Monterrey

Héctor Zuno: Retos para la oposición este 2024

Además de la presidencia y de las gubernaturas, este año se disputarán 19 738 cargos locales y 628 cargos federales.

A dos meses de iniciar la elección más grande -y quizás más trascendente- en la historia moderna de México, se percibe en los números que Morena lleva la delantera en 6 de las 9 gubernaturas que se van a disputar.

Poligrama publicó recientemente una serie de encuestas levantadas entre los habitantes de estos 9 estados y, para sorpresa de pocos, nos encontramos con que Morena mantendría el poder CDMX, Chiapas, Morelos, Puebla, Tabasco y Veracruz, con posibilidades de obtener Jalisco, donde su rival a vencer es MC. Dejando para la oposición tan sólo dos estados: Guanajuato y Yucatán.

Independientemente del resultado en Jalisco, que quedará entre MC o Morena, lo que parece inevitable es que la alianza PAN-PRI-PRD está próxima a enfrentarse a otra paliza electoral donde perderá la mayoría de las contiendas.

Sólo como un dato, además de la presidencia y de las gubernaturas, este año se disputarán 19 738 cargos locales y 628 cargos federales.

A pesar de que las alcaldías, diputaciones y senadurías no son siempre un reflejo de las elecciones para la gubernatura, los números que presente Poligrama pueden ser de bastante utilidad para darnos una idea de hacia dónde se inclinan las tendencias.

Que si bien no implica que el partido con mayor preferencia para la gubernatura necesariamente ganaría los demás cargos, si debe servirnos como una brújula para entender cómo podría redefinirse el mapa electoral.

Si esto sucede, estamos hablando de que después de la elección, la alianza opositora quedaría tan golpeada en términos de recursos y de capacidad de exposición, que podría significar para algunos de estos partidos estar un paso más cerca de la extinción.

Para muchos analistas e incluso para los propios consultores de la oposición a veces les resulta imposible entender cómo Morena sigue ganando tantos espacios, a pesar de un “tan mal gobierno”, cómo ellos dicen.

Es por que la respuesta está más allá de lo obvio, es decir, más allá de lo que siempre se dice alrededor de cómo la 4T ha logrado construir su voto duro y permear la idea de rencor hacia gobiernos pasados.

Para entenderlo, es esencial destacar un factor que a menudo se pasa por alto: Narrativa.

Como todos sabemos, el presidente López Obrador ha logrado desde sus campañas electorales y ahora desde la mañanera, influenciar la percepción pública y controlar el debate nacional a tal grado que ha posicionado a Morena cómo el legítimo agente de cambio político, económico y social.

A muchas personas podría no quedarles claro que significa un cambio, pero sí tiene muy presente que lo representan Morena y López Obrador.

Bajo este esquema, nos encontramos con un fenómeno que se repite elección tras elección: una cantidad importante de electores emiten su voto bajo la percepción de que están votando porque llegue la 4T (cambio) o que regresen los mismos de antes.

Dado esto, considero que la oposición enfrenta un importante desafío, que tiene ver con romper la narrativa impuesta por el presidente y poder presentar a sus candidatos como opciones individuales. Es decir, mover la discusión de que ésta es una elección de partidos o movimientos, a que se trata de una elección de personas.

Durante los últimos años se creyó que la elección debía tratarse de llevar la discusión a polos extremos, para empujar a la gente a decidir a través de las urnas si están con la 4T o contra ella. Esto ha resultado en darnos cuenta que, hoy por hoy, les guste o no, hay más electores a favor de la 4T que de la oposición.

O por lo menos eso es lo que se ha visto en las urnas durante todo el sexenio.

Para librarse de ese yugo, que ha puesto y sigue poniendo en desventaja a la oposición, se debe transmitir a los votantes que para alcaldes, diputados, senadores o gobernadores, se está eligiendo a una persona y, por ende, lo que más debe pesar es su idoneidad sobre sus colores.

En este momento crucial, electoralmente hablando, la oposición debe redefinir su enfoque, escapar de las restricciones narrativas que les ha impuesto el presidente y presentar candidatos centrados en lo que demandan los electores.

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