un mejor nivel de respuesta ante este escenario nuevo y desconocido. Había que trabajar mucho más aprovechando la ventaja de la tecnología.

En charlas con exalumnos, me han comentado experiencias difíciles que tuvieron durante estos años; por ejemplo, ampliación de su horario de trabajo teniendo juntas a las 3:00 am y otra junta el mismo día a las 9:00 pm porque la empresa donde trabajan exigió tener juntas con personas que estaban en diferentes husos horarios, o juntas los domingos en la tarde “para aprovechar la semana”. Y así, otras historias de exigencia desmedida. Es decir, se abusó de la disposición del colaborador para extender de forma excesiva el horario de trabajo.

En relación con la segunda perspectiva, los detractores del concepto nos dicen que esta renuncia silenciosa es el reflejo de las características de la Generación z. Una generación que no se compromete con un mundo laboral que, si bien es cada vez más exigente y competitivo, siempre ha sido así. Hay como un “mantra” que se repite en los empleadores de muchas empresas mexicanas: “La gente no quiere trabajar”. Y exponen ejemplos de personas que, teniendo buenos empleos, con excelentes remuneraciones y buenas condiciones de trabajo, renuncian por sentirse presionados o estresados por las mismas exigencias. Para los defensores de esta perspectiva, trabajar duro y cumplir con los objetivos, sin importar los sacrificios que se tengan que hacer, es la fórmula para del éxito.

Algunos gerentes, me han comentado la dificultad que enfrentan para retener talento joven por no comprender la motivación de la renuncia: sentirse presionado. Uno de los gerentes, muy joven por cierto, me comentó que él mismo trabaja más que los miembros de su equipo y, aun así, renuncian.

Algunos reclutadores profesionales expresan la dificultad para contratar a profesionistas en vacantes realmente atractivas. Hay peticiones muy concretas por parte de los candidatos sobre el balance entre el trabajo y la vida personal.

Declarar cuál de las dos perspectivas es la correcta es realmente complicado. Es evidente que la pandemia trastocó la dinámica organizacional y el regreso no ha sido fácil para muchas personas y empresas. Y también es claro que las generaciones han cambiado y que no es tan fácil asumir que los horarios extendidos de trabajo son los adecuados para tener éxito en la carrera profesional.

¿Qué podemos recomendar para abordar este tema? Analizar las cargas de trabajo. En muchas ocasiones tenemos activitis aguda; nos hemos deslizado suavemente a tener actividades, reportes y juntas que no agregan valor al servicio o producto final. Sigue siendo válido preguntarnos si esas juntas, actividades o reportes nos acercan al objetivo o sólo son quita tiempos que obstruyen el proceso.

Si cumplir las responsabilidades de un puesto excede constantemente las horas de trabajo, que en teoría son suficientes para cumplir con ellas, entonces debemos considerar revisar si se requiere un rediseño de la función.

Y, por otra parte, debemos estar conscientes, como colaboradores, que hay momentos en que nuestra profesión y trabajo requieren, en momentos, dar un poco más de nuestro tiempo para cumplir con las metas

En otras palabras, debemos cuidar que exista un balance entre nuestra vida laboral y nuestra vida personal. De otra forma, no alcanzaremos las metas como sociedad y como comunidad.

El autor es profesor y director de la carrera de Licenciado en Desarrollo de Talento y Cultura Organizacional del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey. Es Doctor en Economía y Dirección de Empresas por la Universidad de Deusto.

Contacto: jlmontes@tec.mx

COLUMNAS ANTERIORES

Distingue ANUIES transformación digital de la educación en la UANL
Círculos de paz previenen conflictos en planteles universitarios

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.