Hace unos días, el economista Javier Milei sorprendió en las encuestas y logró su elección como presidente de Argentina. Entre las polémicas propuestas del candidato se encuentra la idea de dolarizar la economía argentina.
Esta propuesta sonó atractiva para el electorado en gran parte por la hiperinflación que sufre el país. Los analistas económicos pronostican que la inflación en Argentina será 185% para finales de año. En comparación, la inflación del dólar americano es ligeramente superior al 3% anual.
Un efecto negativo de la inflación es que el poder adquisitivo de los billetes, monedas y cuentas de depósito a vista se vaya reduciendo paulatinamente, a menos que se inviertan para obtener rendimientos.
También hace necesaria una renegociación y ajuste en las etiquetas y contratos en que se expresan los precios de bienes y servicios por la reducción del poder adquisitivo de la moneda (incluyendo los contratos de sueldos y salarios). Los países desarrollados no tienen inconvenientes serios con estos efectos negativos, pero, a medida que la tasa de aumento se va haciendo más grande, la inflación puede causar disrupciones mayores.
En hiperinflaciones, el poder adquisitivo de las clases trabajadoras se perjudica porque las oportunidades de inversión son reducidas y la renegociación de los sueldos y salarios suele estar retrasada a los cambios inflacionarios. Los argentinos ya resintieron este impacto (la pobreza ha alcanzado al 40% de la población) y el descontento explica en parte que los argentinos busquen alternativas como una dolarización.
¿Qué es la dolarización y cómo funciona? La dolarización se define como la sustitución de una o varias de las funciones que tiene el dinero local por el de otro país, siendo estas funciones el depósito de valor, el uso de medio de pago y como unidad de medición. La moneda usualmente usada es el dólar norteamericano, aunque se podría adoptar criptomonedas para el mismo efecto.
Existen entonces tres tipos de dolarizaciones: la dolarización financiera (se adopta el dólar como depósito de valor, por ejemplo, cuentas dolarizadas), la dolarización de pagos (el dólar se acepta en comercios para pagar bienes y servicios) y la dolarización real (el dólar se usa como unidad de medición en etiquetas, menús y contratos). La dolarización también puede ser parcial, dónde el dólar solo sustituye en algunas funciones y coexiste con la moneda local o la dolarización total, dónde la moneda local deja de existir.
Una economía que busca la dolarización tiene un amplio rango de políticas públicas. La dolarización financiera parcial es muy común (las personas ahorran en cuentas de dólares mientras siguen usando la moneda local como medio de pago y unidad contable). Lo que se requiere es mecanismos para que las instituciones financieras acepten depósitos en dólares. En países con dolarizaciones parciales, se desarrollan sistemas de pago paralelos e interconectados y facilidades para expresar precios en moneda local y USD.
Una dolarización completa es mucho más compleja, ya que requiere la conversión del dinero de moneda local a USD. Para hacerlo, el Banco Central del país debe usar una fracción o todo el saldo de las Reservas Internacionales para convertir el dinero, fijando una tasa de cambio especial. También requiere un sistema de pagos ajustado a la nueva moneda y expresa los precios en dólares a partir de cierta fecha.
Un país con suficientes Reservas Internacionales lo puede adoptar sin grandes dificultades. Sin embargo, un país que no cuenta con suficientes Reservas Internacionales deberá devaluar su moneda, dónde se impactaría el poder adquisitivo aún más. Desafortunadamente, Argentina está en esta situación y no cuenta con Reservas Internacionales netas positivas, por lo que el efecto potencial es una crisis financiera antes de reducir la inflación.
Esto lleva a la reflexión final ¿Qué efectos tiene una dolarización? La respuesta depende en gran medida del tipo de dolarización. En una dolarización financiera se incrementan las opciones de inversión para las familias, pero con la desventaja de tener deuda en una moneda diferente con la que se percibe el sueldo.
Una dolarización de pagos crea una fricción entre las dos monedas, pues todos los comercios requieren dos sistemas que se acaba pagando hasta que domine una moneda.
Una dolarización total tiene el beneficio de reducir la inflación a tasas como Estados Unidos. Sin embargo, se perdería la capacidad de usar la política monetaria como medida de prevención de crisis financieras. Si bien Milei pudiese dolarizar Argentina sin caer en efectos negativos de ajuste, sin resolver el problema del déficit público, es posible ver una situación como la que Grecia vivió en 2011.
Rodrigo Fenton Ontañón es economista y Director de Programa para la Licenciatura en Finanzas de la Escuela de Negocios del ITESM Campus Monterrey. Se agradecen comentarios a: rfenton@tec.mx