Monterrey

Miguel Moreno Tripp: Ganancias “justas”

¿Quién define hasta cuanto es “justa” o no la ganancia sobre un servicio o producto vendido?

En días pasados, se conminaba a los empresarios a obtener “ganancias justas” pero ¿quién define hasta cuanto es “justa” o no la ganancia sobre un servicio o producto vendido?

Solamente en las economías estatizadas y centralizadas, se puede definir cuanto se “debería” ganar o no en la actividad económica y ya sabemos lo que pasó con esos experimentos fallidos: la mismísima Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, cuya quiebra demostró que esa manera de hacer las cosas -encima de los millones de vidas que costó el imponer su modelo- nada más no sirvió.

En otros contextos, por ejemplo, en los monopolios naturales, las ganancias se pudieran definir de acuerdo con criterios técnicos. Un ejemplo de dichos monopolios sería una línea de ferrocarril. Pensemos en que entre dos ciudades hay una línea de ferrocarril. Poner una siguiente línea pudiera funcionar, pero sería absurdo poner 3 o 4 o más líneas de ferrocarril: no se justificaría la inversión de ninguna manera. Entonces se hace necesario que intervenga el estado dando en concesión una línea y buscando competencia entre empresas ferroviarias por las líneas más rentables.

Un siguiente nivel son los oligopolios. Unas cuantas empresas abarcan todo el mercado. Dicho en otras palabras, el consumidor solamente puede escoger entre pocas opciones y sería muy difícil para un nuevo competidor entrar al mercado. Ahí también tiene que intervenir la autoridad y vigilar que haya un piso “lo más parejo posible”.

Una forma de medir la concentración es el índice Herfindahl–Hirschman (HHI) que, de acuerdo con el CFA es “Una medida de concentración del mercado que se calcula sumando la participación de mercado de cada empresa al cuadrado en una industria; Las cifras resultantes altas o las fusiones y adquisiciones de empresas que resultaran en grandes aumentos del índice tienen más probabilidades de generar cuestionamientos regulatorios.” Esta medición se comenzó a utilizar por las agencias antimonopolio en Los Estados Unidos desde 1982 y la COFECE también la toma en cuenta para efectos de autorizar o no, dichas fusiones y adquisiciones evitando una concentración ya sea desmedida o al menos poco sana.

El cuarto escenario es el que históricamente ha funcionado: la economía de mercado. Quien hace que una ganancia sea o no adecuada es precisamente la competencia. Es esa libertad del consumidor en poder elegir el producto que más le conviene al precio que está dispuesto a pagar. Para el productor, los mismos precios le dan señales de en donde es mejor o no enfocar las baterías asumiendo también que puede entrar o salir de algún mercado (en el sentido económico) salvo por las barreras de entrada o de salida distintas a la competencia.

Por ejemplo, entrar a competir en el sector siderúrgico no es imposible … si se tienen las canicas suficientes para las enormes inversiones requeridas. Por el contrario, para entrar -o salir- del mundo de los videojuegos, las inversiones en equipos no son relativamente importantes, ahí se requiere del talento e ingenio de los diseñadores. Como barreras de salida, pensemos en el correo de Google: imagínese que pasaría si Google decidiera cerrar su servicio de correo, ¿Cuántas personas y empresas en el mundo usamos su servicio ya sea la versión gratuita o empresarial de paga?

La realidad se impone: ¿Cuál modelo ha funcionado y cual no? Es necear en que uno de esos modelos -ya sabemos cuál- “si funciona, pero no se ha tenido la oportunidad de que se dé su verdadera versión”. Es cerrarse a la realidad.

¿Se quieren ganancias “justas”? Entonces la Fe de erratas es: donde dice “Exprópiese” debe decir “Foméntese” (la competencia).

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