Monterrey

Rogelio Segovia: El mito del salario mínimo

El Salario Mínimo es uno de esos temas en los que pocas veces puedes encontrar puntos de convergencia. Están, por un lado, quienes afirman con vehemencia que es un exitoso instrumento para mejorar el poder adquisitivo de las personas y reducir las desigualdades sociales, y por el otro, aquellos que denuestan esta figura al considerarla poco útil, con impacto limitado y qué incuso desincentiva la productividad de un país.

El problema con el Salario Mínimo en México (SMM), que en 2024 equivale a $7,467.9 pesos mensuales (excepto en la Zona Libre de la Frontera Norte), es que está envuelto en mitos que suelen ser sustentados con falacias argumentativas, es decir, creamos historias que no necesariamente están basadas en hechos reales y las cuales tratamos de mantener con argumentos engañosos. Veamos dos de los grandes mitos.

El primero argumenta que el SMM promueve el empleo, de lo contrario, como justificar “que desde 2016 el salario mínimo se haya incrementado en un 84 % y que la tasa de desempleo esté ahora en un 2.6 %, su nivel más bajo en dos décadas”.

El bajo desempleo es multifactorial, y sobre todo estructural. La población mundial ha dejado de crecer, algunos países europeos y principalmente asiáticos, empiezan a perder población en edad de trabajar. A eso sumemos las tensiones geopolíticas que afectaron cadenas de suministro (lo que dio pie a la relocalización de empresas); y la inusual (según los economistas) expansión económica que ha mantenido Estados Unidos. Ahí están algunos factores de mayor peso del porqué el desempleo en México sigue bajando a pesar del incremento del SMM (y las reformas laborales).

Segundo mito: el salario mínimo no tiene un impacto inflacionario. Quienes defienden este postulado, señalan que históricamente las empresas han fijado precios más altos de lo normal y han retrasado el traspaso de aumentos salariales a los precios. Esto hace que la relación entre inflación y salarios no siga las predicciones del mito inflacionario, por lo tanto, apuntan algunos, el impacto a la inflación por incremento de SMM es marginal.

Y así podríamos continuar, sumergidos en mitos y argumentos que parecen convincentes a simple vista. Pero en vez de seguir por ese camino, vemos algunas cifras de lo que ha sucedido en México a partir del 2019, cuando el incremento del SMM ha sido, anualmente, de doble dígito; lo que ha dado como resultado un incremento en dicho periodo del 110 % en términos nominales y del 84 % en términos reales (es decir, ajustado por inflación).

Y a sabiendas de que podría estar incurriendo el sesgo de confirmación (tendencia a buscar información que respalde nuestras ideas), veamos algunos datos.

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, la cantidad de personas en México que ganan hasta un salario mínimo aumentó de 8.5 millones a 19.2 millones entre 2018 y 2023, lo que representa aproximadamente una de cada tres personas empleadas, ya sea en trabajos formales o informales. En contraste, el número de personas empleadas en el país que ganaban entre tres y cinco salarios mínimos en 2018 era de 6.7 millones, mientras que en 2023 esa cifra disminuyó a 2.3 millones.

Quizá el incremento del SMM no ha generado inflación (por ahora), ni ahuyentado el empleo formal (no estoy del todo seguro en el empleo bien remunerado) pero sí está ocasionando dos fenómenos: está minando la riqueza en el País y está desincentivando la especialización y formalización académica.

Incrementar el SMM, ¿nos está esto volviendo más ricos? En realidad, no lo está haciendo. Aunque los salarios más bajos han experimentado mejoras, los salarios intermedios se han estancado y los salarios más altos han experimentado una disminución en términos proporcionales. Esto solo propicia que la gente ya no busque especializarse. Si al final la diferencia salarial no justifica la inversión en tiempo, ¿para qué especializarme en Técnico en Soldadura Industrial?, si la diferencia salaria es de menos de mil pesos, no tiene mucho sentido invertir tiempo y asumir riesgos.

El resultado de todo esto, más allá del mito, es que las empresas han dejado de subir los salarios para poder solventar el incremento al mínimo. El incremento del SMM no lo pagan las grandes empresas, ni lo paga el gobierno. Lo pagan los pequeños negocios, y sobre todo, aquellos que perciben un salario un poco más alto. Y en esto último no me estoy refiriendo a los altos directivos, me refiero a los mandos medios, donde está la gran masa salarial como lo son jefes, supervisores, etc.

Los dueños de pequeños negocios y las personas más vulnerables, que están en la parte inferior de la pirámide laboral, son quienes están siendo afectados por las distorsiones del SMM. Pero, en México no es políticamente correcto hablar de esto.

Epílogo.— Después de todo, trabajar en la informalidad tiene sus beneficios. Una de las ventajas de los empleos informales es la flexibilidad de horario que brindan. Según datos del INEGI, en trabajos formales, la mayoría de los empleados tienen jornadas de 40 a 48 horas semanales, pero en el sector informal, menos de la mitad trabaja 34 horas o menos. Respecto a jubilación y seguridad social… ya cruzaremos ese puente cuando lleguemos a el.

El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.

Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx

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