El Banco de México decidió mantener su tasa de interés de referencia en 11.25 por ciento, que es la tasa de interés interbancaria a un día. Esto significa que nuestro banco central está viendo signos positivos de que la inflación empezará a retroceder y por lo tanto ya no será necesario continuar con su política monetaria restrictiva. Lo mismo hizo el Banco Central en los Estados Unidos (FED), mantuvo sin cambio su tasa de referencia entre 5 y 5.25 por ciento, por las mismas razones.
A pesar de que el pronóstico de crecimiento de la economía mexicana para este año sigue siendo bajo, entre 1.8 y 2.2 porciento, la decisión de Banxico de mantener la tasa de interés en su nivel actual es buena noticia.
Creo que Banxico decidió mantener su tasa de referencia sin cambio por dos razones, primero porque si el FED no modificó su tasa de interés, no había presión alguna para modificar el spread favorable existente entre la tasa de interés mexicana y la de Estados Unidos.
Actualmente, el diferencial de casi 6 puntos porcentuales entre la tasa de interés de México y la de Estados Unidos es favorable para mantener la atractividad del peso para inversionistas extranjeros, razón por la cual hemos visto un peso bastante sólido en las últimas semanas. Incluso, creo yo, que a pesar de que el FED decida incrementar nuevamente su tasa de interés de referencia, nuestro banco central podría mantener sin cambio su política monetaria y aún así seguiríamos teniendo un “colchón” de atractividad en las tasas de interés.
A pesar de que nuestra tasa de interés sea competitiva y de que el peso mexicano esté sólido en el mercado, el nivel de competitividad de nuestro país ha estado cayendo de manera consistente en los últimos cuatro años. Recientemente el International Institute for Management Development (IMD) publicó su estudio sobre la competitividad de los países.
El IMD publica desde 1989 un ranking de países sobre la competitividad y aunque ha tenido algunas modificaciones en su metodología, básicamente se enfoca en analizar la fortaleza de 63 países en cuatro dimensiones: (1) desempeño económico, (2) eficiencia de gobierno, (3) eficiencia de negocios, y (4) infraestructura. En esta última edición del 2022, Dinamarca está en primer lugar, y en el lugar 63 está Venezuela.
De acuerdo con este análisis del IMD, México ha ido perdiendo posición competitiva desde el 2019, aunque tampoco teníamos una posición digna de admirar, pues estábamos en la posición 50, en el 2020 bajamos a la posición 53, en el 2021 bajamos a la posición 55 y nos quedamos en ese mismo lugar en el 2022; es decir, hemos bajado 5 posiciones desde el 2019.
Dentro de las cuatro dimensiones, o criterios analizados, la mejor posición la ocupamos en relación con el desempeño de nuestra economía, pues tenemos la posición 27 de los 63 países. No es difícil de entender esta posición relativamente buena para México, dado que dentro de los indicadores que se evalúan en ese criterio están el tamaño de la economía, el comercio internacional, la inversión extranjera y el empleo. Sin embargo, uno de los principales habilitadores de la competitividad de un país es el desempeño de su gobierno, y en ese criterio ocupamos la posición 60 de 63 países.
En cuanto a la eficiencia de los negocios, ocupamos la posición 47 y entre otras cosas, creo yo que el nivel de informalidad en nuestro mercado laboral es uno de los factores que impide mejorar nuestra competitividad. Y finalmente, ocupamos la posición 58 en cuanto a infraestructura y en este criterio se evalúan temas relacionados a la infraestructura científica, educativa y tecnológica, creo que claramente no hemos avanzado en estos temas en los últimos cinco años.
Para mejorar la competitividad de nuestro país necesitamos acelerar el crecimiento económico, pero para ello, necesitamos mejorar la infraestructura productiva y los habilitadores como la eficiencia del gobierno y de los negocios. La reducción de la tasa de interés es necesaria para acelerar el crecimiento de la economía mexicana, pero se ha priorizado el frenar la inflación y se ha dejado de lado el crecimiento económico, pues altas tasas de inflación frenan la inversión productiva.
La reducción en la tasa de interés es un elemento necesario, pero no suficiente, pues se requiere también de una estrategia más agresiva para incentivar la inversión privada en nuestro país. Creo que ahora es mayor el reto que tenemos en el país para acelerar el crecimiento que para frenar la inflación, igualmente de importante será mejorar la eficiencia de nuestro sector público para que realmente sea un habilitador del crecimiento sostenido para los próximos 10 años.