Antes de llegar al 2024, donde las elecciones en Estados Unidos y en México tendrán un impacto en la toma de decisión empresarial y política, se prevé que el cierre del PIB anual real de México alcance un crecimiento del 2.6 por ciento en 2023. El consumo se verá respaldado por la mejora del mercado laboral, si bien se impactará negativamente por la elevada inflación.
La inversión se beneficiará de un funcionamiento más fluido de las cadenas de valor mundiales y del “nearshoring”, principalmente de la actividad manufacturera llegada a México. La inflación se desaceleró a 5.18 por ciento anual en la primera mitad de junio; menor nivel desde marzo 2021. Además, México rompió un récord en sus importaciones de bienes de capital, mostrando aumento interanual de 24 por ciento, mientras el superpeso sigue afectando a las empresas de exportación.
La buena noticia es que las expectativas para el PIB de México en 2023 han mejorado impulsadas por el resultado del primer trimestre, que estuvo por encima de lo esperado. Los organismos nacionales e internacionales esperan un crecimiento de entre 1.5 y 3 por ciento para este año.
De los organismos internacionales la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) es la que tiene la proyección más alta, de 2.6 por ciento. Es un ajuste de 0.8 por ciento, de su última proyección que estaba en 1.8 por ciento. Mientras que de los entes locales y como casi siempre, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) es el más optimista, espera que la economía nacional crezca 3.0 por ciento. En comparación, la OCDE proyecta el crecimiento anual del PIB de Estados Unidos en 1.6 por ciento y de China en 5.4 por ciento.
En general, se prevé un panorama menos adverso, pero con retos para las empresas locales de exportación y manufactura donde lograr eficiencias y rentabilidad se vuelven aún más cruciales.