El cierre de las “Mesas de diálogo, Mujeres, Arte, ciencia y literatura” trajo consigo la reflexión sobre que la mujer que escribe no solo debe poseer un gran talento, sino una gran obstinación, tal como lo señaló Irasema Corpus al moderar la charla entre Coral Aguirre y Ofelia Pérez-Sepúlveda en la Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria.
ara iniciar el diálogo, Corpus, quien fuera becaria del Centro de Escritores de Nuevo León, señaló que los escritores y escritoras deberían tener un momento para volver a sus orígenes y preguntarse cuál fue esa pasión que los hizo escribir.
Pérez-Sepúlveda nació en una familia donde constantemente se hacía música y la lectura formaba parte del día a día, por lo que comenzó a escribir sus propios cuentos antes de aprender a leer y escribir formalmente.
“Soy una enamorada de la literatura a través de las historias. Creo que la literatura permite acercarnos a ese otro y abrazarlo de cierta manera. Y nos da la oportunidad de saber qué tanto empatamos con ese otro en esas historias. No conozco otra manera de sobrevivir y habitar el mundo si no es a través de la literatura”, resaltó la escritora.
Para Coral Aguirre, el mundo es más que un código binario, y eso lo descubrió desde muy pequeña en su natal Argentina, donde encontró en la literatura una actitud vital que no ha abandonado desde aquel tiempo.
Al cuestionarles sobre sus motivaciones en la literatura, Pérez-Sepúlveda señaló su gran interés en trabajar mucho sobre el ser humano o seres humanos que están en la intemperie, personajes que están migrando.
Por su parte, indicó que su tema central siempre es la mujer, lo que reafirma con su último trabajo literario titulado Memorias de una niña antigua.
“Me criaron con las redondillas de Sor Juana. Mi primera gran obra de teatro fue “La cruz en el espejo”. Me interesa el tema de la mujer”.
