A finales del siglo pasado, fuimos testigos de cómo la esfera mundial evolucionaba del aislamiento económico hacia la globalización, aunque no hay un consenso acerca de cuándo colocar cronológicamente el inicio de esta, para muchos si se tiene presente cuando el expresidente Ernesto Zedillo hizo historia defendiendo este movimiento llamando “globalifóbicos de pereza mental” a los miles de manifestantes contra este modelo en el Foro Económico Mundial de Davos 2000 (1).
Más que un proyecto político o ideológico, la globalización ha sido un factor de estabilidad mundial, permitiendo incrementar el comercio entre las economías desarrolladas y las emergentes, la modernización de las sociedades y de manera indirecta la extensión a la protección de los derechos humanos a través del “responsable sourcing”. De manera particular, nuestro país supo aprovechar la oleada de la globalización firmando tratados de libre comercio que abarcan casi 50 países.
Sin embargo, recientes acontecimientos en el orden mundial como la llegada de líderes proteccionistas, el Brexit, el cambio en los patrones de consumo, la pandemia Covid-19, el distanciamiento EU-China y los conflictos bélicos han evidenciado la vulnerabilidad de la globalización, lo anterior además del impacto en el incremento de los costos logísticos, llevo al cuestionamiento de la efectividad de las largas y complejas cadenas de valor. En consecuencia, la globalización parece estar replegándose, dando paso al llamado “Nearshoring”
Empecemos por definir este término, “nearshoring” se denomina a la estrategia de reubicar las manufacturas a zonas geográficas más cercanas con el objetivo reducir los costos de logística, mejorar los tiempos de traslado y principalmente minimizar la gestión de riesgo en las cadenas de suministro.
México se encuentra frente a una oportunidad inigualable, ya que adicional a la privilegiada localización geográfica, lleva años desarrollando cadenas de valor bien establecidas con Estados Unidos. Con este boom industrial la inversión y las empresas están llegando a México, de acuerdo con Héctor Tijerina (CEO de Invest Monterrey) se prevén inversiones de empresas atraídas a México por nearshoring por 13 mil mdd en primer trimestre de 2023 (2).
Por lo que prepararse es “el verbo a conjugar”, y es que los estamos ante un parteaguas que requiere acciones concretas en ámbitos que van desde seguridad pública, infraestructura logística, capacidad energética, regulaciones laborales, entre otros, para dar certidumbre a los potenciales inversores.
La autora es directora del comité de Cadena de Suministro de Index Nuevo León.