Hace algunos días, el Presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que la próxima administración pagará menos intereses de la deuda externa, porque amortizaron de manera anticipada deuda en Dólares y en Euros, pero la verdad es que el pago de intereses seguirá aumentando, primero, porque se pre pagó deuda colocando nueva deuda más cara, con el agravante de que el saldo adeudado es ahora mayor, y segundo, porque el aumento en las tasas de interés, implicará un mayor costo en el servicio de toda la deuda, tanto externa como interna.
Quiero pensar que el Presidente se refería al pago de amortizaciones de la deuda externa del Gobierno Federal el cual, en efecto, será menor en 2025, porque ya se hicieron pre pagos, y la nueva deuda en el mercado de capitales habrá de ser amortizada posteriormente en 10 años o más, pero esto no reduce el pago de los intereses, los cuales, de hecho, seguirán aumentando.
Por otro lado, y más importante aún, es que seguramente no se le informó al Presidente que el pago de amortizaciones de la deuda, no se incluye ni se contabiliza como “gasto” en el Presupuesto de Egresos de la Federación, ya que se amortiza deuda emitiendo más deuda, y no consume ingreso alguno de los contemplados en Ley de Ingresos de la Federación, por lo que no hay ningun “alivio” financiero para la nueva administración.
En efecto, lo que aprueban los Diputados en el Presupuesto de Egresos de la Federación, corresponde al “Gasto NETO Presupuestal” el cual, precisamente, es NETO de amortizaciones de la deuda, porque NUNCA se amortiza deuda usando recursos propios presupuestales, lo que corrobora que pre pagar deuda y “patear el bote” de las amortizaciones a años futuros, no beneficia en nada al flujo de efectivo ingreso-gasto presupuestal.
De hecho, la colocación de más deuda, tanto interna como externa, para pagar el creciente déficit de las finanzas públicas, ha sido una constante durante esta administración, y considerando ya los $1.335 billones de pesos que les autorizó el Congreso de más deuda neta para este año, el saldo de la deuda pública presupuestal que recibió esta administración habrá aumentado en la friolera de CINCO BILLONES DE PESOS, pasando de $11 a $16 billones de pesos el saldo de la deuda total.
Concretamente, en el caso de la deuda externa, en la cual se presume el pre pago, el Gobierno Mexicano ha pedido, de enero a noviembre de 2022, nuevos créditos por un total de $11,822.9 millones de dólares y ha amortizado $7,714.7 millones de dólares, por lo que el saldo de la deuda pública externa del Gobierno Federal ha aumentado en $4,108.2 millones de dólares, como producto de mayores colocaciones, menos amortizaciones, lo que pone de manifiesto que contrario a la afirmación de que se está reduciendo la deuda externa del Gobierno Federal, ésta sigue aumentando.
De hecho, ni considerando ajustes de naturaleza contable, como la revaluación del dólar contra las divisas en las que tenemos deuda externa, como el euro y el yen, que se traducen en un menor saldo de esos créditos, medidos en dólares, de $3,740 millones, se tiene una reducción en el saldo de la deuda externa del Gobierno Federal.
Irremediablemente, a pesar del discurso oficial, en 2023 y en años posteriores, el pago de los intereses de la deuda pública federal habrá de seguir creciendo, y de hecho, en el presupuesto aprobado para este año, el pago del servicio de la deuda presupuestal supera ya el billón de pesos, cuando en 2018 fue del orden de los $600 mmp.
Cuando los intereses van a la baja, sin duda que es una buena jugada re estructurar las deudas, contratando créditos a menores tasas de interés, para pre pagar créditos viejos contratados a mayores tasas, y se obtiene un beneficio económico, pero reestructurar en un entorno como el actual, de mayores tasas de interés, no es rentable, ya que la deuda nueva habrá de costar más que la que se está pre pagando.
Por otro lado, reducir el pago de amortizaciones en los siguientes años, como ya se comentó, tampoco reporta beneficio alguno, ya que esta erogación no forma parte del gasto y se amortiza no con recursos propios, sino con más deuda, por lo que tampoco puede derivarse beneficio financiero alguno.
Como el objetivo, definitivamente, no es pagar menos intereses, se puede concluir que esto se realiza para aparentar una relativa holgura financiera, que de hecho no es tal, ya que se prepaga colocando más deuda a mayor costo, que en un contexto de un creciente déficit financiero gubernamental, irremediablemente conducirá a mayores presiones financieras en los próximos años.
Ni las calificadoras ni los agentes financieros, van a ver esto como una señal de mejoría financiera.