Monterrey

Jesús Garza: El sobre optimismo del nearshoring

A partir del TLCAN, la economía se transformó y el sector privado manufacturero cobró mayor relevancia.

Los problemas geopolíticos y comerciales entre los Estados Unidos y China han provocado que muchas empresas manufactureras que estaban establecidas en China se hayan posicionado en otros países. Tal es el caso de México y otros países de América Latina que se han beneficiado de esta coyuntura. La cercanía de México con EUA y el TMEC son fundamentales para atraer inversión. Así, se ha acrecentado la inversión de Asia en México lo que llamamos comúnmente como nearshoring.

Sin embargo, el nearshoring no es nuevo. De hecho, el auge en las inversiones en el país, sobre todo manufactureras, comenzó con la firma del TLCAN durante la década de los 90s. Antes del Tratado de Libre Comercio, México era un país que dependía del petróleo y del gasto de gobierno para crecer.

A partir del TLCAN, la economía se transformó y el sector privado manufacturero cobró mayor relevancia. Así, el país comenzó a recibir inversión extranjera en montos considerables.

Aunado a ello es importante destacar que la economía comenzó un proceso de estabilidad con el pacto de solidaridad y la autonomía del Banco de México lo que le dio solidez al peso. Es decir, la estabilidad macroeconómica también contribuyó a atraer flujos de capitales importante.

Si bien el TMEC y la situación geográfica de México es idónea para seguir atrayendo inversión extranjera directa (IED), se está subestimando su impacto.

Es importante reconocer que los motores de crecimiento del país se ubican en EUA. Primero, por las exportaciones netas hacia ese país. Segundo, por el envío de remesas que tienen un multiplicador importante para los estratos con ingresos bajos. Tercero, por el turismo donde la gran mayoría viene del país vecino al norte.

En contraste, si observamos la inversión doméstica veremos un indicador que apenas se recuperó hace poco de la pandemia. Además, veremos que el nivel educativo es cada vez peor y que la productividad laboral está en declive. Por último, estaremos alarmados por el muy bajo destino de recursos hacia la ciencia y tecnología. Es decir, el país no está invirtiendo en elevar la productividad. Sin ello, si bien México continuará creciendo, lo hará con salarios bajos y mediocres que reflejan su nivel de productividad laboral. Estamos a tiempo para cambiar el rumbo y mejorar las condiciones la productividad de los factores que a la postre son los que detonan mayores tasas de crecimiento y mejores sueldos y salarios.

El autor es director general de Soluciones Financieras GAMMA y profesor de Economía y Finanzas de EGADE Business School. Tiene un doctorado en Finanzas y maestría en Economía Financiera, ambas por la Universidad de Essex en el Reino Unido. Fue el economista en jefe para México de Itau BBA, director general adjunto de Organismos Financieros Internacionales en la SHCP e investigador en el Banco de México.

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