Los unicornios son empresas de reciente creación, también llamadas startups, con una valuación superior a mil millones de dólares. Estos unicornios están comúnmente basados en tecnología y respaldados por inversionistas privados como Ángeles o fondos de Venture Capital o capital emprendedor.
Sin embargo, un problema que enfrentan los unicornios es el hecho de recaudar grandes cantidades de capital en cada ronda de inversión y satisfacer condiciones o requerimientos que otros startups comparables están cumpliendo. Lo anterior puede causar conflictos de interés, pues al alcanzar el nivel de unicornio con enfoque total al crecimiento podría llevar a emprendedores a tomar decisiones irresponsables o poco éticas para mantener sus altas valuaciones.
Esto, aunado a la reciente pandemia de COVID-19, ha generado un ambiente adverso de levantamiento de capital, con desafíos para los startups. Ante este contexto, el inversionista Alex Lazarow acuñó en 2020, en Harvard Business Review, el término “camellos”, haciendo referencia a que un camello sobrevive en el desierto con poca agua durante largos períodos de tiempo y que las nuevas startups camellos no requieren un flujo constante de inversión para mantenerse con vida.
Los camellos, al igual que los unicornios, apuntan al crecimiento, pero mantienen como prioridad la supervivencia y la rentabilidad con un camino de crecimiento más equilibrado. Esto requiere de un mayor control sobre los gastos y un sano ciclo de conversión de efectivo.
Existe otro término para hacer referencia a startups, además de unicornios y camellos, y es el de cebras. El término se introdujo por Zebras Unite en 2017 con el objetivo de distinguirse por sus ideales. Las cebras son blancas con negro, característica que se utiliza para hacer referencia a startups que son rentables y mejoran a la sociedad. Las cebras equilibran la rentabilidad y el impacto positivo en la sociedad y planeta, dando prioridad a la sostenibilidad y a la responsabilidad social, valorando el equilibrio por encima de la velocidad.
El ecosistema emprendedor es dinámico y cambiante. En México la evolución del ecosistema se ha venido recuperando, pues en 2021 post-Covid vimos incrementos del 4.8% del Producto Interno Bruto (PIB) respecto al del año 2020.
En particular, ese mismo año, se registraron montos de inversión nunca vistos, en gran medida por la llegada de fondos globales causando el surgimiento de los unicornios mexicanos. De acuerdo con la Asociación Mexicana de Capital Privado (Amexcap), los compromisos acumulados de capital emprendedor en México, al primer semestre del año 2022, ascendía a US$2,800 millones.
En términos de geografía, el destino principal de las inversiones en startups en los últimos cinco años es la Ciudad de México, captando US$5,400 millones, que representa el 64% del total, seguida del Estado de México con 26%, ambas llegando al 90%. Después están Nuevo León y Jalisco, juntos con el 7%, y el resto del país con 3%.
A inicios del 2022 se tenían 1,170 unicornios en el mundo, 54% en Estados Unidos, 15% en China y 6% en India. En Latinoamérica, Brasil lideraba con 17 unicornios y México, el segundo de la región, con 12 unicornios. De ese tiempo a la fecha han experimentado fuertes presiones para mantener sus valuaciones y, más importante, sus fundamentales de negocio y crecimiento rentable.
Sería deseable que sobrepasen sus rondas de inversión futuras para alcanzar escala y listarse en mercados públicos con capitalizaciones de mercado como las grandes tecnológicas: Apple US$ 3.03 billones, Microsoft US$ 2.43 billones, Alphabet US$ 1.62 billones, y Amazon US$ 1.32 billones. Como referencia, el PIB de México en 2022 fue de US$1.32 billones.
De mucha importancia para propiciar dinamismo al ecosistema son las salidas, lo cual ocurre cuando los startups se venden a otro fondo o corporativo, o bien realizan una Oferta Pública Inicial en bolsa. De acuerdo con datos de Amexcap, se destaca que en años recientes ocurrieron ocho salidas realizadas por cinco fondos de inversión por un monto superior a los US$4 mil millones, derivadas de desinversiones parciales por lo que los fondos de inversión aún cuentan con participación en los startups.
Dicho todo esto, cada tipo de clasificación ya sea unicornio, camello o cebra tiene su propio conjunto de ventajas y desventajas. Por lo tanto, no se trata tanto de cuál es mejor que el otro, sino más bien de qué enfoque se alinea mejor al medio ambiente imperante.
En términos de Darwin: “No es el más fuerte de las especies, ni el más inteligente el que sobrevive. Es el que se adapta mejor al cambio”. Sin duda, México presenta interesantes oportunidades de inversión y con el cambiante ecosistema emprendedor podremos vislumbrar más unicornios, camellos, y cebras.
El autor es profesor de innovación y emprendimiento de EGADE Business School. Es Socio de Ascendis Capital, Visiting Entrepreneur en IESE Business School Nueva York, y mentor en Harvard Innovation Labs.
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