Monterrey

Pablo de la Peña: Demanda agregada e informalidad

A pesar de los retos que tuvimos para fortalecer la economía y acelerar su recuperación, creo que la atención principal desde la tribuna de palacio nacional se enfocó en temas políticos

Estamos terminando el cuarto trimestre del año y con esto cerramos el 2022, y también el cuarto año de gobierno de López de Obrador. A pesar de los retos que tuvimos para fortalecer la economía y acelerar su recuperación, creo que la atención principal desde la tribuna de palacio nacional se enfocó en temas políticos y en el continuo y desgastado ataque, desde las mañaneras, a los sospechosos tradicionales como la prensa fifí, neoliberales, conservadores, aspiracionistas y clasemedieros.

También creo que, si el equipo responsable de controlar las riendas de nuestra economía se hubiera enfocado realmente en su tarea principal de fomentar, coordinar y atraer nuevas inversiones tanto nacionales como extranjeras, nuestra economía se estaría moviendo a un mejor ritmo. Pero sabemos que en muchas organizaciones los subalternos típicamente hacen solo lo que hace o dice el jefe; y creo que nuestro gobierno no es la excepción, así es que la atención de todos estuvo enfocada en temas político-electorales, pero no así entemas económicos.

El INEGI dio a conocer hace unos días dos documentos muy interesantes. Uno es sobre el crecimiento de las variables de la Demanda y Oferta Agregada y su composición en la economía nacional. Y el otro es sobre la Actualización de la Medición de la Economía Informal en el país. La Demanda Agregada se compone del consumo privado, del consumo del sector público, de la inversión o formación bruta de capital fijo y de las exportaciones. Y como condición fundamental de economía, la demanda debe ser igual a la oferta, y ésta última se compone por el PIB y las importaciones. Es decir, todo lo que se produce en el país (PIB) más lo que importamos de otros países es la Oferta Agregada y ésta es igual, en su valor monetario, a todo lo que consumimos o adquirimos en la economía (consumo privado y público y formación de capital) más lo que otros países adquieren de nosotros (exportaciones).

Con estas variables podemos, de alguna manera, analizar el funcionamiento de toda la economía nacional; esto es lo que conocemos como la ecuación clásica de la Demanda Agregada Keynesiana.

Con cifras para el tercer trimestre de este año, podemos ver que la Demanda Agregada creció un 6.3 por ciento respecto al mismo periodo del 2021. Por el lado de la Oferta Agregada, el PIB creció un 4.3 por ciento y las importaciones un 11.7 por ciento. Por el lado de la Demanda Agregada, el consumo privado tuvo un crecimiento del 6.5 por ciento, el consumo del gobierno fue de 2.3 por ciento, la formación bruta de capital fijo creció un 3.9 por ciento y las exportaciones crecieron 11.5 por ciento. Como podemos ver el sector externo (exportaciones e importaciones) tuvo un crecimiento considerable en el tercer trimestre, esto sin duda motivado por la recuperación en el sector manufacturero particularmente en el sector automotriz. Sin embargo y por el contrario, también podemos notar que la formación bruta de capital fijo solo creció 2.3 por ciento. Esta variable representa la inversión productiva en el país, tanto pública como privada, y como lo hemos comentado en este mismo espacio, en otras ocasiones, la gran debilidad que tenemos actualmente como país, es la falta de inversión productiva, que acelere la creación de empresas, el crecimiento de empleos formales y fortalezca la capacidad productiva para el futuro.

Precisamente esta falta de inversión productiva, que es resultado de la actividad empresarial en mayor parte, pero también es resultado de la labor de promoción y fomento desde el sector público para la creación y desarrollo de empresas, está estrechamente relacionada con el segundo documento del INEGI, sobre la Actualización de la Medición de la Economía Informal, para el periodo 2003 – 2021. Aunque se ha incrementado en este año el número de empleados formales, vemos que el sector informal va incrementando su importancia en el PIB del país, y vemos también que el porcentaje de la población ocupada en el sector informal es cada vez mayor.

En el 2018 la economía informal contribuyó con el 23 por ciento del valor agregado bruto en el PIB, mientras que para el 2021, su contribución creció al 24 por ciento, y tuvo un incremento casi del 2 por ciento respecto al 2020. En su mayoría, el sector informal se integra de microempresas que no están legalmente constituidas; es decir, por lo regular en el comercio ambulante, puestos de alimentos, en muchas de “las tiendas de la esquina” así como en servicios profesionales de arreglos domésticos, etc.

Adicionalmente, casi el 56 por ciento de la población ocupada en el país en el 2021, estaba en el sector informal; es decir, solo el 44 por ciento fueron empleados formales que si recibieron beneficios legales, seguridad social y prestaciones.

En resumen, podríamos decir que, en el 2021, casi un cuarto del PIB en México es generado por la economía informal y casi dos terceras partes del personal ocupado se encuentra en el sector informal.

Tomando en cuenta lo anterior, no es difícil entender por qué seguimos siendo un país cuya economía avanza lento, existe tanta desigualdad, seguimos perpetuando carencias y a pesar de que tengamos gobiernos nuevos, los problemas fundamentales no se resuelven, y no se resuelven porque nuestros líderes están más preocupados por temas político-electorales que por atender los temas fundamentales de nuestra economía. Tristemente creo, que esta administración federal seguirá más preocupada en temas político- electorales, en criticar a los “sospechosos comunes” y en echar culpas al pasado, que en atender de raíz – como lo prometió – los problemas económicos del país.

El autor es experto en economía y políticas públicas.

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