La coalición PRD, PRI, PAN, se enfrenta a la división, al autoritarismo, al egoísmo de sus líderes, el descrédito, al rechazo ciudadano y, en el mejor de los casos, a la apatía. Va por México, va en picada.
Al crearse la coalición, los partidos PRD, PRI y PAN, plantearon como objetivo de la alianza: “construir un mejor futuro para las mexicanas y mexicanos, recuperando el crecimiento económico, el Estado de derecho y el orden democrático frente a un régimen que mira al pasado, intervencionista y autoritario”.
Dicho esto por partidos y líderes cuestionados suena, desde un principio inversosimil y demagógico; el objetivo, dicho claramente, era, y continúa siendo, electoral.
Y la coalición, electoralmente, ha tenido un pobre desempeño. Participó en la elección de diputados federales de 2021 en 219 distritos electorales de los cuales ganó solo en el 29%. Asimismo, ha participado en las elecciones en 22 estados de la República y solamente ha ganado en 4: Aguascalientes, Chihuahua, Durango y Coahuila.
Para el caso, los dos objetivos, el oficial y el real, son lo mismo; no se han cumplido, ni siquiera se ven las bases de la propuesta de lo que podría ser ese mejor futuro para las mexicanas y mexicanos. ¿Qué han hecho para recuperar el orden democrático? Afianzarse en las dirigencias de sus partidos, practicar el autoritarismo y cerrar las puertas a nuevas corrientes y liderazagos.
Además, al formalizar la coalición, propusieron un modelo de país “regido por la ley, dinámico, moderno, innovador y competitivo, que apueste por las energías renovables, la economía social de mercado y que se conecte de manera provechosa con el mundo globalizado”.
La alianza debería conectarse, pero con la gente, con sus deseos, aspiraciones y frustraciones. ¿Creen que con esta jerigonza política se puede convencer a los 60 millones de mexicanos, y mexicanas, marginados y en pobreza? Son, por cierto, los mismos que reciben dinero en efectivo de los programas sociales del Presidente de la República.
¿Creen que pueden así convencer a los millones de mexicanos, y mexicanas, que repudian la corrupción, las prácticas políticas anquilosadas y la lacerante desigualdad económica y social?
Morena no ha probado, hasta ahora, que “no son iguales” a los regímenes anteriores, aunque sí ha logrado que una buena parte de la población lo crea. Se han denunciado: importantes actos de corrupción como el de SEGALMEX; y atentados contra la democracia como los del INE, los actos anticipados de campaña, la descalificación a la crítica y el ataque sistematizado a la división de poderes, a través de la manipulación del Legislativo y la descalificación del Judicial, en particular en lo que respecta a la Suprema Corte de Justicia.
Sin embargo, la narrativa presidencial, se impone porque la gente, “el pueblo bueno y sabio”, no pierde la esperanza y confía en un discurso que pregona la transformación, la reivindicación de los pobres, el fin de la inseguridad y el fin de la corrupción y la impunidad.
Es un discurso emotivo, enfocado al sentimiento no al pensamiento. Por eso es efectivo. La oposición debería entenderlo y aprenderlo.
Los pasados resultados electorales en Coahuila y el Estado de México, no reflejan una aplastante preferencia por Morena. Incluso el hecho de que actualmente este partido tenga 22 estados de la República, más aliados como San Luis Potosí del PVEM y probablemente Nuevo León de Movimiento Ciudadano, no significa que tengan asegurada la victoria en las elecciones presidenciales del 2024.
En las históricas elecciones del 2000, cuando el PAN ganó la presidencia de la República, el PRI gobernaba en 20 estados, incluido el Estado de México. De éstos, solo ganó en ocho; y peor aún, al sumar los votos contra del PRI, o sea los del PAN más los del PRD, el PRI solamente obtuvo mayoría en un estado: Sinaloa.
Por supuesto que, en ese año, el resultado favorable a la oposición se debió a diversos factores que no se presentan en la actualidad como: el hartazgo por el PRI, sus métodos de elección de candidato y la permanencia en el poder por 70 años; un candidato del PAN aguerrido y con credibilidad; un sistema electoral autónomo y la no intervención del Ejecutivo Federal; la influencia de los medios de comunicación; y una participación electoral ciudadana de 64%.
Actualmente, el ambiente político es muy diferente: la opción política de Morena es aceptada por una buena parte de la población; no se percibe la posibilidad de elegir democráticamente un candidato (a) de oposición con experiencia y credibilidad que pueda generar pasión en la ciudadanía; el sistema electoral no pasa por su mejor momento; el Ejecutivo Federal sí interviene en las elecciones; los medios de comunicación ya no son tan influyentes como hace 20 años y; el abstencionismo se sitúa en niveles del 50%.
Va por México necesita dar un golpe de timón rápido y efectivo o continuará en picada y hará un triste papel el próximo año defraudando a millones de mexicanos.
Debe enfocarse a la: revisión de liderazgos de los partidos para fortalecer la credibilidad; aplicación de un método democrático, incluyente y transparente de elección de candidato (a); presentación de un proyecto de nación alternativo, elaborado con amplia participación ciudadana, que convenza a la gente, con prioridad en los marginados y pobres; práctica de una narrativa propositiva y convincente que genere confianza y esperanza, que debe provenir de líderes convincentes y confiables; y al desarrollo de una intensa campaña de promoción del voto.
Los líderes de los partidos PRD, PRI y PAN criticaron, y culparon, al gobernador del Estado de México por los resultados de la pasada elección. Si no actúan ellos ahora con determinación y valor, ¿a quién culparán en 2024?
Tienen mucho tiempo para buscar culpables para el próximo año y muy poco para dejar que la coalición se abra a la participación ciudadana y a liderazgos con legitimidad. Veremos cuál estrategia escogen.
El autor es economista, demógrafo y politólogo. Profesor de la Universidad Autónoma de Nuevo León.