Monterrey

Carlos Carrasco: Tesla y el reto del desarrollo sostenible de Nuevo León

Los efectos de la inversión extranjera directa en la región dependen de diversos factores.

El primero de marzo se hizo oficial la decisión de la empresa Tesla de instalar una megaplanta en el Estado de Nuevo León. La elección de Nuevo León no es sorpresa. El Estado tiene un perfil altamente industrial, con personal capacitado, experiencia en la industria automotriz, y un tejido empresarial que sin duda tendrá un papel importante en la proveeduría. Además, la cercanía con Austin, Texas, en donde se encuentra la sede de la compañía, jugó a su favor.

Ya pasado el fervor de la noticia es necesario sentarnos a reflexionar sobre las implicaciones en términos del desarrollo sostenible de la región. El desarrollo sostenible busca mantener un equilibrio entre el desarrollo económico y social y el cuidado del medio ambiente. Para hablar de desarrollo sostenible, podemos tomar como referencia la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. La agenda consta de 17 objetivos, de los cuales cuatro se pueden relacionar directamente con la inversión que se espera por parte de Tesla.

El objetivo siete de desarrollo sostenible se enfoca en la generación de energía asequible y no contaminante. Al respecto, el desarrollo de autos eléctricos busca disminuir de forma sustancial las emisiones contaminantes resultado del uso de combustibles fósiles. Aquí parece que el potenciar la industria de autos eléctricos contribuiría a este objetivo, siempre y cuando la generación de energía eléctrica venga de fuentes renovables. Allí un reto que no es menor. Para dimensionar el tamaño del reto, en 2021 77.1% del consumo total de energía a nivel mundial se obtuvo de combustibles fósiles (29% del petróleo, 25.2% del carbón y 22.9% del gas natural). Transitar hacia el desarrollo y uso de energías renovables es una necesidad que requiere de una inversión estratégica.

Por otra parte, el objetivo ocho de desarrollo sostenible se enfoca en la mejora del crecimiento económico. Los efectos de la inversión extranjera directa en la región dependen de diversos factores. Por ello, como mucho en economía, es necesario poner matices. Existe un tipo de inversión extranjera que tiene efectos especialmente positivos en el crecimiento económico de la región receptora. Se trata de aquella conocida como greenfield, que crea capacidad productiva en la zona. Los efectos positivos se pueden potenciar cuando se rodea de empresas proveedoras de la misma región y no es meramente un lugar de ensamblaje. Hasta aquí, lo que se sabe de la inversión de Tesla parece ir en línea con el objetivo de crecimiento económico.

El objetivo nueve de desarrollo sostenible se relaciona con el impulso a la industria, la innovación y la creación de infraestructura. En este caso, por su naturaleza, la creación de la planta implicará la importación de maquinaria y equipo necesario para la producción, lo que mejorará la capacidad productiva y el crecimiento potencial.

Asimismo, la inversión consolida la industria, cuyo papel es clave en la mejora de la productividad. Además, se espera un proceso continuo de cambio tecnológico en el mercado de autos eléctricos. En este sentido, parece que, si se acompaña adecuadamente con política industrial, la inversión de Tesla puede tener efectos positivos en la industria y desarrollos tecnológicos de la región.

Finalmente, el objetivo once se relaciona con el desarrollo de ciudades y comunidades sostenibles. Es aquí en donde se encuentra el principal reto de la región. El Estado de Nuevo León ha crecido más allá de lo esperado en los últimos años. Se ha incrementado la población y el tamaño de la economía y, con ello, la demanda de servicios de agua, drenaje, luz, gas, internet, vivienda y transporte. Ya no es posible crecer sin tener en cuenta los costos ambientales.

La contaminación y el agotamiento de recursos nos llevará a una situación crítica si no se implementan estrategias de mitigación y adaptación. Esto supone un reto mayúsculo en la gestión sostenible de la región, especialmente recordando la escasez de agua que tuvimos el verano pasado y que posiblemente se repita con mayor o menor intensidad en tiempos venideros.

¿Cómo hacer compatible el crecimiento económico y poblacional con el cuidado del medio ambiente? Es tiempo de guardar las copas de cristal de la celebración y trabajar en una estrategia de desarrollo sostenible.

El autor es Profesor-Investigador en la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey (UDEM) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel II. Se especializa en el estudio del cambio estructural en economía abiertas.

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