El primero de agosto de este año, la calificadora Fitch Ratings anunció un recorte en la calificación de la deuda soberana de los Estados Unidos del nivel AAA a AA+, advirtiendo una perspectiva negativa para la misma. En el mundo financiero, las calificaciones crediticias juegan un papel crucial al evaluar la capacidad de endeudamiento de gobiernos, empresas y entidades financieras. Más importante aún, las calificaciones dan información importante y oportuna.
Las calificaciones crediticias son evaluaciones realizadas por agencias especializadas que miden la capacidad de un deudor para cumplir con sus obligaciones de pago, en particular el pago de intereses. Si bien existen múltiples agencias calificadoras, la más reconocidas a nivel mundial son tres: Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch Ratings.
Las calificadoras realizan un exhaustivo análisis de los deudores y su capacidad de pago y emiten calificaciones en forma de letras y signos (+/-) que se asocian con la solidez del emisor para cubrir sus pagos. Las letras asignadas siguen una secuencia dónde una calificación alta, como “AAA”, indica que el emisor tiene muy baja probabilidad de incumplir con el pago de su deuda, mientras que una calificación baja, como “C” o “D”, sugiere un mayor riesgo.
Cuando un país recibe una calificación crediticia en su deuda soberana, el efecto de esta calificación repercute en todos los mercados financieros locales. La calificación crediticia es un factor importante que usan los inversionistas para determinar la tasa de interés que demandan de la nación. Cuando la calificación es muy alta, las tasas de interés el país debe ofrecer para atraer inversionistas son relativamente bajas y estables. A medida que la calificación se reduce, las tasas de interés que el país debe ofrecer se van incrementando.
Como la calificación crediticia del país afecta la tasa interés que paga su gobierno, tiene un efecto secundario en el resto de la economía. Por lo general, las empresas dentro del país se perciben que son más riesgosas que su gobierno, por lo que indirectamente, esta calificación afecta las tasas pagadas por tanto por empresas como por personas físicas. Además del costo del endeudamiento, las calificaciones crediticias también influyen en la confianza. Una calificación sólida puede atraer flujos de capital y fortalecer la moneda local. El crecimiento económico, la inversión y el consumo son afectados por esta calificación.
La calificación crediticia del Gobierno de los Estados Unidos ha sido históricamente “AAA” y, por lo general, su deuda se considera una de las inversiones más seguras del planeta. Esto es reflejo de la percepción de que el país ha contado con una economía fuerte y un gobierno con sólidas políticas fiscales. Posiblemente el factor más importante de largo plazo ha sido la estabilidad institucional de los Estados Unidos, con su sistema bipartidista e importantes balances en la repartición del Poder. Esto ha asegurado el pago de la deuda, la estabilidad de la economía y el crecimiento económico.
Sin embargo, en años recientes, crece la preocupación de que el marco institucional de los Estados Unidos se está debilitando, al menos desde la época de la estabilidad y crecimiento logrados posterior al final de la Segunda Guerra Mundial. El ascenso del discurso político altamente polarizado, las crecientes peleas y bloqueos legislativos de minorías extremistas, la discusión sobre derechos fundamentales, culminando con el intento de manipulación electoral por parte del expresidente Donald Trump y la violencia en el Capitolio el 6 de enero de 2021, reflejan que la estabilidad está siendo fracturada. Las batallas y negociaciones por el presupuesto y el techo de la deuda permitida al Gobierno Federal erosionan la confianza que se ha tenido en el pago de la deuda norteamericana.
Al mismo tiempo, el Gobierno norteamericano ha incrementado considerablemente su endeudamiento y se acrecentado el déficit fiscal, erosionando la capacidad de pago. Sin embargo, esto no es suficiente razón para explicar la preocupación, pues otros países tienen niveles similares de endeudamiento y déficit. La moneda norteamericana sigue siendo el ancla del sistema financiero mundial y los bonos norteamericano siguen estando en alta demanda.
La reacción de los mercados a la disminución de la calificación es reflejo de que la preocupación es de largo plazo. Inicialmente, la caída no impactó las tasas de interés como pasaría con otros países. Pero la advertencia es a largo plazo: si el marco institucional de los Estados Unidos se debilita, esto impactará al crecimiento económico y su potencial de crecimiento. Y México, como el principal socio comercial de Estados Unidos, le conviene que se mantenga el potencial norteamericano.
El autor es economista y Director de Programa para la Licenciatura en Finanzas de la Escuela de Negocios del ITESM Campus Monterrey.
Correo: rfenton@tec.mx