En mis treinta y ocho años de asesor laboral, he podido observar muchas situaciones por las que los trabajadores desertan de los centros de trabajo. Una de las más repetitivas, involucra siempre a los mandos intermedios y el trato que dan a las personas bajo su mando.
Es muy común escuchar a los subalternos expresar quejas de sus mandos directos, por la falta de apoyo cuando se presenta una incidencia laboral, expresarse de manera peyorativa de su equipo cuando no se logran los objetivos, exigir calidad en el desarrollo de las actividades laborales cuando no se cuenta con las herramientas de calidad necesarias, la falta de interacción con sus subalternos fuera de los compromisos laborales (al entrar a la empresa al salir, hasta un simple saludo es importante para la convivencia laboral). Muchas veces le dan más importancia a las obligaciones del trabajo, cuando es igual o más importante el cumplimiento de los derechos y compromisos ofrecidos por la empresa en su contrato laboral.
Como hemos comentado en artículos anteriores, el no revisar y equilibrar debidamente las cargas de trabajo es un detonante, siempre se prueba al de nuevo ingreso para ver su aguante y disponibilidad hacia la empresa, el famoso noviciado. Pensaríamos que los cambios tecnológicos traerían una transformación radical en problemas como el acoso sexual, aunque se ha atenuado, nos falta mucho por recorrer en este tema.
Muchas veces se le da un peso preponderante a los salarios que perciben los trabajadores como la causa principal de deserción, pero realmente es la suma de muchas circunstancias la que llevan a los mismos a retirarse de los centros de trabajo. Algunos países han entendido este fenómeno y están generando puestos directivos con la finalidad de entender a sus colaboradores, y lo que provoca que sigan fieles a ciertas compañías, buscando el bienestar de la plantilla de trabajo como objetivo principal. Algunas firmas están entendiendo que priorizar este objetivo las llevará a cumplir con sus metas.
Las empresas que priorizan la estabilidad y armonía de su grupo de trabajo, son las que logran longevidad en su plantilla laboral, desafortunadamente en México se presentan muchas situaciones donde no se cumple en la práctica lo que se le ofrece al trabajador en su contratación, empresarios que delegan totalmente la administración de sus negocios sin entender que son ellos los que deben tener el termómetro del ambiente laboral a todos los niveles de su compañía.
Son tan variadas las situaciones con las que me ha tocado lidiar en las empresas, que algunas en lo absurdo, por ejemplo, una empresa en Nuevo León, donde para entrar al área de trabajo las personas deben usar un overol o un mandil según sea el caso.
Por la necesidad de cubrir el puesto de trabajo a un joven de nuevo ingreso le tuvieron que dar un mandil a falta de overoles, al entrar a la zona de trabajo el supervisor hace mofa del trabajador sobre su orientación sexual, provocando la risa del resto de los trabajadores, al término de la jornada laboral en el área de lockers, el joven, sujeto de la broma toma un objeto contundente y golpea al supervisor, afortunadamente la situación no llegó a mayores gracias a sus compañeros que lograron detenerlo.
Para remediar la situación el área de Recursos Humanos tomó la decisión típica en este caso, además de absurda, despidiendo al joven de recién ingreso, lo cual sería normal, pero también a su papá, quien tenía muchos años en la empresa y lo había llevado a la misma. Huelga decir que el supervisor causante de la situación sigue laborando, supongo que al empresario no le llegó la realidad de los hechos
En próximas entregas seguiremos comentando más ejemplos como este
Hasta la próxima.