Una estrategia común de inversionistas es la elección de un activo que se encuentre “barato” o subvaluado. Todos entendemos la intuición básica: buscamos comprar bienes y servicios de gran utilidad al menor precio (una “ganga”). Es lógico queramos extender esto al mundo de inversiones. ¿Realmente la intuición de encontrar “gangas” funciona en los mercados financieros, los cuáles operan con multitud de compradores y vendedores las 24 horas del día los 365 días al año?
La mejor articulación de la estrategia de comprar activos financieros subvaluados se asocia con el concepto en inglés value investing o inversión en valor, siendo la formulación del profesor e inversionista Benjamin Graham la más conocida. Dentro de los discípulos de Graham, el legendario Oráculo de Omaha, Warren Buffet, es el inversionista de valor más conocido.
La estrategia parte de dos principios: primero, las empresas cuentan con un valor intrínseco o verdadero, asociado con la capacidad y potencial de generar ganancias reales en efectivo en el futuro. Además, los participantes en los mercados financieros se comportan irracionalmente y son o demasiado optimistas o pesimistas con el futuro de una empresa, creando un desbalance en el precio, el cuál eventualmente se corrige.
Los inversionistas de valor suelen seguir un estricto análisis de los denominados fundamentales de una empresa, incluyendo: ventas altas, márgenes atractivos, balance saludable y con poca deuda, alta liquidez y cobranza de efectivo, activos valiosos, modelo de negocios difícil de copiar e industrias dónde la empresa es un líder. De estos fundamentos se determina si el valor intrínseco de las acciones de una empresa es mayor o menor al precio que tienen en los mercados financieros. Los inversionistas de valor también incluyen un “margen de seguridad” en función de su confiabilidad en el análisis. A más confiable estimación, menor es el margen requerido. Si el precio de una acción es menor al valor intrínseco más ese margen de seguridad, entonces la empresa es una ganga.
Aunque esta receta suena sencilla, enfrentamos dos problemas: ¿cómo sabemos el valor intrínseco de una empresa? ¿cómo determinar si el precio de mercado actual es atractivo? Muchos estudiantes de Finanzas automáticamente citarán que la solución está en calcular el valor presente de la creación futura de efectivo generado por una empresa para ver el valor intrínseco y comparar con los precios. Esto es muy complejo y requiere una serie de supuestos futuros que si se equivocan nos llevarían a un mal resultado.
Muchos inversionistas aproximan este valor con la relación entre las ganancias de una empresa y el precio de mercado de sus acciones (la razón Precio-Utilidades). Graham propuso qué, si las acciones valían más de 15 veces las utilidades de una empresa, seguramente estaban sobrevaloradas. Pero si sigue esa regla, encontrará tres dificultades adicionales: pocas industrias hoy tienen una razón precio-utilidades menor a 20 veces, muchas empresas que puede encontrar baratas son simplemente malas inversiones y, aunque encuentre una ganga, pueden pasar años antes de que las acciones reflejen el valor intrínseco ( “trampas de valor”).
Consideremos una reflexión adicional: si los mercados operan todo el tiempo con robots más rápidos que el cerebro humano, ¿realmente existen aún gangas que podamos identificar? Los precios que vemos hoy bien pueden reflejan la mejor estimación posible del valor: no existen las gangas.
Sin embargo, académicos han estudiado el “efecto valor” y han encontrado que, por periodos largos de inversión (que duran años), las acciones infravalorades (se determinan buscando las empresas con las más bajas razones de precio contra el valor del capital contable en libros) estadísticamente suelen tener un mejor rendimiento que otras acciones. Es clave que este efecto estadístico opera a larga plazo: a modo de ejemplo, las acciones infravaloradas en los años 2015-21 tuvieron un bajo desempeño contra otras inversiones, aunque por décadas su desempeño es estelar.
Le ofrezco tres conclusiones de esta discusión para aplicar a sus inversiones. Primero, aproveche el efecto estadístico del valor; existen fondos de inversión y ETFs que invierten en portafolios con cientos de empresas infravaloradas los cuales puede buscar en el mercado. Segundo, considere que la tenencia en empresas subvaluadas debe ser de varios años; con periodos cortos, es posible que vea reflejado un desempeño mediocre a malo como pasó en 2019. Finalmente, ya que sugiere la estadística, aunque existe la posibilidad de que encuentre una acción individual a un precio de ganga, requiere que usted haga un exhaustivo análisis a profundidad; no se concentre solo en una simple razón de precios contra utilidades como principal criterio de selección.
El autor es economista y Director de Programa para la Licenciatura en Finanzas de la Escuela de Negocios del ITESM Campus Monterrey.
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