Monterrey

Alfonso Benito: Tesla, inteligencia artificial y competencias laborales

¿Qué impacto puede tener a nivel laboral?

Recientemente hemos conocido la noticia de la próxima llegada de Tesla a Nuevo León. Un tema que a los más optimistas llena de esperanzas de crecimiento y beneficios; y a los pesimistas de cuestionamientos sobre uso de recursos, sobrepoblación o inflación. Pero que en cualquier caso a nadie ha dejado indiferente. Sin embargo, ¿qué impacto puede tener a nivel laboral?

Esa pregunta surge, porque ante las perspectivas optimistas del crecimiento de empleo esperado, está la realidad de que Tesla es una empresa de alta tecnología que cada vez busca eficientizar más sus procesos a través de la inteligencia artificial y la robótica.

En un reciente trabajo· −publicado por Orkestra y elaborado por investigadores de América Latina y España− acerca del futuro del trabajo en la época pospandemia, se reflexiona, entre otros temas, sobre cómo todos estos avances tecnológicos tienen un impacto en las competencias requeridas para el empleo. Un impacto que tiene una doble cara, por un lado, la relegación de sectores de población más vulnerables, por falta de formación, por edad o por estar en puestos demasiado mecánicos. Y, por otro, el desafío de desarrollar habilidades nuevas, que agreguen valor a lo que la tecnología puede hacer.

En dicho trabajo, la Dra. Ivonne Tapia y yo mencionamos cómo diversos autores y organismos identifican una serie de competencias necesarias a desarrollar en las personas en estos entornos mucho más tecnologizados. Claramente, algunas de esas habilidades son las tecnológicas, aun así, otras de las habilidades tienen que ver con la parte emocional y relacional del ser humano. Es decir, más allá de saber dominar la tecnología y poderle agregar valor, lo que nos hace valiosos es aquello que también nos hace humanos. Y tiene que ver con la capacidad de hacer equipos y tener propósitos compartidos, tiene que ver con la capacidad de pensar, analizar, poder resolver problemas o comunicarnos, entre otras. Una comunicación y un trabajo en equipo, mediado en muchos casos por la tecnología.

Todo ello, nos lleva −como ya ha recogido en alguno de sus documentos la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)− a varias acciones que contribuyan a reducir la brecha que puede haber entre oferta y demanda laboral. Acciones encaminadas a la investigación y recopilación de datos, pero también al desarrollo de políticas públicas que contribuyan a la formación y desarrollo de las competencias necesarias. Y que puedan dar protección a las poblaciones más vulnerables en este contexto de desarrollo tecnológico. Pero también acciones por parte de las instituciones de educación superior, en tres vías: investigación, vinculación y formación profesional. Investigación acerca de la medición de impacto de todos estos desarrollos tecnológicos para el desarrollo laboral y profesional de las personas. O acerca de las competencias necesarias y de las brechas en cuanto al desarrollo de habilidades. Investigación acerca de políticas públicas para la protección de grupos vulnerables y para el desarrollo de competencias.

Vinculación con otros actores sociales que contribuyan a reducir la brecha en cuanto a competencias requeridas hoy en día y la situación de la población laboralmente activa, a través de generar programas de desarrollo profesional.

Y, finalmente, desarrollando en sus programas de estudio profesionales competencias que contribuyan a la sociedad de dos maneras: formando personas íntegras que sean buenos profesionales. Porque no olvidemos que el desarrollo de competencias no es solo conocimientos y habilidades, sino también tiene que ver con los valores y el ser. Y no podemos tener buenos profesionales si no tenemos buenas personas.

El desarrollo tecnológico de empresas como Tesla y de la inteligencia artificial, en general, nos proponen retos como sociedad y como humanidad. Retos éticos, laborales y profesionales que debemos afrontarlos en colaboración entre todos los actores sociales, políticos y económicos, para poder construir nuestra mejor versión como sociedad.

El autor es catedrático de la Escuela de Negocios de la UDEM, es Doctor en Ciencias Humanas por la Universidad de Deusto en San Sebastián, España y cuenta con certificaciones como coach ejecutivo y de valores.

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