Monterrey

Eduardo Aguilar: Monterrey VI, ecocidio en el Pánuco

El proyecto hidráulico más largo de América Latina, que procura llevar agua del Río Pánuco en la zona de San Luis Potosí hasta NL.

“No hay agua suficiente para que se puedan llevar esa cantidad permanentemente”, fueron las palabras que en 2014 mencionó el Ing. Emilio Benavides, en aquel entonces presidente del Colegio Mexicano de Ingenieros y Arquitectos. Una de las voces de personas expertas que se sumaron activamente al rechazo del proyecto Monterrey VI –conocido como el proyecto hidráulico más largo de América Latina, que procura llevar agua del Río Pánuco en la zona de San Luis Potosí hasta Nuevo León.

En este periodo, la resistencia a este megaproyecto vino no solo de las organizaciones civiles, sino también de propios políticos. Los argumentos esgrimidos en aquel entonces fueron contundentes: en tiempo de estiaje no solo no hay agua suficiente, el agua del río está altamente contaminada, la zona ya está muy dañada y se profundizaría la sequía y mortandad de especies, el agua tiene un uso para los habitantes de las zonas aledañas, los estudios del megaproyecto no tienen sustento científico real, hay estructuras de corrupción dentro del proyecto, entre muchos otros.

Y, aun con ello, en el marco del colapso hídrico que se vive en el norte de México, o más bien por ello, al unísono el ejecutivo y legislativo de Nuevo León junto con el Gobierno federal han anunciado públicamente el deseo de revivir el megaproyecto Monterrey VI. Su justificación es ofrecerle agua suficiente –por 50 años, según sus propias estimaciones– al área metropolitana de Monterrey, una de las más industrializadas y pobladas del país. Pero si ya se dieron todas las argumentaciones en su contra y se detuvo ¿qué razones existen para revivir al muerto?

¿De pronto ahora se volvió viable el megaproyecto? La respuesta tiende a ser no, de hecho para su análisis, hoy en día agregaríamos que las condiciones bióticas han cambiado: le sumamos el colapso climático y la ebullición global que está modificando radicalmente el entorno y los ciclos naturales que habíamos conocido, por ejemplo, las sequías se prolongan y profundizan, las inundaciones se vuelven más virulentas y continuas; esto a su vez crea escenarios de incertidumbre de los ciclos productivos alimentarios y energéticos que son base para toda actividad humana, por lo que diversos análisis científicos no plantean escenarios futuros positivos para el planeta.

A diferencia de lo que señalan los congresistas de todos los partidos de Nuevo León, del Gobernador del Estado y del presidente de la República, el proyecto no es una “solución” al problema del agua para la ciudad de Monterrey, es urgente romper con esa ilusión. En realidad, Monterrey VI es un paliativo costoso, destructivo y de dudosa duración; se le está recetando al enfermo los causantes de su propia enfermedad.

Históricamente, dentro de las ciencias socioambientales, se ha demostrado que los paraísos industriales tienen como contracara a infiernos ambientales, el caso de los corredores industriales de Jalisco o del Estado de México son muy palpables. Pero Monterrey no se queda atrás: al colapso hídrico se le suman, por ejemplo, la contaminación atmosférica y de superficies o la deforestación masiva. La gran actividad económica capitalista, que otrora fue de gran orgullo para el norestense, ha sido la sentencia de muerte de su propio entorno y hoy amenaza con el ecocidio de los territorios aledaños.

La promoción de Monterrey VI no tiene un sentido social, ni humanitario, ni su lógica está pensada para la ciudadanía del área metropolitana de Monterrey, su justificación está basada en el abastecimiento de agua para el mantenimiento de la metrópoli cuya pretensión es ser receptora de grandes cantidades de Inversión Extranjera Directa dada la relocalización de empresas (nearshoring). Para ejemplificar, recientemente el gobernador de Nuevo León señaló que la empresa Tesla decidió ampliar su inversión, que ya de por sí, era gigantesca. Así pues, el traslado de agua es para el desarrollo económico y eso no significa en la construcción de un entorno más sano para la población en general, sino en ofrecer las condiciones necesarias para la instalación de las grandes empresas trasnacionales.

Monterrey VI es representativo de la gran contradicción del desarrollismo mexicano: transformar a diferentes partes del territorio en zonas de sacrificio con la finalidad de mantener a flote las grandes metrópolis y sus desarrollos industriales. En este caso, sacrificar a la cuenca del Río Pánuco –dado que es insostenible la extracción de agua que propone el proyecto– para mantener por un poco más de tiempo el gran infierno ambiental que es Monterrey y su zona metropolitana.

El autor es doctor en Economía Política del Desarrollo, investigador nacional (CONAHCYT) y profesor del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Monterrey.

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